LA NOVELA POPULAR Y EL ESPIRITISMO

Probablemente cualquiera que lea este artículo haya soñado en algún momento de su vida con la idea de comunicarse con los espíritus, bien como resultado de una morbosa curiosidad, o incluso como una necesidad de contactar con algún ser querido que ya no está entre nosotros.

El caso es que el espiritismo, que nació como una corriente pseudo-científica, desde el punto de vista literario ha acabado siendo un recurso más dentro del género del terror. Si alguien contacta con el Más Allá, siempre hay un precio a pagar. Hay consecuencias, y casi nunca son agradables.

El espiritismo ​ es una doctrina originada en Francia a mediados del siglo XIX, cuyo máximo exponente fue Allan Kardec (1804-1869). Esta doctrina establece como principios fundamentales la inmortalidad del alma, lo que da pie a la existencia de los espíritus, que pueden relacionarse con los hombres con la ayuda de diversos médiums. De estos espíritus se podrían obtener grandes enseñanzas sobre diversos aspectos actuales, e incluso sobre el futuro.

Kardec definió al espiritismo como la ciencia que estudia la naturaleza, origen y destino de los espíritus, además de su relación con el mundo corporal y como filosofía, ya que estudia las consecuencias morales que resultan de esas relaciones.

El espiritismo se puso de moda en la era victoriana, convirtiéndose en un pasatiempo para las clases altas británicas y, entre sus ilustres practicantes, podemos encontrar -por citar a algunos- a Arthur Conan Doyle, Charles Dickens, Leon Tolstoi, y al mismísimo Victor Hugo, que pasó una larga temporada en Gran Bretaña cuando decidió exiliarse a la isla de Jersey después de haber publicado un panfleto contra Napoleón III.

Precisamente de Victor Hugo se publicó en Francia en 1964 “Lo que dicen las mesas parlantes”, un libro que no es más que la supuesta transcripción realizada por el propio autor de las comunicaciones que a lo largo de diversas sesiones tuvo con los espíritus de Shakespeare, Platón, Galileo, Jesucristo, Napoleón, Aristóteles o incluso con entes como el Drama o la Muerte. En 2014 por fin se publicó en castellano.

Afectado por la muerte de su hija Leopoldine, Victor Hugo decidió probar a pesar de su escepticismo inicial el tema del espiritismo gracias a la mediación de la poetisa Delphine de Girardin, ilusionado con la idea de poder comunicarse con su hija. Poco a poco Victor Hugo fue obsesionándose con el tema, disminuyendo el tiempo entre sesión y sesión hasta hacerlas casi diariamente, hasta el punto de que llegó a creer que los espíritus le dictaban algunas de sus obras. El propio autor duda en alguno de sus poemas de su capacidad como escritor, preguntándose si es un poeta o un mero profeta, en una interesante reflexión que nos recuerda a la intervención de las musas de la cultura griega.

Hoy en día hay todo tipo de teorías sobre si Victor Hugo creía realmente o no en los espíritus, y hay quien dice que padecía parafrenia fantástica, un trastorno mental que se manifiesta por lo general antes de los 30 años, con síntomas como la inquietud o la ansiedad y que progresivamente va avanzando hacia las ideas extravagantes y las alucinaciones, no solamente acerca de la relación del sujeto con su entorno sino también sobre todo tipo de elementos, como los conflictos políticos y, sobre todo, las fuerzas del más allá.

El caso de Leon Tolstoi no merece demasiada atención, pues, aunque recoge episodios de sesiones espiritistas en algunas de sus obras más conocidas como Anna karerina o Resurección, parece ser que se limitó a narrar algo que estaba de moda entre la clase alta de la época como parte de las tramas, pero al menos que yo sepa, a título personal no era un creyente del espiritismo.

En el polo opuesto, es más que conocida la relación de Arthur Conan Doyle con el espiritismo y con el mundo de lo sobrenatural en general. El autor de Sherlock Holmes afirmaba haber hablado con su hijo fallecido en multitud de sesiones de espiritismo, e incluso tenía supuestas fotos suyas desde el más allá, algo muy común en esa época (un fraude fotográfico, por supuesto), y cuyo ejemplo más conocido tal vez sea una fotografía del espíritu de Abraham Lincoln abrazando a su viuda, y que reproduzco en este artículo. Para el que no conozca a fondo el tema, y por no extenderme demasiado, recomiendo buscar información sobre el suceso de las hadas fotografiadas, un misterio que Doyle defendió a capa y espada, y que acabó demostrándose que tal sólo era un vulgar fraude, para decepción del escritor, que aún así siguió creyendo firmemente en los espíritus.

Para mi gusto lo más fascinante que podemos encontrar relativo a Doyle y el espiritismo es todo lo que atañe a su relación con Houdini. El rey de los magos y Doyle eran buenos amigos, y éste último le introdujo en el mundo del espiritismo cuando Houdini mostró su interés por contactar con su madre muerta. En medio de una sesión espiritista organizada por Doyle, Houdini entendió que todo era un fraude cuando la médium le entregó un mensaje escrito por su madre ¡en inglés!, un idioma que ella nunca había hablado. Por mucho que Doyle intentara convencer a su amigo de que su madre podía haber aprendido inglés en el cielo, la realidad es que esa sesión llevó a Houdini a convertirse en una especie de justiciero que se dedicaba a desenmascarar a médiums que se aprovechaban de la buena fé de la gente desesperada que intentaba contactar con un ser querido fallecido. Las opiniones enfrentadas de ambos amigos -uno un firme defensor del mundo de lo oculto, y el otro un detractor que veía que todo era una patraña- hizo que su amistad acabara rompiéndose.

El final del enfrentamiento entre los antiguos amigos no tuvo tampoco desperdicio. En 1925 una médium pronosticó durante una sesión el fallecimiento de Houdini a finales de año. El 31 de octubre de 1926, con un poco de retraso respecto a la predicción, Houdini fallece de forma trágica y prematura. Su esposa Bess cumplió con el plan que había acordado con su marido tiempo atrás: habían creado un código secreto (diez palabras secretas extraidas curiosamente de una carta de Conan Doyle) que guardaron celosamente, con el fin de que el superviviente de la pareja contactara con el otro en una sesión de espiritismo, y el espíritu debía decir las diez palabras. Lo extraño del caso es que Bess contó para llevar a cabo la tarea con Arthur Conan Doyle, que en esos tiempos ya tenía un enfrentamiento público con Houdini.  El final de la historia nunca ha quedado muy claro. Según algunas versiones, el médium, un hombre llamado Arthur Ford, logró descifrar el código y Bess terminó por creer en la existencia del más allá. Otras versiones afirman que Bess destapó que Ford usó una serie de engaños en el supuesto mensaje desde el Más Allá de su marido, y demostró que todo era falso. Por otro lado, Conan Doyle se fue a la tumba muchos años después (el 7 de julio de 1930) totalmente convencido de que el mundo de los espíritus era real.

Para hecernos una idea de la importancia que Conan Doyle tenía sobre el movimiento espiritista, el día de su muerte, una multitud de unos 8 mil espiritistas se reunieron en el Royal Albert Hall de Londres para homenajear al escritor. Entre la multitud, una famosa medium inglesa llamada Stelle Roberts dijo que vio entrar a Conan Doyle a la sala y sentarse junto a ella.

Los meses posteriores, muchos mediums aseguraron haber entrado en contacto con el escritor; sin embargo, tuvieron que pasar cuatro años para que, finalmente se realizara una sesión espiritista multitudinaria con la finalidad de escuchar lo que sir Arthur Conan Doyle tenía que decir desde el más allá.

El 28 de abril de 1934, un medium llamado Noah Zerdin invocó a Arthur Conan Doyle en medio de una multitud en Aeolian Hall de Londres y, con ayuda de un fonógrafo, grabaron la voz del escritor (o al menos eso decían ellos). Para los muy curiosos, se puede encontrar en internet la supuesta grabación de esa sesión.

El caso de Charles Dickens es algo distinto, pues realmente en el escritor confluían el escepticismo y la curiosidad por el mundo de lo sobrenatural; una curiosidad que le llevó a obsesionarse con el tema, algo por cierto muy habitual, y que estoy convencido más de uno de los que lean este artículo habrán experimentado de jóvenes si es que en algún momento tuvieron una época de participar en Ouijas.

Dickens asistió a numerosas sesiones de espiritismo organizadas por El Club de los Fantasmas (una sociedad fundada en Londres en 1862 dirigida a investigar fenómenos paranormales, y de la que formarían parte años después Arthur Conan Doyle, el poeta W.B. Yeats, o Algernon Blackwood entre otros), con la intención de convencerse de que todo era un fraude, pero lo cierto es que en su interior quería creer que ese mundo existía.

El Club de los fantasmas sigue existiendo en la actualidad, por cierto.

Lo paranormal es de hecho un elemento muy importante en la carrera literaria de Dickens. A lo largo de su vida escribió más de dos docenas de historias de fantasmas, muchas de ellas pequeños relatos incluídos dentro de novelas más extensas, como Los papeles póstumos del Club Pickwick (mi obra favorita de Dickens), Nicholas Nickleby, o Casa desolada, aunque probablemente sus historias fantasmales más conocidas sean sin duda Un cuento de Navidad y El guardavía. En el primer capítulo de la novela David Copperfield se dice que el niño nació un viernes a las doce de la noche y que podía ver fantasmas.

Como curiosidad, de todos es conocido que Charles Dickens falleció en 1870, dejando inacabada su obra El misterio de Edwin Drood, una de esas obras malditas sobre las que se han escrito miles de teorías.  Pues bien, en 1872 comienza a circular una historia según la cual el fantasma de Charles Dickens habría contactado con un médium americano llamado Thomas P. James, para dictarle el final de El misterio de Edwin Drood. El propio James afirmaba haber sido un incrédulo del mundo del espiritismo (algo que se demostró que era falso, pues asistía regularmente a sesiones), hasta que un día asistió casualmente a una sesión y cayó en trance, y con un lapicero empezó a escribir una extraña comunicación que le transmitía el propio Dickens, diciendo que desde el mismo día de su muerte había buscado a un médium para dictarle el final de su novela, y que por fin había encontrado uno adecuado. Además, el escritor le habría propuesto que le dedicara horas, y que Dickens se encargaría de ir dictándole el final de la novela. Cumplió el mandato que recibió y según algunas versiones el resultado de fue asombroso, pues aseguran que el estilo con el que finalizó la novela era tan parecido al del propio Dickens que parecía que el final de la obra había sido escrito por el propio autor desde el otro mundo. Yo personalmente me he negado siempre a leer cualquiera de las múltiples versiones que existen sobre el final de la obra incabada de Dickens, así que no puedo opinar al respecto.

Me gustaría aprovechar para recomendar desde aquí la lectura de La Soledad de Charles Dickens, una infravalora novela de Dan Simmons en las que se nos ofrece una interesante versión de los últimos días de Charles Dickens a raíz de un accidente ferroviario que le cambió la vida, y en la que se presenta una fascinante explicación sobre el misterio de Edwin Drood.

¿Y qué pasa con el espiritismo en la literatura española? Hay que tener en cuenta que el espiritismo ha sido considerado durante muchos años un tema tabú en sociedades como la española, fuertemente influenciadas por la religión católica, ya que el mundo de los espíritus choca frontalmente con las premisas de la religión.

