Vaya por delante que soy consciente de que poca cosa nueva voy a descubrir respecto al autor que se encuentra detrás del seudónimo de Mortimer Cody, que no es otro que Francisco Vera Ramírez, hermano del célebre Antonio Vera Ramírez, más conocido en el mundo de la literatura popular como Lou Carrigan.
El título de este artículo viene al caso porque resulta extraño que con la cantidad de información existente sobre Lou Carrigan/Antonio Vera Ramírez, de su hermano Francisco apenas pueden encontrarse datos biográficos o información sobre su notable obra, lo que hace que sea sin lugar a dudas uno de los escritores más infravalorados de todos los que pasaron por los quioscos. Su volumen de producción y –sobre todo- su calidad, hacen que desde mi punto de vista merezca un mayor reconocimiento por parte del público.
Es por tanto este artículo un pequeño homenaje al autor, y también un intento de lograr que alguien contacte conmigo para aportar algo más de luz sobre Francisco Vera, del que poca cosa puedo decir a título personal.
Francisco Vera Ramírez nació en Barcelona el 8-02-1936, y falleció el 13-06-2019 en Banyoles, Girona, a los 83 años de edad.
Al igual que su hermano, trabajó como escritor a destajo, con la diferencia de que la práctica totalidad de su carrera se desarrolló en la editorial Rollán (con alguna que otra pequeña incursión en Ferma y en editorial Valenciana, y una etapa final en Andina), para la que publicó novelas de todo tipo de géneros (Oeste, Policiaca, Terror, bélica…). Curiosamente no tengo constancia de que tuviera participación alguna dentro de la novela romántica, o yo al menos no tengo constancia de ello.
La realidad es que en apariencia, por lo que he podido leer de él, da la sensación de que Francisco Vera se sentía especialmente cómodo en dos géneros en los que destacó de forma clara: el western y la novela policiaca, y buena prueba de ello es que formó parte del selecto club de autores de Rollán que participaron en sus dos colecciones estrella: Western Club y Murder Club, ambas con un formato alejado del de los bolsilibros clásicos, tanto en tamaño como en número de páginas.
Sí he observado que en muchas de sus novelas policiacas aparecen como parte fundamental de las tramas elementos de carácter económico que resultan ser decisivos en la resolución de la historia (falsificación de moneda, contabilidades trucadas, fraudes fiscales, y sobre todo procedimientos bancarios), algo lógico si tenemos en cuenta la formación académica del autor, que recordemos estaba ligado laboralmente a la banca.
Su incursión en la ciencia ficción se limita a un único título, “Silencio para un muerto”, publicado en 1962 en la colección Luchadores del Espacio, de Editorial Valenciana. Debo decir que he leído la novela, y se nota perfectamente que la ciencia ficción no era el género favorito del autor, hasta el punto que no volvió a adentrarse en él. Para mayor información sobre esta novela recomiendo pasarse por Universo Bolsilibro, el magnífico blog de Carlos Díaz Maroto, donde siempre podréis encontrar interesantes reseñas.
El hecho de que Francisco no participara en ninguna de las colecciones populares de Bruguera es probablemente la causa de que sea prácticamente un desconocido para el público actual, porque parece claro que Bruguera ha sido la editorial que ha conseguido perdurar en la memoria de los aficionados a la literatura de quiosco, mientras que el resto de editoriales –y sus autores- han ido cayendo en el más profundo olvido. Grave error.
De los dos hermanos, Antonio fue quien empezó a escribir primero, publicando su primera novela, Un hombre busca a otro hombre, en 1959 (concretamente el 19-03-1959), en la editorial Ferma. Tras dos años simultaneando la escritura y el trabajo, decidió abandonar su puesto fijo en un banco para dedicarse en exclusiva a la literatura, profesión que desde entonces afortunadamente no ha abandonado nunca.
Francisco, supongo que espoleado por el éxito que empezaba a atesorar su hermano, decide seguir sus pasos y empieza a escribir para la editorial Rollán, donde Antonio estaba ya totalmente asentado desde casi el principio de su carrera literaria, alternando inicialmente Rollán con la publicación ocasional en otras editoriales como Ferma o Editorial Valenciana. De la primera, las novelas del autor de las que tengo constancia son todas del Oeste, publicadas en la colección Salvaje Oeste, con títulos como El peligro está en mis manos, Nadie muere dos veces, Complot criminal, Todo un tejano, o El último disparo, todas ellas publicadas entre 1960 y 1961.
Para Editorial Valenciana escribió una única novela del oeste en la colección Western llamada Marcado para morir, y otra para Luchadores del Espacio, que he comentado anteriormente, ambas en 1962.
Es de suponer que Francisco Vera Ramírez firmara poco después un contrato de exclusividad con Rollán, la editorial donde permaneció fiel hasta que ésta quebró, pues no me consta que publicara nada en otras editoriales diferentes hasta la desaparición de Rollán.