Aún así, en consonancia con lo que estaba pasando en el resto de Europa, llega en 1853 a España el fenómeno de las mesas giratorias, con toda la parafernalia habitual de la época, y entre abril y julio de ese mismo año se desata una auténtica epidemia espiritista, que llama la atención incluso de la prensa médica y científica de la época.

La propia reina, Isabel II, acompañada del resto de la familia real, se deja seducir por el fenómeno, y celebra en su residencia de Aranjuez una sesión, contando con la presencia de una familia vecina de la localidad, famosa por sus dotes como mediums.

Por supuesto Su Majestad y el resto de la familia real permanecen ajenos físicamente al experimento, manteniéndose observantes a distancia, haciendo que participen directamente sus criados, oficiales y caballerizos.

A nivel literario, podemos encontrar rastros del espiritismo en la mayor parte de las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), en cuya obra el mundo no visible tiene una constante presencia, y del que hay indicios de que podría haber participado directamente en sesiones espiritistas que estaban comenzando a celebrarse en España. Posteriormente, autores como Valle-Inclán (1866-1936), especialmente en La Lámpara Maravillosa y en Ligazón; o Eduardo Zamacois (1873-1971), que, sobre todo en su fascinante “El Otro” (1910), también deja muestras del mundo del espiritismo en su obra. En esta terrorífica novela, Adelina y su amante Juan Enrique Halderg, asesinan al doctor Riaza, el impotente y sádico marido de Adelina. Al recomponer sus vidas juntos, comienzan a sentir una presencia acechante que a mi me recuerda a la figura del Horla de Guy de Maupassant. La sombra del muerto, del otro, parece interponerse entre su amor, hasta el punto de convertirse en un íncubo que va reconquistando a la viuda y debilitando la virilidad del amante, que poco a poco va enloqueciendo y acaba suicidándose después de haber matado a Adelina. Una fascinante novela que invita a que el lector se plantee diversas cuestiones sobre el más allá.

Otra autora que se tomó muy en serio el tema fue Carmen de Burgos (1867-1932), más conocida como Colombine, pionera del periodismo y de los derechos de la mujer, publicó en 1922, “El Retorno: novela espiritista”, en la que recoge sus experiencias espiritistas vividas en Portugal, narradas en un tono serio que en ocasiones parece una novela de terror. No es la única obra de Colombine relacionada con el mundo del Más Allá, como ocurre también en “La voz de los muertos” o en “Los endemoniados de Jaca”. Otra de esas autoras totalmente borradas de la historia a raiz de la irrupción del franquismo que merece la pena recuperar.

También me gustaría mencionar la visión de la literatura más bohemia sobre el fenómeno del espiritismo, que en ocasiones no se tomaba demasiado en serio el fenómeno.  Pío Baroja confesó haber asistido a varias sesiones espiritistas, que suelen tener como resultado, según recuerda en sus Memorias, “que alguna criada quede misteriosamente encinta, a resultas de sus supuestos encuentros con los espíritus”.

Por supuesto otro caso similar es el de mi admirado Emilio Carrere, que en novelas como El Sexto sentido o Un crimen inverosímil da muestra de su interés por el tema, pero no parece acabe por tomárselo demasiado en serio; y qué decir de Pedro Muñoz Seca, que en La Plasmatoria (1935) resucita a Don Juan tenorio en una desternillante parodia de una sesión espiritista.

Para terminar esta “breve” introducción, me gustaría mencionar la figura de Amalia Domingo Soler (1835-1909), la gran dama del Espiritismo español, y que fue en su momento la máxima defensora de un movimiento que no se limitaba únicamente al terreno de lo sobrenatural, sino que acabó convirtiéndose en todo un movimiento político. Como prueba, en un congreso espiritista internacional celebrado en Barcelona en 1888 y del que Amalia fue vicepresidenta, se aprobaron una serie de principios del movimiento, y que en esos momentos resultaba absolutamente revolucionario. Por citar tan solo algunos de estos principios, se incluían la Reinvindicación de la igualdad entre géneros y liberación de la mujer; Enseñanza laica; la abolición completa de la esclavitud; la supresión gradual de las fronteras políticas o el desarme de los ejércitos, sin olvidar que se pedía la Interpretación del espiritismo en calidad de religión laica, antiautoritaria, igualitaria y socializadora.

Creo importante destacar el peligro que la Iglesia católica vio en el creciente interés por el espiritismo, en tanto en cuanto podía suponer una grave competencia, y de hecho en España se produjeron constantes enfrentamientos que ahora no viene al caso detallar.

La Carta Encíclica del Santo Oficio del 1856 alertó contra la evocación de las almas de los difuntos, así el 4 de agosto de 1856, vista la difusión del fenómeno del Espiritismo, el Santo Oficio declaró “ilícita, herética y escandalosa, la práctica de evocar las almas de los muertos, y recibir sus respuestas”.

El 1 de febrero de 1882, la Sacra Penitenciaría declaró ilícito incluso tan sólo asistir a las sesiones y a los juegos espiritistas.

El Catecismo de S. Pío X de 1905 recoge que “Todas las prácticas del espiritismo son ilícitas porque son supersticiosas y no están inmunes de la intervención diabólica, y por eso fueron justamente prohibidas por la Iglesia”.

Lógicamente, la guerra civil española y el inicio de la larga dictadura de Franco supusieron un parón en seco del incipiente movimiento espiritista en España.  La Iglesia católica veía en este tipo de movimientos un enemigo claro, y dada la estrecha relación Iglesia-Estado que se estableció durante la dictadura de Franco, el espiritismo desapareció, al menos oficialmente. Todos los libros espiritistas fueron prohibidos, y retirados de las librerías.

Este folletín, de principios del siglo XX, no sería posible tras la guerra civil

El 1 de marzo de 1940, apenas un año después de acabar la guerra civil, apareció la “Ley sobre la Represión de la Masonería y el Comunismo”, que extendía todos sus preceptos a otras organizaciones como la espiritista. Aunque esta Ley no consideraba la pena de muerte, establecía penas de cárcel de hasta treinta años de cárcel, destierro, y la inhabilitación perpetua y absoluta para cargos de dirección de empresas y organismo públicos y privados.

La censura empezó a actuar, de modo que ninguna nueva publicación pudiera incluir entre otras cosas, ningún aspecto que supusiera una defensa del espiritismo.

Con este marco jurídico y social, ya podéis imaginar el margen que tenía la novela popular de posguerra para incluir cualquier referencia al espiritismo, que solo podría aparecer para ser ridiculizado y siempre asociado como un elemento oscuro o terrorífico. Precisamente, uno de los logros de la Iglesia católica a lo largo de este gris periodo de la historia de España fue lograr que la gente viera el espiritismo -que recordemos que nació curiosamente como una corriente científica y como un movimiento casi filosófico- como un fraude que podía poner en peligro nuestras almas.

Como suele ser habitual en este tipo de artículo que se centran en un tema concreto, no pretendo bajo ningún concepto el realizar una relación exhaustiva de novelas en las que aparezca el espiritismo. La novela popular es sencillamente inabarcable, y por ello únicamente quiero dar unas pequeñas pinceladas de cómo se trataba el tema.

Aunque siempre ha sido habitual en la novela popular la presencia de fantasmas, la censura no permitía la aparición de elementos espiritistas, entendiendo como tal la convocación voluntaria de los espíritus para hacerles preguntas. Tan sólo a partir de los años 70, con la dictadura dando sus últimos coletazos y la censura ya muy suavizada, es cuando podemos encontrar referencias claras al espiritismo en la novela popular de quiosco, y como es lógico, de forma casi exclusiva en el género de terror, pues en este momento la imagen del espiritismo ya era la de algo clandestino y terrorífico.

En mi búsqueda sobre novelas populares que traten el espiritismo, he localizado bastantes referencias, de las que sólo mencionaré unas cuantas, intentando recoger el mayor número posible de autores, entre los que encontraremos a Curtis Garland, Silver Kane, y, sobre todo, Ralph Barby, sin lugar a dudas el autor que en más ocasiones recurre a este tema, que intuyo conocía muy bien.

Por lo que he podido saber, gracias a la propia hija de Curtis Garland (muchas gracias, Mercedes), Juan Gallardo Muñoz, acompañado de su esposa Teresa, tuvo de forma ocasional contacto con el mundo del espiritismo, al participar en varias sesiones que imagino que en aquellos años debían practicarse en domicilios particulares de forma clandestina. Por lo visto, lo dejaron porque se estaba convirtiendo en algo muy intenso, una sensación que creo que puede entender perfectamente todo el que de joven haya participado alguna vez en sesiones similares o con la célebre Ouija. Algo que empieza como un juego, puede convertirse en una peligrosa obsesión. Para todos los que conocemos mínimamente la obra del autor, no sorprende descubrir el hecho de que se interesara en un momento dado por el espiritismo, en una persona de amplia cultura que aparentemente sentía curiosidad por absolutamente todo lo que le rodeaba. Mercedes me comentaba que pensaba que su padre tenía para muchas cosas una mentalidad de finales del siglo XIX, momento en el que el espiritismo experimentó su mayor auge. Yo simplemente creo que era un genio atemporal.

Lo que daría yo por conocer a fondo los detalles de esas sesiones de espiritismo en las que participó Curtis, y saber a quién se invocaba.

El caso es que la experiencia debió dejarle huella, pues es bastante frecuente encontrar referencias al espiritismo en sus obras, y aunque trata el tema desde un punto de vista terrorífico, al menos en sus novelas no resulta ser un fraude, y se nota que dominaba la materia por la cantidad de detalles que aporta.

Ya en la primera novela que publicó para la colección Selección Terror (Anoche salí de la tumba, nº2, 1973), hay una escena al respecto, con la esposa de un hombre recién fallecido haciendo una sesión espiritista para contactar con su marido. En ella aparecen todos los elementos típicos de una sesión de este tipo, con el círculo de manos, la médium, e incluso la mención a un espíritu burlón.

En Viaje hacia el horror (Selección Terror nº 187, 1976), se hace mención a realizar una sesión de espiritismo a bordo del Sally Ann, uno de esos barcos malditos de los que ya hablé en una reseña de este mismo blog dedicado al Terror en alta mar.

En Morgana (Selección Terror Extra nº 18, 1983), la histortia gira alrededor de Morgana de Wilders, una mujer acusada a finales del siglo XIX de practicar espiritismo y convocar a los muertos. Durante la novela se produce alguna sesión de espiritismo, con un interesante comentario de uno de los protagonistas: “Hacer una sesión de espiritismo no es delito aquí, salvo para el reverendo Moore”, en referencia a la visión de la Iglesia sobre el tema.

En Dinastía diabólica (Selección Terror nº 487, 1982), el autor nos ofrece una curiosa visión científica del espiritismo que no chocaría con la religión:

Si existen los espíritus, es que existe otra vida. Si esa otra vida existe, es que existe Dios. Y si existe Dios, existe el demonio, del mismo modo que, si existe el Bien, tiene por fuerza que existir el Mal.

Una conjetura fría y lógica —aceptó el regente de Morgenstein—. Pero yo no digo que los espíritus sean obra simplemente de la existencia de otra vida ultraterrena, sino que pueden materializarse, quizás, a través de nuestra propia mente.

—Ya veo. El espiritismo, según eso, seria simplemente un fenómeno parapsicológico, creado por la mente humana.

—Es posible científicamente, ¿no?

—Por supuesto. La ciencia sólo admite esa clase de fenómenos como resultado de una sugestión o de un hecho parapsicológico, obra del propio ser humano. Pero la ciencia no siempre lo explica todo.”

Permítanme que no me extienda más con Curtis Garland, para dar paso a otros autores.

Un caso muy interesante es el de la novela Sonata maquiavélica (Punto Rojo nº 258 de Bruguera, 1967), de Frank Caudett (Francisco Caudet Yarza), un autor que era íntimo amigo de Juan Gallardo Muñoz, así que cabe la posibilidad de que compartieran en algún momento afición por el mundo del espiritismo.  Lo interesante de esta novela es que se publicó en 1967, en medio de la dictadura de Franco, aunque es cierto que en estos años la censura ya no era tan incisiva como unos años atrás.

En la novela, en la que por cierto aparece un personaje llamado Kent Davis (uno de los pseudónimos de Juan Gallardo Muñoz), dos mujeres que no se conocen entre sí reciben una misteriosa llamada telefónica en las que les aseguran que pueden contactar con sus maridos, recientemente asesinados y decapitados, a través de una médium, y para ello les invitan a que acudan clandestinamente a un viejo caserón aparentemente abandonado, con la amenaza de que, si se lo cuentan a alguien, se reunirán con sus maridos en el Más Allá.

Una interesante premisa no tan bien desarrollada en la que el espiritismo y la Sonata pathétique n° 8 de Beethoven tienen un protagonismo decisivo, y en la que, como no podía ser de otra forma en esos años, se muestra una imagen del espiritismo como un fraude para sacar dinero a la gente.

En Yo volví del más allá (Punto rojo nº 1.119 de Bruguera), de Rocco Sarto, se nos presenta a Elmer Fallon, considerado el mejor médium de Nueva York, un hombre que ha recibido un mensaje de los espíritus en el que le avisan de que va a ser asesinado. A través de Fallon se manifiesta una tal Gloria Mendoza, un espíritu que vuelve del Más Allá para vengarse, ordenando a tres hombres que atraquen un banco…

Lou Carrigan nos presenta al principio de Juegos de Cementerio (Selección Terror nº 440, 1981) a ocho personas que se encuentran alrededor de una mesa realizando una sesión de espiritismo, haciendo las clásicas preguntas que el espíritu responde dando un golpe en la mesa cuando la respuesta es afirmativa. Los protagonistas de la sesión se la toman a modo de broma, haciendo preguntas absurdas y aprovechando para meter mano a la chica que tienen al lado. Se presenta por tanto el espiritismo como un juego de mesa más, sin ningún viso de verdad. A partir de aquí la novela toma derroteros distintos, muy interesantes, en una historia que perfectamente podría haber sido adaptada para un episodio televisivo de Alfred Hitchcok presenta. Muy representativa esta novela para reflejar esa visión del espiritismo como un juego, que tan de moda se puso en los años 70 y 80 en España. Por lo que he podido leer de Lou Carrigan en el género del terror, es un autor que huye de los argumentos sobrenaturales, posiblemente porque considera este tipo de elementos un mero fraude, y por ello recurre con frecuencia al típico Mad Doctor en sus argumentos.

Silver Kane recurre al espiritismo en Tres noches con los espíritus (Nº 333 de Punto Rojo de Bruguera), una novela supuestamente policiaca, pero que podría haber sido publicada perfectamente en Selección Terror, algo que ya he comentado en otras ocasiones. En la novela, la clásica historia sobre una herencia con cláusula excéntrica, los herederos se ven obligados a pasar 3 noches en una siniestra mansión, en la que no se les ocurre otra cosa que celebrar una sesión de espiritismo. Nuevamente vuelve a recurrirse al tema como un elemento terrorífico.

El siempre interesante Burton Hare también nos deja una interesante historia de espiritismo en Cita con los espíritus (Selección Terror nº 197, 1976). Una historia que se desarrolla en una mansión del siglo XVIII llamada Shadow House ya promete de antemano. Allí ha decidido ir a vivir un millonario espiritista llamado Robert Huntsville con su nueva y flamante esposa, Eva Allen, y con ellos se encuentra temporalmente de visita su prima Patricia, una periodista que quiere escribir sobre la siniestra casa. Una noche, Patricia cree sentir una extraña presencia en su habitación, y tras comentárselo a sus anfitriones, su primo Robert decide realizar una sesión de espiritismo en la casa esa misma noche junto con un matrimonio amigo de Eva que también está de visita. Robert intenta convocar el espíritu de su fallecido hermano George, dando lugar a una terrorífica trama que no destriparé.

El caso es que vuelve a emplearse el espiritismo como algo siniestro, ofreciendo esa visión de que el intentar contactar con los difuntos siempre trae consecuencias funestas.

Del mismo Burton Hare nos encontramos con La venganza de los espíritus (Selección Terror nº 580, 1984), donde volveremos a tener otra terrorífica sesión de espiritismo en una noche de tormenta dirigida por Amos Lundgrem, con el habitual círculo de manos alrededor de una mesa redonda que se mueve sola. Amos Lundgrem invoca a su fallecido hermano Geoffrey. Pues bien, puedo confirmar que La venganza de los espíritus no es más que la reescritura de Cita con los espíritus. Se han cambiado los nombres de todos los personajes, y se ha hecho una nueva redacción, por lo que en apariencia son dos novelas diferentes, pero el argumento es prácticamente idéntico en ambos casos.  Aquí la casa se llama Black House en lugar de Shadow House, pero se repite lo de la prima viviendo con el matrimonio reciente, el millonario espiritista, la sesión en la que se invoca al hermano muerto, y el desenlace de la historia. Los autores de bolsilibros eran unos genios en esto de colar obras antiguas como nuevas, aunque hay que reconocer que en este caso el engaño no es tan evidente como en otros que hemos analizado en este mismo blog, y en los que apenas se cambiaba nada.

Ada Coretti, reina del Gore (con permiso de mi admirado Adam Surray), también nos regala una peculiar sesión de espiritismo en Los muertos quieren vivir (Selección Terror nº 556, 1983), una historia en la que no faltan las habituales escenas truculentas de la autora y en la que una especie de mago llamado Orson Wyn, que dice tener entre otros poderes el de devolver la vida a los muertos, organiza una sesión para invocar el espíritu de una joven muerta recientemente con la intención de resucitarla. Sin ser exactamente una sesión espiritista de las que estamos analizando, en el libro sí se hace mención al espiritismo más convencional, aunque de una forma superficial que denota que no es un tema que dominara la autora.

El autor que he dejado para el final es Ralph Barby, que probablemente sea el que más títulos tiene relacionados con el espiritismo, y que demuestra conocer el tema en profundidad.

En Pensión de París (Selección Terror nº 189, 1976) tienen gran protagonismo Marguerite y Hortense Magenta dos ancianas hermanas que regentan una pensión parisina, y que comparten una gran afición por el espiritismo, que practican con unos extraños instrumentos.

En Foto Sex (Selección Terror nº 173), la joven Lumiére asiste aterrada a la horrible e inexplicable muerte de su anciana tía, que está a su cuidado, y acaba encerrada en un centro psiquiátrico. Al poco tiempo la dejarán salir al no haber pruebas en su contra y un joven policía encargado del caso intentará ayudarla a investigar la extraña muerte de su tía, de la que el principal sospechoso es un misterioso espiritista llamado Joverek.

En Regresa a tu sepulcro (Selección Terror nº 397,  1980) un grupo de personas deciden realizar una sesión espiritista en la Maison des Arbres, una vieja casa de huéspedes a la que han llegado de forma accidental,  y deciden contactar con el espíritu más cercano. El autor da todo tipo de detalles sobre el desarrollo de una sesión espiritista, con las habituales palabras de invocación, y el código de golpes para las respuestas del espíritu invocado (Tres golpes es presencia, un golpe, sí; dos, no), demostrando una vez más que conoce bien el tema.

El caso es que a la invocación responde una joven llamada Aurore, que dice no estar en paz en el mundo del Más Allá.

En la novela Alguien pintó el mal (Selección Terror nº 425, 1981), el juez Cunning saca de forma clandestina durante la noche a Dorothy Ambross con la complicidad de la enfermera Laura Berner. Los tres se dirigen a una pequeña isla, donde son recibidos por Aldo Wassermann, sobrino de Florence Wassermann, en el único caserón que ocupa la isla. El motivo de tan extraña reunión: celebrar una sesión de espiritismo en el caserón, que tiene fama de estar encantado, y el motivo de llevar a Dorothy es que supuestamente es una médium extraordinaria. El plan es celebrar la sesión para contactar con una tal Natalie Norton, para descubrir al hombre que la asesinó dos años atrás.

En el libro toma un gran protagonismo el espiritismo, y se hace referencia a temas como los supuestos poderes de Hitler como Medium, o al empleo del espiritismo en la resolución de ciertos crímenes.

En Profesor de espiritismo (Selección Terror nº 348, 1979) nos encontramos con un moderno edificio de oficinas llamado Midas Buiding en el que se están produciendo una serie de extraños sucesos sobrenaturales de los que parece ser responsable un horrendo fantasma. Los dueños del Midas Building recurren al profesor Wassermann, catedrático universitario, experto en espectrología, ocultismo y otras ramas de la paraciencia, para que intente resolver el misterio, y por supusto tendremos una sesión de espiritismo clásico, con su círculo, médium, y toda la parafernalia habitual. Ralph Barby vuelve a dar muestras de conocer perfectamente el mundo de la parapsicología y del hipnotismo, y nos obsequia con la siguiente reflexión de boca de uno de los protagonistas de la novela:

El espiritismo no es una afición para quien cree en ello, sino una doctrina, aunque para la mayoría de la gente sea una estupidez y un engaño. Claro que muchos de los que pueden decir tales cosas sobre los espiritistas no irían con uno de ellos a un cementerio y de noche

Esta novela es un perfecto ejemplo de algo que no habría sido posible publicar durante la dictadura, dado que da una visión del espiritismo casi como una rama científica, algo impensable unos años atrás.

Otra muestra más que prueba el amplio conocimiento de Ralph Barby en temas parapsicológicos es Mis amigos los muertos (Selección Terror nº 320, 1979), en la que, aparte de múltiples referencias al espiritismo, adquieren una gran importancia en la trama las psicofonías.

En Oui-ja para Recordar (Selección Terror nº   609) Nadia Darwis, una mujer con un trauma infantil oculto, acaba de salir de un hospital psiquiátrico, donde ha permanecido ingresada durante dos meses por orden judicial tras haber sufrido un extraño accidente. Al reincorporarse al trabajo, empieza a rehacer su vida con un grupo de nuevas amistades, a los que les ofrece pasar un fin de semana en una alejada casa de montaña propiedad de sus padres que se encuentra en Black Hills, cerca de un lugar que llaman el cementerio de los gambusinos. La intención de Nadia es afrontar sus traumas infantiles, que sospecha están asociados con esa casa familiar, pues allí murió su hermano Louis ahogado cuando tan solo tenía 8 años. De este modo, Nadia y sus nuevos amigos Maxwell, Micky, Sheila, Peter, Arthur, y Lizzy, inician un viaje que tendrá funestas consecuencias, pues cuando están allí, Sheila propone jugar a la Ouija, lo que, como ya os podéis imaginar, no acabará nada bien. Otra gran historia de Ralph Barby que consigue momentos verdaderamente inquietantes a lo largo de la trama, especialmente la sesión de ouija, que a mi al menos me causó auténtico miedo.