El seudónimo elegido por Francisco Vera Ramírez desde el inicio de su carrera fue el de Mortimer Cody, aunque posteriormente emplearía también el de Duncan M. Cody, aparentemente en los trabajos que el autor consideraba de mayor calado (en las colecciones Murder Club, Western Club y Los intocables principalmente). Menos conocidos son los otros seudónimos que el autor empleó en parte de su obra: Morgan Franks (en las ediciones de terror y el Oeste de la editorial Andina), Franck Morgan (en terror easa) y Frankie Spokane (seudónimo empleado únicamente en la mítica Los Intocables junto con el de Duncan M. Cody).
Desconozco el origen de estos seudónimos, y es algo que siempre llama mi atención, los motivos de la elección de un seudónimo en concreto.
La confluencia de Antonio y Francisco en la misma editorial dio lugar a una etapa en la que los hermanos Vera se convirtieron en dos de los mayores baluartes de Rollán, imagino que envueltos en una sana competencia entre ambos, de la que salieron beneficiados los lectores, pues la calidad media de ambos autores resultaba notable, siempre teniendo en cuenta el formato literario al que debían someterse sus obras.
Vuelvo a insistir que al menos para mí es difícil de entender que mientras que Lou Carrigan está considerado como uno de los mejores autores de novela popular en España, Mortimer Cody o Duncan M. Cody apenas son mencionados en los círculos dedicados a este tipo de literatura, e insisto en que estoy convencido que es por no haber participado de la época Bruguera.
Por hacernos una idea del valor cuantitativo de la obra literaria de Francisco Vera Ramírez, hay que señalar que sólo en la colección FBI –buque insignia de la editorial Rollán- escribió 131 novelas (128 como Mortimer Cody y 3 como Duncan M. Cody), y para Agente Federal, otras 67 títulos (63 como Mortimer Cody y 4 como Duncan M. Cody).
Si además tenemos en cuenta las obras que escribió de terror (44 novelas; 36 como Mortimer Cody, 5 como Frank Morgan y 3 como Morgan Franks); en otras colecciones policiacas (Gangsters!, Los Intocables y Murder Club); del género bélico (en las colecciones Panzer División y Patrulla de Combate) y sobre todo del oeste (colecciones Oeste, Winchester, Rurales de Texas, Extra-Oeste, Cuatreros, U.S Marshall, Western Club), nos daremos cuenta de que nos encontramos con uno de esos selectos autores que sobrepasan la mágica cifra de 500 títulos, y eso tirando por lo bajo.
Tengo que recalcar que por supuesto no he sido capaz de cuantificar cuantos títulos escribió Francisco Vera del Oeste, en apariencia el género en el que más se prodigó el autor. La realización de listados de la editorial Rollán es una labor titánica, casi imposible, especialmente en las dedicadas al western, con alguna colección que sobrepasa con creces los 1.000 números.
La primera novela del autor de la que yo tengo constancia es “Alrededor del cepo” (Nº 517), publicada en 1960 en FBI.
La última novela publicada por Francisco Vera en la colección FBI fue “Secuestro en el aire” (Nº 1.218), en 1974, cuando Rollán se encontraba al borde de la quiebra. No sería esta su última obra, como veremos luego.
El hecho de que la carrera de este escritor se desarrollara en poco más de 15 años le da aún más mérito a su impresionante producción.
No puedo confirmarlo, pero al parecer la muerte editorial de Rollán, empresa para la que Francisco trabajó más de 14 años, le hizo replantearse su futuro, y optar por un trabajo más estable, reincorporándose a la vida laboral en un banco con un salario fijo, lo que no evitó que continuara escribiendo para la editorial Easa/Andina, eso sí, a un ritmo ya muy residual comparado con su producción anterior. Para dicha editorial escribió títulos de terror y de divulgación (Biblioteca rápida Easa), pues las colecciones del Oeste y policiacas de dicha editorial eran en su práctica totalidad reediciones del fondo editorial de Rollán.
La última novela del autor de la que tengo constancia es “Conmigo al abismo”, nº 145 de easa Terror. Era el año 1978, y parece que Francisco Vera Ramírez decidió abandonar la escritura de forma definitiva, supongo que para centrarse en su familia y su trabajo fijo. En esa misma colección se publicaron posteriormente muchas más obras del autor, pero eran todas reediciones de obras publicadas anteriormente en Rollán, práctica por otro lado muy habitual en Easa/Andina.
Su hermano, sin embargo, optó por continuar su trabajo como escritor para otras editoriales (Bruguera entre otras, editorial para la que empezó a publicar regularmente en 1974 con La muerte aguarda en Hong Kong, aunque misteriosamente ya se había publicado otra novela suya, El aire tiene huellas, en 1962 en la colección Punto Rojo), separándose de esta forma sus caminos laborales. Bien es cierto que por esas fechas Lou Carrigan era ya una figura internacional, que tenía una importante red de seguridad económica por su trabajo en Brasil para la serie de Brigitte Monfort.