Es interesante el tratamiento que se da a la Ouija en la novela, pues coincide con la imagen popular que existe sobre la misma. Lo que supuestamente no es más que un simple juego, acaba siendo una prueba individual para todos aquellos que presumen interiormente de no creer en el Más Allá. Si me atrevo a jugar con la Ouija, me demuestro a mi mismo que todo eso no son más que tonterías. El problema es que casi todo el mundo se da cuenta de que en el fondo no tiene tan claras sus ideas al respecto.

No quiero extenderme más, porque hay muchas más novelas de Raph Barby en las que emplea el espiritismo como un recurso importante dentro de sus tramas (Las maravillas de ultratumba, Carta a los espíritus de los muertos, Tengo miedo, ayúdame…).

Debo destacar que el propio Ralph Barby confirmó haber investigado durante un tiempo diversos temas relacionados con la parapsicología, entre los que por supuesto se encontraba el espiritismo. Al margen de consultar libros sobre el tema, asistió a seminarios de los parapsicólogos y científicos Óscar González Quevedo y Linares de Mulas, entre otros expertos sobre el tema.

Es una lástima que no puedo comentar una novela de la colección Easa Terror llamada Ouija (nº 208 de la colección), obra de Russ Tryon, seudónimo de Francisco Cortés Rubio, más conocido en el mundillo de la novela popular como Frank McFair, un autor que me interesa especialmente y del que me hubiera encantado mostrar su visión del espiritismo. Por desgracia, no dispongo de un ejemplar de la novela.

Y sin más, queridos lectores, tras haberos invocado, apago las velas, y rompo el círculo de manos.

Alberto Sánchez Chaves. Abril, 2021.

¡ARDE, BRUJA, ARDE!, DE ABRAHAM MERRIT, Y LAS BRUJAS EN EL BOLSILIBRO

Para los despistados, víctimas de la LOGSE, o simplemente para personas normales que no se obsesionan con rarezas, Abraham Merritt (Nueva Jersey, 1884- Florida, 1943) fue uno de los escritores pioneros dentro del mundo de la literatura fantástica junto a Edgar Rice Burroughs y H.P. Lovecraft.

Antes de empezar el artículo no quiero perder la oportunidad de recomendar a todo el mundo la lectura de Los habitantes del pozo (1917) y sobre todo, El estanque de la Luna (1919), dos obras de este fantástico autor que creo que merece la pena leer. Afortunadamente, la editorial Barsoom ha reeditado de forma magnífica estas obras, dando una oportunidad única a los nuevos lectores de conocer estas joyas literarias. Aprovecho desde aquí para agradecer a esta editorial –con la que este blog tiene una deuda- su excepcional labor.

Este curioso autor, especialista en narrar aventuras relacionadas con razas míticas y civilizaciones perdidas, poseía una amplia biblioteca de temas esotéricos, y cultivaba en su jardín todo tipo de plantas relacionadas con supuestos usos de brujería, y sin embargo era un estudioso del método científico. Aunque pueda parecer incoherente, esa dualidad magia/ciencia queda perfectamente reflejada en toda su obra, incluyendo su novela ¡Arde, bruja arde!, clásico entre los clásicos dentro de la literatura de terror.

“Burn, Witch, Burn!” (1932), publicada inicialmente por capítulos en la revista Argosy, es una original mezcla de fantasía, terror y novela de misterio, que se convirtió desde el principio en una obra fundamental que a día de hoy sigue reeditándose de forma regular.

En esta novela, tras una serie de misteriosas muertes producidas en extrañas circunstancias aparentemente accidentales, el eminente doctor Lowell –neurólogo y especialista en enfermedades mentales-  y un  mafioso llamado Ricori se ven obligados a unir sus talentos para enfrentarse a Madame Mandilip, una bruja de extraordinarios poderes que emplea para sus crímenes métodos de naturaleza sobrenatural, que imagino pondrían los pelos de punta a los inocentes lectores de la época, poco acostumbrados a este tipo de historias.

Imagino que gran parte de la fama de ¡Arde, Bruja, Arde! se debe a que fue llevada al cine en 1936 por el cineasta Tod Browning (en España se estrenó como Muñecos infernales), director de la primera versión de Drácula y de la mítica La Parada de los monstruos, para mí una de las más terroríficas películas de la historia. La realidad es que la película de Browning tiene tantas diferencias con la novela de Merrit que a mi personalmente me cuesta verla como una adaptación, lo que no evita que sea una maravilla.

El caso es que en un momento dado me surgió una pregunta: dado que la literatura de quiosco buscaba la inspiración en todo tipo de fuentes (cine, literatura, o incluso noticias reales), y dado que ¡Arde, bruja, arde! -sin llegar a la altura de otros mitos cinematográficos y literarios- era una obra bastante conocida a nivel popular (recordemos que fue publicada por Molino en la Biblioteca Oro en 1935), ¿no sería normal encontrar dentro del boom de bolsilibros de terror alguna novela que homenajeara a la historia de Merrit, o que al menos la citara? Había que comprobarlo.

Lógicamente afrontar este tipo de búsquedas en un mundo tan caótico como la novela popular no es tarea sencilla, así que empecé a indagar en Selección Terror de Bruguera, Easa Terror y la colección de Terror de Rollán, que son los tres baluartes de este tipo de literatura.

Simplemente por el título, las opciones más llamativas eran las siguientes:

  • ¡Arde Diosa, arde!, de Clark carrados. Nº 256 de Selección Terror de Bruguera (1978)
  • ¡Arde, hermosa bruja!, de Curtis Garland. Nº 108 de selección Terror de Bruguera (1975)
  • ¡Quémate, bruja!, de Clark Carrados. Nº 104 de Selección Terror (1975)
  • Las brujas deben arder, de Clark carrados. Nº 301 de Selección Terror de Bruguera (1978).

Además de estos títulos, hay muchas más novelas en las que las brujas tienen gran protagonismo, y puedo asegurar que he leído unas cuantas.

Para mayor complicación, había que considerar que al margen de las brujas el posible homenaje a Merrit pudiera venir por la temática de muñecos diabólicos -instrumento empleado por Madame Mandilip para sus crímenes-, pero afortunadamente es un tema al que ya había dedicado otro artículo en el blog, sin encontrar por ese lado ningún rastro de la obra de Abraham Merrit.

Para ver el artículo dedicado a los muñecos infernales:

https://bolsilibrosmemoriablog.wordpress.com/tag/munecos/

Es curioso que mientras que en la colección de selección Terror de Bruguera hay incontables títulos en los que las brujas tienen un protagonismo absoluto, en Easa Terror (la otra gran colección de terror por número de libros) no hay ninguna novela en la que aparezcan las brujas en su título, aunque obviamente no conozco el contenido de todas ellas y no hay que descartar en absoluto que aparezcan de un modo u otro.

Puedo asegurar que he leído bolsilibros de brujas hasta el punto de ver mujeres montadas en escobas hasta en casa de mi suegra. Resumen del trabajo: fracaso absoluto, ni rastro ni mención de la novela de Merrit. En algún caso, como ¡Arde, Diosa, arde!, la trama ni siquiera tenía que ver con brujas, y el resto por desgracia poco tienen que ver con lo que buscaba. Eso me hizo ver que la realidad es que la obra de Abraham Merrit no alcanza el nivel de popularidad necesario para formar parte de la novela de quiosco, un honor al parecer reservado exclusivamente a los más grandes mitos de la cultura popular, en especial los procedentes del 7º arte.

No obstante, este fracaso me hizo replantearme el objetivo del artículo, y aprovechando que había leído tantas obras dedicadas al tema, decidí reciclar el trabajo para formarme una idea sobre cómo se trataba la brujería en la novela popular. ¿Encontraremos una versión más cercana a la histórica o al estereotipo de los cuentos infantiles? ¿Se empleará la figura de la bruja como un monstruo más?.

Posiblemente si preguntáramos a cualquiera qué es lo primero que le viene a la cabeza cuando se habla de una bruja, la primera imagen que se le presente sea la de una mujer vieja, muy fea, con verrugas, de gran maldad, risa estridente, con su característico gorro puntiagudo, y posiblemente montada encima de una escoba. Probad a decidle a un niño que dibuje una bruja, y comprobaréis que no ando muy desencaminado. La realidad es que la imagen de la bruja que se ha impuesto en el imaginario popular es la de los cuentos infantiles.

Pero esto no siempre ha sido así.

En la Roma y Grecia clásicas, las mujeres con capacidades mágicas no tenían esa connotación negativa que se acabaría imponiendo con el tiempo, pues las llamadas hechiceras, que empleaban todo tipo de pociones y hierbas con fines curativos estaban muy bien consideradas socialmente. La figura de la hechizera era un personaje que imponía respeto más que miedo. También es cierto que ya desde el principio la magia “buena” en todo tipo de mitologías se viene asociando casi siempre a lo masculino, y la magia “mala” a las mujeres. En la mitología griega y romana hay multitud de ejemplos de brujas (aún no se las llamaba así) que emplean brebajes de mágica naturaleza, como pueden ser la Medea de Jasón y los argonautas, Ariadna, la Pánfila de Apuleyo, la Simeta de Teócrito o la Circe de la Odisea que transformaba en animales a los hombres, pero con una imagen aún muy alejada de la de la bruja actual. Podría decirse que estas poderosas hechiceras eran mujeres que podían alterar el orden natural de las cosas, pero no tenían porqué ser necesariamente malvadas, y por supuesto, no habían realizado ningún tipo de pacto con el demonio, figura que lógicamente aún no existía.

El punto de inflexión respecto al concepto moderno de la bruja debemos buscarlo en la edad media, con la acción de la Iglesia católica, y en particular con la Inquisición. La palabra bruxa aparece por primera vez en la segunda mitad del siglo XIII en un vocabulario latino-arábigo, como término equivalente al de súcubo o demonio femenino, y posteriormente en Aragón se emplea el término Broxa como sinónimo de envenenadora. A finales del siglo XIV aparece la palabra Bruja (hexe en alemán) en los libros de delitos de la ciudad Suiza de Schaffhausen para referirse a mujeres que tenían poderes procedentes del maligno.

Recordemos que la Biblia, sobre todo el Antiguo Testamento, prohíbe la magia y la adivinación: “No realizaréis adivinación ni magia” (Levítico 19:26) y establece la pena de muerte para los magos: “Los magos no los dejarás vivir” (Éxodo 22:17); y sin embargo, curiosamente la magia no siempre era vista de forma negativa en el libro sagrado, con poderosos reyes bíblicos consultando a hechiceras, o con la presencia de los mismísimos Reyes Magos adorando al niño Jesús.

La realidad es que la propia Iglesia consideraba hasta la edad media la hechicería como una superstición, y de hecho el Concilio de Paderborn del año 785 (ratificado por Carlo Magno en 906 con el Canon Episcopi) castigaba tanto la creencia en la magia como su persecución: “Quien, cegado por el Demonio, cree como los paganos que alguien es una bruja y come a personas, y la queme por ello o deja comer su carne por otros, será castigado a pena de muerte

Todo esto cambia con la llegada de lo que hoy conocemos popularmente como caza de brujas, un fenómeno que nació en Europa Central a principios de la Edad Moderna, concretamente  entre los años 1420-1430 (aunque hay un caso aislado documentado de juicio por brujería en Kilkenny, Irlanda, en 1324-1325). Hay muchas teorías al respecto, pero los hechos son que se extiende entre teólogos y juristas de la época la idea de que existe una conspiración del Demonio para acabar con la Cristiandad, y todo se enfoca en la figura de la bruja, gran enemiga del género humano, adoradora del mal, y reencarnación del pecado original, a pesar de que es cierto que también se persiguió a hombres, niños, e incluso animales, pero siempre de una forma muy residual.

Para la Iglesia, la existencia de mujeres con presuntos poderes sobrenaturales representaba una seria amenaza, pues cualquier acto en apariencia milagroso debía proceder únicamente de Dios, y su mera existencia podía sembrar dudas sobre este hecho. Eso implicaba que cualquier tipo de magia debía ser obra del mismísimo Satanás, y como todo el mundo sabe, cualquier avance científico puede ser inicialmente considerado como magia. Por ese motivo, las mujeres que hasta entonces venían ejerciendo de curanderas, vendían filtros de amor, o que presumían de tener artes adivinatorias, pasaron a ser consideradas directamente brujas cuyos poderes procedían del Maligno.

Hay que tener en cuenta que Europa acababa de ser asolada por la peste negra, lo que provocó una crisis de fé muy importante que la Iglesia debía solventar de alguna manera, y qué mejor forma que transformar a todas esas curanderas que aportaron algo de esperanza a la gente durante la epidemia en las culpables de todos los males. Históricamente siempre ha funcionado encontrar un enemigo todopoderoso, para responsabilizarle de todos los males de la humanidad. No creo necesario dar al lector ningún ejemplo actual, pues tengo en alta consideración la inteligencia de las pocas personas que leen mis artículos.

Los documentos judiciales y los tratados de la época hablaban de sectas adoradoras del diablo, que profanaban los sacramentos cristianos y que cometían los sacrificios más horribles, como matar y comerse a los niños (acusación que curiosamente ya realizó Roma a los primeros cristianos, y posteriormente la iglesia contra los judíos). Todo partía de un pacto entre los miembros de la secta y el demonio que les obligaba a rendirle culto a cambio de obtener poderes sobrenaturales que les permitían entre otras cosas elaborar todo tipo de maleficios, o volar a lomos de una escoba o un animal.

Si un granjero perdía una vaca o tenía una mala cosecha, era porque alguien le había echado mal de ojo, y si un familiar moría, claramente debía tratarse de un maleficio.

Comienzan a extenderse en las mentes del pueblo llano escenas del Sabbat/aquelarre en el que las brujas y los brujos aparecen adorando a un Satanás que ha adoptado un aspecto de  macho cabrío, con el que copulan mientras celebran un banquete nocturno en el que se bebe, se baila y se comen niños. Aunque inicialmente en estas sectas podía haber hombres y mujeres por igual, poco a poco todo el foco se fue centrando casi de forma exclusiva en las mujeres, por considerarlas más inclinadas al pecado y más receptivas a la influencia del Demonio (El Malleus Maleficarum explica que “la mayor cantidad de los brujos son del sexo frágil porque las mujeres son más crédulas, más propensas a la maliginidad y embusteras por naturaleza”).

Este estereotipo está ya totalmente asentado hacia 1430, creando en la imaginería popular un canon de la brujería que perdurará para siempre. Gran trabajo de marketing de la iglesia, que no contaba con instrumentos tan poderosos como las actuales redes sociales, pero que sin embargo sí aprovechó un invento reciente: la imprenta. Gracias a este novedoso invento la Iglesia logró alcanzar gran repercusión en sus nuevos postulados, con la difusión de diversos escritos, el más famoso de los cuales es el mencionado Malleus Maleficarum («Martillo de las brujas», en latín), un tratado  que alcanzó una difusión de entre 30.000 y 50.000 ejemplares publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos llamados Heinrich Kramer (una joya de personaje que años después fue acusado de fraude) y Jacob Sprenger,  aunque también hay que decir que ya se habían escrito otros tratados en esa línea, como el Formicarius, de John Nider (1380-1438). El Malleus Maleficarum no solo afirmaba la realidad de la existencia de brujos y brujas, conforme a la imagen antes mencionada,​ sino que aseguraba que no creer en brujas era un delito equivalente a la herejía. El Malleus maleficarum llegaría a ser el manual más utilizado en la caza de brujas, y daba todo tipo de detalles de cómo descubrirlas, y cómo debía actuarse contra ellas. Se establecieron las llamadas ordalías (en España se llamaron salvas), una serie de pruebas que demostrarían la inocencia o culpabilidad de las acusadas. Según la ordalía que se aplicara, la sentencia se inclinaría a uno u otro lado, pues no era lo mismo que se recurriera a la ordalía de los alimentos (comer pan y queso, a la espera de que si eras culpable Dios te cerraría la garganta), de la que casi todo el mundo salia inocente y con la tripa llena, que la ordalía del hierro candente (sujetar un hierro al rojo vivo, y si en una semana no te habían desaparecido las quemaduras, eras una bruja), de la que no se salvaba nadie.  

Algunas de las pruebas más conocidas consistían en pesar a las acusadas (se suponía que una bruja pesaba mucho menos que un ser humano normal), sumergirlas en agua, y sobre todo someterlas a un estricto interrogatorio (35 sistemas de tortura recoge el Malleus). Hoy en día puede sonar a chiste, pero la balanza tuvo un papel crucial para decidir si alguien vivía o moría, y de hecho unas cuantas mujeres que pesaban menos de lo que debían, fueron quemadas sin apenas ninguna prueba adicional.

En 1484 el Papa Inocencio VIII ya había firmado la Summis desiderantes affectibus, poniendo fin así a la doctrina establecida en el Canon Episcopi que establecía que creer en todo tipo de magia era una herejía, y se daba de esta forma vía libre a los procesos contra la brujería. Esta norma fue apoyada y aceptada por todas las iglesias occidentales: católicos, luteranos, reformistas, anglicanos y puritanos. Sólo las iglesias orientales no participaron en la caza de brujas.

Como pasa con otros muchos temas (peaje a pagar por haber sido un imperio), existe una leyenda negra sobre la Inquisición española como si hubiera sido la más cruel y activa en este tipo de procesos, y sin embargo los datos demuestran que estamos muy lejos de las cifras de condenados que se alcanzaron en otros países. En España hubo bastantes procesos por brujería, es cierto,  pero la Iglesia se mostró en general muy indulgente con las acusadas, aplicando penas de peregrinaje, rezos, u otro tipo de penitencias espirituales. Los datos derivados de recientes investigaciones cifran que de 125.000 procesos por brujería celebrados en Europa entre los siglos XIV y XVIII, sólo 59 mujeres fueron condenadas a la hoguera en España (y 4 en Portugal y 36 en Italia). Esta cifra es ridícula comparada con lo que ocurrió en el resto de Europa: la estimación actual cifra en 50.000 las mujeres que fueron ajusticiadas bajo la acusación de brujería en todo el mundo (muy lejos de los 5 millones a los que tan alegremente alude Dan Brown en su novela El Código Da Vinci), y una mayoría aplastante corresponden a la Europa protestante, muy dada por cierto a dar lecciones de moralidad al resto del mundo. Alemania, que contaba entonces con una población de 16.000.000 de personas condenó a la hoguera a 25.000 mujeres, y el siguiente país es Polonia/Lituania con 10.000.

Cuevas de Zugarramurdi

El proceso por brujería más conocido en España es sin duda el de las brujas de Zugarramurdi (1609-1610), en el que murieron 11 de los 31 acusados  (6 en la hoguera y 5 en prisión). Este caso que puede parecer terrible, era una auténtica nimiedad comparado con lo que estaba pasando al Norte de nuestras fronteras. No me alargaré sobre este suceso histórico, pero recomiendo al lector profundizar más en el tema, pues fue un proceso fascinante.

Una de las más destacadas características de los grupos de adoradores del diablo era la clandestinidad: sus reuniones se realizaban en el más absoluto secreto en días determinados del año en lo que se vino a llamar Sabbat (casualmente como el Sábado Judío) o Aquelarres, y sus miembros podían ser miembros de la comunidad que se ocultaban a simple vista tras una fachada de falsa respetabilidad. Cualquiera podía ser un brujo o una bruja, y por ese motivo la Iglesia alentó en un principio la denuncia ciudadana (se precisaba de inicio la denuncia de tres personas, pero también bastaba con un rumor público), que a la postre sería lo que provocara lo que hoy en día conocemos como caza de brujas. Los lugareños comenzaron a emplear este tipo de denuncias para vengarse de todo tipo de rencillas personales, y la iglesia empezó a abusar de los juicios de Dios para apropiarse de los bienes personales de los condenados. A la larga la denuncia ciudadana se convirtió  en un problema para las autoridades, pues empezaron a recibir tal cantidad de acusaciones por motivos absurdos  que resultaba imposible atender  todos los casos. La solución fue que si la denuncia se consideraba falsa, el acusador era severamente castigado.

Una vez que se producía una denuncia, los sospechosos eran entregados al Tribunal de la inquisición para ser sometidos a algún tipo de ordalía, y en el peor de los casos a interrogatorio bajo tortura. Se entendía que si eras culpable acababas confesando, y claro, bajo tortura la gente decía lo que fuese para que parara el suplicio, por lo que finalmente muy pocos acusados conseguían salir airosos. Al menos en gran parte de Europa.

Las brujas pasan a ser de este modo  el nuevo chivo expiatorio de la Cristiandad.

Otro elemento –no menos importante- a tener en cuenta era que la mujer no debía aspirar a salir del papel que tenía asignado, que no era otro que el de procrear y cuidar a sus maridos o padres. No creo descubrir nada nuevo si digo que la Iglesia ha tenido históricamente un concepto bastante despectivo de la figura de la mujer, y baste como ejemplo que en el año 581 se estaba votando en el concilio de Macon si tenían alma, o peor aún, en Wittemberg la Iglesia luterana discutía sobre si eran seres humanos. El mismo Malleus Maleficarum afirmaba entre otras lindezas que “Toda brujería proviene del apetito carnal que en las mujeres es insaciable”. La imagen de mujer con poderes era especialmente peligrosa en este sentido, pues ponía en tela de juicio que su voluntad debiera someterse a la del hombre.

Desde 1450 hasta mediados del siglo XVII la persecución de brujas fue algo común, hasta que en 1657, cuando ya habían muerto miles de personas, la Iglesia condenó estas persecuciones, en la Bula Proformandis.

El famoso juicio de Salem

Aún así, se siguieron produciendo ejecuciones por brujería, aunque ya a cargo de tribunales seculares, y de manera muy ocasional. En Inglaterra, por ejemplo, la última ejecución por brujería se produjo en 1684, al ahorcarse a una madre y su hija que habían provocado una tormenta al quitarse una media (sin comentarios). En 1736 se elimina definitivamente el delito de brujería del código penal inglés.

En Alemania la última ejecución por brujería es de 1775, y el país que ostenta el dudoso honor de ejecutar a la última bruja es Polonia en 1793.

La imagen física de la bruja medieval, eso sí, distaba mucho de la de una mujer fea con verrugas. Aunque se daba por sentado que el pacto con el demonio dejaba algún tipo de marca física (normalmente oculta a la vista), se presuponía que entre los maléficos poderes de las brujas estaba el de poder presentarse como hermosísimas mujeres capaces de seducir a los pobres hombres para corromperlos y arrastrarlos hacia el mal. Este es un detalle que sirvió en muchas ocasiones a los hombres para vengarse de mujeres que rechazaran sus insinuaciones sexuales, acusándolas de brujería. Y la realidad es que por lo general bastaba la acusación de un hombre de reputación intachable (poderoso) para condenar a una mujer sin prueba alguna, pues siempre habría algún hecho que pudiera justificarlo (una hambruna, enfermedades, la pérdida de ganado o de una cosecha, o cualquier otro suceso que en realidad eran la tónica habitual de la época).