Como es habitual en el blog, de complemento al artículo acompaño la reseña de una obra de las obras del autor, que seguro que no será la última. Aprovechando que recientemente he estado investigando sobre la colección Murder Club, he escogido un título de esa colección, dado que permite juzgar la calidad literaria con mayor imparcialidad.
TITULO: IGUAL QUE LOS MUERTOS.
AUTOR: DUNCAN M. CODY
Nº 23 COLECCIÓN MURDER CLUB. ROLLÁN
1ª EDICIÓN MARZO 1966
PORTADA: M. PRIETO MURANA
Merlin Belmont se encuentra en Nueva York tras haber decidido abandonar su vida como marino después de pasar un año a bordo del Fagalde III, con la intención de refugiarse en la soledad, algo que normalmente le resulta imposible por la arrolladora atracción que despierta en las mujeres.
Como os podéis imaginar, nada más llegar a su hotel recibe la llamada de Sisely Gaywood, la despampanante hijastra del Gilbert Fagalde, dueño del barco que Merlin se acaba de despedir, y con la que Merlin tuvo en su día algo más que palabras. En un fuerte estado de nervios, Sisely le suplica que se reuna con ella en el hotel Carlton, donde Merlin descubrirá muy pronto que su antiguo patrón ha sido asesinado a cuchilladas.
Sisely fue la que descubrió el cadáver, cuando acudió hasta allí para pillar a Fagalde in fraganti, pues había descubierto que su padrastro tiene una amante que ha provocado que quiera divorciarse de su madre.
El problema es que todo parece indicar que la persona que ha matado a su padrastro es una mujer, y todas las pistas apuntan a su madre, y por eso Sisely le ruega a Merlin que le ayude a encontrar al verdadero asesino, todo ello a contrareloj, pues el inspector de policía Hylan está reuniendo importantes pistas incriminatorias.
Para ello Merlin irá conociendo los testimonios de los principales sospechosos: Agnes Boghart, la amante de Fagalde; Evelyn, la viuda del Sr. Fagalde y principal sospechosa para la policía; Samuel Gaywood, el inválido y malhumorado hermano de Evelyn; y William Gaywood, hijo de Samuel, y oveja negra de la familia.
Muy pronto Merlin empezará a comprender que tras el asesinato de Fagalde puede haber mucho más de lo que aparenta a primera vista, algo relacionado con el pasado del muerto, y que el lector deberá descubrir por su cuenta.
La ambientación de esta fascinante trama es soberbia, con un tono de novela negra clásica que no era fácil de lograr en los años en que fue escrita la obra, tratando ciertos temas que la censura no hubiera permitido de haberse desarrollado la historia en España. Posiblemente el hecho de que los títulos de la colección fueran supuestas traducciones del inglés (en este caso estoy reseñando “Cadavers alike”) permitía que los censores de turno levantaran la mano, pues sabido era que en el extranjero la moralidad estaba por los suelos comparado con el impecable comportamiento de los españoles, y sobre todo de las españolas. De este modo, reflexiones como la que hace el protagonista (“… había dos medios de evitar la soledad: recurrir a alguna chica conocida o a una desconocida”) no serían admisibles si la acción se desarrollara en Burgos, pero ocurriendo en Nueva York, donde las mujeres son unas frescas, no había problema.
Como parte de la trama de Igual que los muertos aparecen temas como el divorcio, la prostitución, o la drogadicción; algo impensable para la España de 1966, donde esas cosas directamente no existían, o se ocultaban bajo la alfombra.
El autor da además muestras de conocer en profundidad la ciudad de Nueva York, con precisas descripciones de algunas de sus zonas más ilustres y también más lúgrubes, que permiten al lector adentrarse en la historia con facilidad.
Con este pequeño artículo, quiero rendir un pequeño homenaje a otro de esos escritores a los que se les ha dado muy poca relevancia, y que muy poca gente ha leído, por encontrase a la sombra de otros de mayor fama, entre ellos su hermano.
Siempre me he preguntado si Francisco consideraba haber acertado en su decisión, o por el contrario dejar la literatura le supuso una frustración personal.
La respuesta me la dio el gran Antonio Vera Ramírez, que afirma que su hermano «simplemente estaba harto de informalidades editoriales, y no le supuso ningún trauma abandonar la literatura. Simplemente regresó a su actividad bancaria con un cargo importante, y siguió viviendo tan feliz.«
Me alegra saber que D. Francisco continuó su vida felizmente al margen de su faceta como escritor, pero no es menos cierto que la literatura popular perdió un gran escritor, que eso sí, dejó tras de sí un ingente legado pendiente de descubrir. Yo al menos me propongo hacerlo.
Porque queridos lectores, tenemos que hablar de Mortimer (Cody).