En España, la imagen popular de la bruja se va formando gracias a los múltiples personajes que inundan el Siglo de Oro de nuestra literatura. Gerarda, de La Dorotea; Fabia, de El caballero de Olmedo (ambas de Lope de Vega); y sobre todo La Celestina (1599), clásico entre los clásicos obra de Fernando de Rojas, comienzan a dar forma de lo que es una bruja: una  mujer vieja que emplea sus conocimientos obtenidos con malas artes para la elaboración de todo tipo de pociones y filtros amorosos.

Visualmente, probablemente los cuadros y caprichos de Goya hayan influido también mucho en la imagen popular de la bruja.

Pero la verdadera mitificación de las brujas hay que buscarla en los cuentos infantiles, sin lugar a dudas las peores historias de terror que oiremos en nuestra vida. Los cuentos infantiles se han empleado siempre como enseñanza y advertencia, y contaban  con detalladas ilustraciones que acompañaban las historias, y hay que tener en cuenta que lo que experimentamos de niño nos deja marcados para siempre.

Del mismo modo que Caperucita Roja es un claro aviso para que las niñas a las que les viene su primera menstruación desconfíen de los hombres (lobos), la bruja es el personaje perfecto para enseñar a los confiados niños que madre solo hay una y que detrás de una amable fachada puede ocultarse un monstruo. Es en estos cuentos donde se compone el aspecto físico de la bruja clásica: mujeres mayores, de larga nariz, ojos mortecinos, verrugas…

Hansel y Gretel encuentran una afable mujer en el bosque que les ofrece todo tipo de dulces, y resulta ser un monstruo que pretende comérselos; la madrastra de Blancanieves es una mujer hermosa, pero a la hora de la verdad muestra su verdadera cara (en el cuento original cree comerse la lengua e hígado de Blancanieves);  y qué decir de la bruja mala del Este de El Mago de Oz, de la bruja del mar de La Sirenita, la bruja que encierra en una torre a Rapunzel…

Tras este breve repaso a la Brujería a lo largo de la historia, queda ver cómo trata el tema la novela popular española, y para ello he seleccionado algunas obras de los principales autores de literatura de terror de quiosco. ¿Habrá elementos realmente sobrenaturales? ¿Encontraremos referencias históricas de la brujería o a brujas cinematográficas? ¿Veremos la imagen de los cuentos infantiles?.

TITULO: ¡ARDE, HERMOSA BRUJA!

AUTOR: CURTIS GARLAND

SELECCIÓN TERROR Nº 108. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1975

PORTADA: WASHINGTON RODRÍGUEZ

Si de alguien podía esperarse que hiciera mención a Abraham Merrit, ese era sin duda Juan gallardo Muñoz/Curtis Garland, autor que de forma habitual rendía homenaje en sus obras a los grandes mitos de la literatura y especialmente del cine.

Si es presionado adecuadamente, el Diablo se ve siempre precisado a decir la verdad y salir del cuerpo de la embrujada…”

Con esta cita atribuida por el autor a “ciertos inquisidores de la edad media” comienza una historia que nos da una perfecta idea de la imagen que tenía el autor sobre el tema de la brujería, que no es otra que la de una superstición de otra época: una mujer se ve forzada a confesar un crimen que no ha cometido, para liberarse de la tortura, y como consecuencia, es ejecutada en la hoguera.

Nos encontramos en 1665, en el Condado húngaro de Gorkoburg. El Juez y reverendo luterano Viktor Gorko asiste a la ejecución de Devla, una mujer que está siendo quemada en la hoguera por bruja mientras maldice a todos los que asisten sin piedad a su suplicio. El alguacil Orlik Svodk decapita a la mujer para asegurarse de que su espíritu maligno no pueda regresar, pero con tan mala suerte que la cabeza se pierde rodando por una grieta entre las rocas. La cabeza de Devla nunca fue encontrada.

Dos siglos más tarde, el joven Doctor Roger Quarry, de Londres,  se ve sorprendido por una tormenta cuando va camino a Budapest, lo que le obliga a hacer noche en el mesón de Vrolak, en la pequeña población de Szóksva. La sorpresa llega cuando la dueña del mesón, la Sra. Jurgen, y su bella doncella, Ewa Kirsten, le informan que una mujer ya le había reservado alojamiento hace dos días, algo del todo punto imposible, pues su parada en Szóksva no estaba en absoluto prevista. Roger comprueba con asombro que su nombre efectivamente aparece en el libro de reservas para esa misma fecha.

Roger Quarry se verá envuelto por accidente en el desenlace de la historia de la bruja Devla, que ha vuelto para vengarse de los descendientes de sus verdugos. Pero Roger no afrontará esta aventura solo, pues también encontrará la compañía de Kristina Ulmer, una mujer encargada de hacer unas figuras de cera relacionadas con la muerte de la bruja hace 200 años.

Una magnífica novela cargada de misterio, con gran ambientación, muy del estilo del cine de la Hammer, con personajes bien definidos, y bien resuelta, aunque con alguna que otra trampa fácilmente perdonable. Un día más en la oficina para Curtis Garland.

Es  curioso que la historia se desarrolle en Hungría, escenario nada habitual en los bolsilibros, y de la que el autor aporta interesantes pinceladas sobre la convulsa situación que se vivía entre Austria y Hungría, haciendo incluso referencia expresa a Gustav Von Metternich, un político que intentó evitar el declive del imperio austro-húngaro. La acción se desarrolla en 1866, lo que permite el lucimiento del escritor, especialista en la ambientación victoriana, aunque sea en un lugar tan alejado de su habitual escenario, Londres.

La imagen que presenta la novela sobre el mito de la bruja se decanta por la realidad histórica en lugar de por lo sobrenatural. Una mujer de gran belleza falsamente acusada y condenada por brujería por un hombre despechado da pie a una auténtica historia de terror que se desarrolla en el futuro. Una maravilla.

TITULO: LA MUERTE AFILA SUS DIENTES

AUTOR: ADA CORETTI

SELECCIÓN TERROR Nº 99. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1975

PORTADA: ALBERTO PUJOLAR

Tras la soberbia portada muy acorde con el contenido de la novela,  da comienzo esta historia victoriana ambientada en el inhóspito y ficticio condado de Mesley, sobre el que pesa una siniestra leyenda relacionada con una bruja llamada Raquel.

Como suele ser habitual en estos casos, un carruaje llega a la localidad con los protagonistas de nuestra historia: Pamela Benn, una bella jovencita que ha ido a Mesley para trabajar de camarera ; el apuesto y rico  Warren Dean, que continúa su viaje; y Robert Landd, un misterioso hombre de edad indefinida, que será el encargado de contar a sus compañeros la terrorífica historia de la bella y fascinante Rachel, una mujer que 60 años atrás llegó con un circo, enamorando a todos los hombres de Mesley, que embrujados por su descomunal belleza se convertían primero en sus amantes y finalmente en sus víctimas, siendo descuartizados en siete trozos con una sierra de carpintero, siguiendo siempre un mismo ritual: vestida con una capa roja, primero les cortaba los brazos, luego la cabeza, después las piernas, y finalmente el tronco por la mitad. Tal era el odio que sentía Raquel por los hombres.

Sus crímenes continuaron hasta que el por aquel entonces conde de Mesley, un viudo con dos hijos, preso de sus encantos, le ofreció el matrimonio, a lo que Raquel accedió con la condición de que le pintaran un retrato, donde la capturaron tal y como era:

Deslumbrante de hermosura y atractivo. Llevaba puesta una blusa blanca, con flores rojas bordadas alrededor de su amplio, descarado y turbador escote. La cabellera negra, larguísima, era como un manto de noche oscura, oscurísima. Los ojos verdes, rasgados, aparecían como esmeraldas hechas de ascuas de fuego.”

Días después de acabar el retrato, el conde fue descuartizado por Raquel, ante la aterrada mirada de Elisa, la hija pequeña del conde, que perdió para siempre la razón. Cuando las gentes del pueblo acudieron al castillo, se encontraron la dantesca escena, y tras una ardua búsqueda, acabaron quemando a Raquel junto con su diabólico retrato dentro de una abandonada posada donde se había escondido, y desde donde profería lúgubres amenazas de venganza mientras ardía.

Desde entonces, los habitantes de Mesley temen que tarde o temprano se cumplan las amenazas de la bruja.

Ya con Pamela en la posada del Relámpago, y con sus compañeros de carruaje continuando su camino, nuestra protagonista conoce a la familia Pronsson, propietarios de la posada en la que va a trabajar: el señor y la señora Pronsson, y sus hijas Silvia y Quinn; ésta última una joven de unos 20 años que se presenta a todo el mundo como Raquel, y con un físico inquietantemente parecido a la descripción de la bruja.

Esa misma noche llegan unos clientes a la posada, entre los que se cuenta Warren Dean, que en una impulsiva decisión de última hora ha decidido hacer noche en Mesley en lugar de seguir su camino.

Muy pronto, comienzan a producirse una serie de horrendos crímenes que hacen pensar que Raquel ha vuelto de entre los muertos para vengarse, y una de las personas que más motivo tiene para preocuparse es el actual conde de Mesley, bisnieto del hombre que murió descuartizado 60 años atrás, y que vive en su castillo en compañía de sus padres, hermanos, y su enloquecida tía abuela Elisa.

Un relato muy bien construido, cargado de misterio y sorpresas, donde caperucita roja es el monstruo, y con los habituales detalles gore tan característicos de la obra de Ada Coretti. Y con un epílogo final muy inquietante. Para mi gusto, se encuentra entre las obras más disfrutables de la autora.

La imagen de la bruja en este caso no tiene nada que ver ni con el mito ni con la realidad histórica. Simplemente se trata de la historia de una enferma mental, una asesina psicópata, que fue quemada por bruja, y que sirve de excusa a la autora para narrar una novela de misterio aderezada con su habitual toque gore.

TITULO: LA FOSA DE LOS ESPÍRITUS

AUTOR: SILVER KANE

SELECCIÓN TERROR Nº 217. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1976

PORTADA: DESILO

Silver Kane parece dejar claro desde el principio de su novela cual es su visión sobre la brujería, que se resume perfectamente en el siguiente  párrafo:

“En el norte de Alemania, en Holanda, en Dinamarca, los luteranos cargados de supersticiones, creyendo ver en cada suceso una intervención del diablo o de la ira divina, atribuyendo las muertes repentinas a maleficios, y los pecados simplemente humanos a la intervención de poderes malignos, hacían recaer la culpa de todo sobre presuntas brujas, sobre personas de las que se había apoderado el diablo y que encarnaban la personificación del mal.”

La historia comienza con un hombre en Florencia leyendo un libro en latín llamado “PROCESO Y MUERTE DE LAS BRUJAS LARGERLOFF Y GUNTAR”.

Dicho libro relata el proceso (con todo lujo de detalles sobre el cruel interrogatorio) y posterior ejecución en la hoguera en 1649 en Amsterdam de una mujer de 50 años llamada Guntar, acusada de la muerte del burgomaestre Leyden y de sus dos jóvenes hijos mediante el empleo de poderes diabólicos. Durante el juicio un estudiante de medicina aseguró que la peste era la auténtica responsable de la muerte de Leyden y sus hijos, pero de nada le sirvió este testimonio a Guntar, que murió finalmente quemada.

Tras este apetitoso prólogo, conocemos a  Barton, un periodista que, con la excusa de realizar un reportaje de viajes,  es enviado a Florencia en compañía de la bella Mónica Lindsay, la amante de su jefe, que en realidad busca alejarla temporalmente de Estados Unidos para evitar un escándalo con su esposa.

En el viaje nuestro protagonista conocerá a Marta de Verona, una conservadora de la galería de los Ufizzi a la que acompaña hasta su casa, para encontrarse que la han vaciado por orden judicial. El problema es que cuando llaman a la policía descubren que el responsable de haberse llevado todo es el antiguo propietario del inmueble, un tío de Marta llamado Albert que falleció hace cinco años…

A partir de aquí comienza una alocada aventura que se desarrolla a caballo entre Florencia y Roma (muy bien ambientada, por cierto) en la que se entremezclan las momias, la mafia, y un misterioso cuadro que representa a una bruja ardiendo en la hoguera, todo ello aderezado con el habitual sentido del humor de Silver Kane, que en esta obra se muestra en todo su esplendor.

Alguno podrá preguntarse porqué he escogido esta novela de Silver Kane para hablar de las brujas, en lugar de la más obvia Las brujas del Sábado (Selección Terror nº 64, 1974), o incluso La tercera Bruja (Punto Rojo Nº 371, 1969), una de esas novelas publicadas en una colección policíaca que probablemente hubiera encajado mejor en el terror.

El motivo es por un hecho muy curioso relacionado con La fosa de los espíritus, ya que esta misma novela ya había sido publicada en 1968 en una versión más extendida en el nº 945 de la colección Servicio Secreto con el título Las Brujas.

La fosa de los espíritus tiene 96 páginas, por 124 de Las Brujas, y para encajar el contenido de la novela en el nuevo formato se optó simplemente por eliminar fragmentos completos de capítulos que se consideraron innecesarios para el desarrollo de la historia. Lo he comprobado personalmente.

No se trata por tanto de un caso de “Reescritura” de novelas (algo en lo que Peter Debry era el rey, cambiando nombres de los personajes, lugar donde se desarrolla la acción, y otras pequeñas variaciones), pero sí que hay un reciclaje claro. La duda está en si este fraude al lector es obra de la editorial, o el propio Ledesma/ Silver Kane “coló” a la editorial esta obra como si fuera una nueva simplemente cambiando el título y eliminando párrafos. Posiblemente jamás lo sepamos.

TITULO: LAS DISCÍPULAS DE SATÁN

AUTOR: ADAM SURRAY

SELECCIÓN TERROR Nº 46. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1974

PORTADA: ALBERTO PUJOLAR

Toca el turno al siempre fascinante Adam Surray, otro de los grandes autores del terror de bolsillo, en esta caso con Las discípulas de Satán, nombre por cierto con el que la prensa americana se refería a los miembros femeninos de la Familia, la secta liderada por Charles Manson: Leslie Van Houten, Susan Atkins y Pat Krenwinkel.

La otra novela del autor que se ajusta más al tema de la brujería es sin duda Las Brujas de Woodsville (Nº 442 de Selección Terror, 1981), una estupenda historia en la que unos jóvenes rescatan del fondo del mar unos sarcófagos que contienen los restos incorruptos de 3 mujeres y un hombre que en su día fueron decapitados por brujería, pero he optado por reseñar Las discípulas de Satán por contener algunos detalles que han llamado poderosamente mi atención.

La historia comienza con Mike Hackman visitando un remoto pueblo fantasma del Valle de la Muerte llamado Rules City, el típico pueblo abandonado del desierto en el que lo único destacable es su cementerio. Mike es escritor, y está buscando inspiración para su próxima novela del Oeste.

La casualidad quiere que Mike encuentre allí a dos hombres que resultan ser saqueadores de tumbas; dos prófugos de la justicia que al ser sorprendidos por Mike le golpean dejándole inconsciente.

Ambos sujetos comienzan su sucio trabajo en el cementerio de Rules City, buscando alguna tumba llamativa. En mitad de la noche creen haber dado en el clavo al ver una lujosa tumba de una tal Judith Bikel, condesa de Lenzburg, pero la realidad es que lo único que encontrarán es un horrendo final.

Al día siguiente, Mike despierta dolorido, tan sólo para encontrar las cabezas decapitadas de los dos saqueadores sobre la tumba de la tal condesa de Lenzburg.

Aterrado, Mike acude en busca de la policía al pueblo más cercano, y tras regresar en compañía del Sheriff, descubren que no hay cabezas, ni lápida de la tal Judith Bikel, ni rastro alguno de que haya existido muerte alguna en Rules City.

Tomado por un loco o víctima de una insolación, Mike regresa a su vida habitual, obsesionado con la idea de que lo que vivió en Rules City fue muy real, lo que le lleva a investigar por su cuenta sobre la tal Judith Bikel, que resultará ser una mujer que fue ejecutada por brujería a finales del siglo XVIII…

El horror tan sólo acaba de comenzar para Mike Hackman.

Al margen de una trama que empieza muy bien pero que se va desinflando según pasan las páginas, hay una serie de detalles en la novela que fueron los que me hicieron escogerla para el artículo.

  • El protagonista de la historia, Mike Hackman, es un escritor de novelas de todo tipo, especialmente del Oeste, y se hacen bastantes referencias “cultas” al tema. Su especialidad son las historias desmitificadoras de personajes falsamente ensalzados por el cine y la literatura. De hecho, el motivo por el que el autor se encuentra en Rules City es porque está investigando para un libro sobre Nigger Frank, un interesante personaje que existió en la realidad.

  • La editorial para la que trabaja Mike está especializada en comics y en la edición de novelas de todo género, a imagen y semejanza de Bruguera. El protagonista  describe al editor de sus libros, un tal Ernest Bessell, como “un hombre que rebuscaba artimañas legales para pagar el mínimo y sacar el máximo beneficio”.

  • Hay un momento de la novela en la que Mike menciona a un colega de profesión llamado John Curtis, un especialista en el género de terror que acabó sus días creyéndose un vampiro. Pueden ser imaginaciones mías, pero esta referencia parece un chiste privado dirigido al gran Juan (John) Gallardo, más conocido como Curtis Garland.

Respecto a la visión de la brujería del autor, tanto en Las discípulas de Satán como en Las Brujas de Woodsville el tema de las brujas vuelve a emplearse como un recurso  para crear un clima de misterio: ¿Puede ser cierto que una bruja vuelva del más allá para vengarse, o no habrá que recurrir a lo sobrenatural para encontrar al verdadero culpable?.

TITULO: LAS BRUJAS DE COMFTOCK

AUTOR: BURTON HARE

SELECCIÓN TERROR Nº 252. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1977

PORTADA: DESILO

Burton Hare (José María Lliró Olivé) es otro de los grandes autores de terror de la época dorada del bolsilibro en España. Un escritor que suele diferenciarse del resto en lo que respecta al desarrollo de sus historias, motivo por el que considero interesante conocer su visión de la brujería.

Señorío de Kilwood, 1790. Una turba enardecida asiste a la ejecución de una mujer en la hoguera, condenada oficialmente por brujería, aunque la realidad es que ha rechazado al Señor de Kilwood. Se trata de una mujer del clan de los Comftock, una hermosa mujer que maldice mientras arde a toda la estirpe de sus verdugos para toda la eternidad.

La abuela de la joven asiste entre lágrimas a la ejecución, y decide vengar a su nieta, y para ello desata un auténtico infierno sobre Kilwood, que empieza a sufrir horribles pérdidas, comenzando por la propia hija del señor de Kilwood. La llegada de una epidemia de cólera diezma una población que acaba convencida de que la maldición de las brujas se ha cumplido.

Como suele ocurrir en estos casos, la acción se traslada 100 años después, donde encontraremos a los últimos descendientes de la ahora decadente familia Killwood, que empezarán a sentir que la maldición sigue aún muy viva, y comprobarán que sólo los que tengan un corazón puro sobrevivirán.

Nuevamente encontramos en esta novela un esquema que se repite una y otra vez en la novela popular en lo que respecta al tema de las brujas: una mujer es ejecutada de forma injusta por brujería, mientras jura vengarse de sus verdugos. Posteriormente la acción se traslada al futuro, donde veremos la resolución de los hechos, que por lo general nunca contiene elementos sobrenaturales, y sin embargo aviso que en este caso, como era de esperar en Burton Hare, hay una sorpresa en este sentido. Aunque la supuesta maldición de la bruja suele ser únicamente una excusa para el desarrollo de una trama mucho más convencional –que en la novela que nos atañe es por cierto un drama romántico victoriano-, Las Brujas de Comftock sí contiene elementos indudablemente fantásticos. No digo más por no estropear la lectura.

TITULO: LAS BRUJAS DEBEN ARDER

AUTOR: CLARK CARRADOS

SELECCIÓN TERROR Nº 301. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1978

PORTADA: SALVADOR FABA

Lógicamente, un artículo de casi cualquier tema debe recurrir de forma obligatoria a Clak carrados (Luis Garía Lecha), uno de los más prólificos autores de la novela popular que tocó prácticamente todos los géneros.

En el caso de Clark Carrados, su ingente producción en el género del terror ha hecho que me costara elegir la obra a reseñar, pues son varias las que están protagonizadas por el tema de la brujería.

¡Quémate, bruja! (Nº 104 de selección Terror) hubiera sido tal vez la elección más obvia, o incluso La bruja de la colina roja (nº   88 de Selección Terror, ya reseñada en el blog) o La firma de la bruja (Nº 590 Selección Terror), pero al final me he decantado por Las brujas deben arder.

Sabido es que Clark Carrados es uno de los reyes de lo que se viene llamando Scoobye Doo, esas historias aparentemente sobrenaturales, pero que finalmente siempre tienen una explicación convencional, por lo que es de esperar que con la visión del autor sobre la brujería nos encontremos con más de lo mismo.

La novela en cuestión se desarrolla en la actualidad (en 1978, año en que fue escrita la novela), en un pueblo llamado Pearlville, algo extraño cuando hay brujas de por medio, pues todas las novelas de este tipo suelen comenzar con una ejecución en el pasado.

El doctor Lorenz informa a Abe Hillings que su esposa Rebecca fallecerá en breve. Saludable como un roble, Rebecca enfermó de forma repentina dos semanas atrás, sin que nadie sea capaz de determinar la causa.

Abe culpa a la joven Bruna Urschel –más conocida en el pueblo como La bruja de la casa alta- de haber echado un mal de ojo a su mujer, y amenaza con quemarla cualquier día. Es una semilla de odio va germinando cada vez con más fuerza entre las gentes del pueblo.

El motivo por el que la gente culpa a Bruna es porque se rumorea que tiene un laboratorio en su casa donde prepara toda clase de filtros y bebedizos (después sabremos la verdad).

Justo entonces llega a Pearlville un enigmático vagabundo llamado Hugo Daniels, que por casualidades de la vida consigue que Bruna le dé alojamiento temporal en un cobertizo a cambio de arreglarle el jardín. Por supuesto, más tarde que Hugo no es realmente un vagabundo.

Poco tiempo después, una chica llamada Millicent Strowe enloquece completamente, lo que provoca que mucha gente del pueblo vuelva a acusar a Bruna Urschel de ser la responsable. El ambiente empieza a caldearse de verdad en Pearlville, algo que empeorará cuando alguien asegure haber visto a Bruna desnuda en el bosque invocando al diablo para que Millicent muera.

Tremenda la opinión del médico sobre la repentina locura de la joven: “Esa chica es joven, posiblemente, ardiente. No hay brujería, sólo le falta un marido que sepa cumplir con sus obligaciones como es debido”. No sé sinceramente si es más aceptable la explicación de la brujería.

La historia, tal y como podía esperarse, no tiene nada que ver con la brujería, y resulta ser una convencional trama policíaca en la que la figura de la bruja no es más que una distracción, pero me ha resultado interesante la traslación al mundo moderno la forma en que se generan las supersticiones. Aunque de forma un tanto exagerada, en el fondo refleja bastante bien cómo surgían las conspiraciones populares para hacer responsable a cualquiera de una enfermedad o de una catástrofe natural.

Debo decir que en mi opinión, salvo excepciones, Clark Carrados no estaba especialmente dotado para el terror, y eso motivaba que sus historias acabaran siempre escorándose hacia lo policíaco. Esta novela es un claro ejemplo de ello.

TITULO: HERMANDAD DE BRUJAS

AUTOR: LOU CARRIGAN

SELECCIÓN TERROR Nº 336. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1979

PORTADA: DESILO

Lou Carrigan, especialista en novela policiaca y de espías, es responsable de algunos de mis títulos favoritos de la colección Selección Terror de Bruguera, y por tanto resultaba imposible no incluirle en este estudio sobre la brujería en la novela popular.

La otra opción que barajé era Amada Bruja mía (Nº 526 de Selección Terror), pero finalmente me incliné por esta Hermandad de brujas, pues Amada Bruja mía se inclina hacia el vudú caribeño.

Merle Frost es la ayudante de un mago de tercera categoría. Una noche, a la salida del espectáculo, le aborda un hombre que dice llamarse Charles Mc Coy para ofrecerle 25.000 dólares a cambio de que se haga pasar por una bruja llamada Rachel, para lo cual deberá aplicar algunos de sus conocimientos de magia.

Merle, convencida de que lo que realmente quiere el extraño individuo es acostarse con ella, acepta el trato tras recibir un adelanto de 5.000 $.

Su trabajo será convencer a 7 personas de que es realmente una bruja, y aunque cuenta  para ello con un siniestro caserón y una ambientación con todo lujo de detalles, la cosa no resultará fácil, porque esas siete personas poseen gran inteligencia, y son poco dadas a creer en lo sobrenatural.

Lo que Merle y Mc Coy no pueden imaginarse es que el plan que tan concienzudamente han preparado tal vez tenga un desenlace muy distinto del esperado, y que hay cosas con las que es mejor no jugar.

La novela puede parecer un mero divertimento (que no es poca cosa), pero, aparte de guardar algún que otro sorprendente giro argumental, creo que es otro buen ejemplo de cómo el ser humano tiene una predisposición innata para aceptar lo sobrenatural, lo que sirve para explicar porqué las leyendas sobre brujas perduran en el tiempo. Y el ingenioso final que nos reserva Lou Carrigan, está  a la altura de los mejores episodios de la televisiva The Twilight Zone.

TITULO: LAS SÁDICAS DONCELLAS

AUTOR: RALPH BARBY

SELECCIÓN TERROR Nº 51. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN FEBRERO 1974

PORTADA: ALBERTO PUJOLAR

Y cómo no, Ralph Barby también nos aporta su particular  visión del mito de la bruja, con una leyenda alrededor de la cual gira todo el argumento del libro.

Hacia el año 1370 había 8 doncellas de gran belleza, hijas de los más grandes señores de Arezzo, que habían sido escogidas para tomar matrimonio con nobles cruzados. Una noche, fueron sorprendidas en mitad del bosque bailando desnudas haciendo una ofrenda a Satanás. Sus padres, horrorizados, las encerraron en un convento de clausura, pero ellas rechazaron tomar los hábitos y también casarse con los nobles con los que su familia les había comprometido.

Dentro del convento, las jóvenes se comportaban de forma escandalosa, hasta que un día lograron huir tras asesinar a tres monjas, lo que no impidió que fueran finalmente detenidas, excomulgadas, y condenadas a la horca por brujería.

Las jóvenes doncellas, entre risas, aseguraban que nada conseguiría detenerlas, ni la propia muerte, y cuenta la leyenda que una vez al año, en el aniversario de su muerte, las doncellas salen de sus tumbas durante 8 dáis para realizar un nuevo sacrificio a su amo.

Siglos después, un pintor holandés llegó al ya abandonado convento en Italia, y allí se le aparecieron las doncellas. A cambio de salvar su vida, les ofreció inmortalizarlas en un cuadro, y las siniestras apariciones aceptaron el trato.

Ya en la actualidad, durante el rodaje de una película de vampiros, los protagonistas de la novela deberán enfrentarse a la maldición de las sádicas doncellas, con un gran protagonismo de los mencionados retratos (es curioso que en tres de las novelas reseñadas aparecen cuadros que tienen una gran importancia).

Como podemos ver, volvemos al clásico argumento de brujas ejecutadas en el pasado que regresan de la tumba para obtener venganza. La gran diferencia en este caso es que las brujas sí eran malvadas, a diferencia de otras novelas reseñadas en este mismo artículo, en las que las mujeres eran injustamente condenadas; y lo más importante, por fin nos encontramos con brujas que cumplen lo que prometen, y regresan de la muerte, por lo que nos encontramos con una rara excepción en la que prima lo sobrenatural sobre lo racional.

Fascinante novela, con todo tipo de referencias cinematográficas y literarias, que incluyen a Edgard Allan Poe. Una lástima que el desarrollo de la historia sea un tanto caótico y algunos de los personajes resulten un tanto ridículos, pues creo realmente que parte de un buen planteamiento que podía haber dado lugar a una obra notable del género.

Para terminar, quisiera hacer una mención especial a El bosque del horror (Selección Terror nº 69), una novela de Alex Colins (Fernando Orviso Hercé) ambientada en una plantación de esclavos en la que aparece Theda, un tipo de bruja muy diferente de los que hemos visto hasta ahora. Theda tiene la imagen clásica de la bruja, y poderes reales capaces de resucitar a los muertos, pero estos poderes no han sido obtenidos por pactos con Satán, sino que han sido aprendidos en sus viajes por Asia y África.  Por este motivo no la he incluido como una reseña más, a pesar de que en este caso la presencia de hechos sobrenaturales no deja lugar a dudas. 

La conclusión que al menos yo he obtenido es que salvo excepciones como ésta última novela,  la literatura popular de los años 60-80 huye de los elementos sobrenaturales, empleando de forma reiterativa la leyenda de la bruja como detonante de una trama que se desarrolla en el futuro: se relata la ejecución de una supuesta bruja en el pasado, y se sientan las bases de una leyenda que afirma que volverá de la tumba para vengarse,  de modo que los horrendos hechos que se producen en el presente puedan imputarse a la bruja que regresa de la muerte, cuando la realidad es que por lo general la solución suele ser algo mucho más mundano.

Supongo que algún lector echará de menos las habituales referencias cinematográficas, especialmente cuando da la sensación de que la imagen de la bruja de la novela popular se basa más en las películas de los años 60 y 70 que en la literatura, máxime cuando un elemento muy habitual del cine de terror de esos años era introducir un alto contenido de erotismo, que por supuesto también es una característica del bolsilibro de terror.

El motivo por el que no hago un repaso más profundo es que es un tema demasiado extenso, lo que no quita que deje alguna que otra recomendación (me abstengo de mencionar las películas más conocidas sobre el tema):

  • Haxan (1922): fascinante e inclasificable película semidocumental danesa muda que da un repaso al fenómeno de la brujería a lo largo de la historia, con una sucesión de hipnóticas imágenes, y también con un sorprendente humor.
  • La máscara del demonio (1960). La mítica película de Mario Bava es probablemente una de las más claras inspiraciones de la novela popular de brujas. En la película, la bruja Asa Vadja es quemada en la hoguera en 1630, con la promesa de que se vengará de los descendientes del responsable de su ejecución. Este planteamiento es la base de la mayoría de bolsilibros de brujas.
  • Martillo para brujas (1972). Una película checa del director Otakar Vávra que no puede ser más realista. La historia se aleja del mito para mostrar la realidad histórica de lo que fue la caza de brujas.
  • La estación de la bruja (1972). Una de las películas menos conocidas de George A. Romero, que sin embargo consigue trasladar de forma convincente a la actualidad el mundo de la brujería, con un ama de casa introduciéndose en un grupo de amas de casa que practican la magia negra, con insospechadas consecuencias.
  • Suspiria (1977). Como una mis debilidades ha sido siempre Darío Argento, no he podido evitar la tentación de mencionar la que es una de sus obras maestras, ambientada en una siniestra academia de danza que oculta un espantoso secreto.

En resumen, espero que el artículo sirva para hacerse una idea sobre la brujería en la novela popular. Y si me lo permiten, me retiro a realizar un conjuro a ver si subo las visitas del blog…

ARTE INFERNAL

El-Retrato-de-Dorian-Gray-3Cualquiera que haya leído El retrato de Dorian Gray comprende inmediatamente que un retrato puede ser mucho más que una mera obra de arte. Cuando Oscar Wilde publicó el 20 de junio de 1890 su brillante y personal versión del Fausto de Goethe, no podía sospechar el enorme abanico de posibilidades que estaba abriendo a los escritores de terror de las siguientes generaciones.

dorian gray ilustracionWilde dijo en cierta ocasión que «en la primera novela de cada autor el personaje principal debería ser Cristo o Fausto«. También afirmó que la idea de El retrato de Dorian Gray es «vieja en la historia de la literatura«, pero que “él le había dado una nueva forma”. Y efectivamente, así es; se trata el mito de Fausto desde un punto de vista completamente original.

El libro causó una enorme controversia cuando fue publicado por primera vez, al ser considerado inmoral, principalmente por la relación del pintor Basil Hallward con Dorian Grey, pues recordemos que en esos años la homosexualidad era un delito en Inglaterra. Para compensarle, en la actualidad El Retrato de Dorian Gray está considerado como uno de los grandes clásicos modernos de la literatura occidental. Y con razón, desde mi punto de vista.

dorian grayEstoy convencido de que todo el que lea esta reseña conocerá a la perfección el argumento de El retrato de Dorian Gray, pero si no es el caso, os recomiendo que la leáis, pues es una obra maestra que trata temas atemporales, como el miedo a envejecer, la vanidad, la locura, y hasta donde estamos dispuestos a llegar para conseguir lo que deseamos.

No debemos olvidar que antes de El Retrato de Dorian Gray ya se habían publicado relatos en los que el arte tenía un efecto maléfico, y por supuesto es inevitable mencionar al Rey del terror: Edgard Allan Poe. El autor nos regaló en 1842 El retrato oval, una de las mejores reflexiones sobre el arte que se puede leer. En el relato, un pintor obsesionado por el arte está realizando un retrato de su amada esposa; y hasta tal punto llega su pasión por la pintura, que con cada pincelada le quita un poco de vida a su mujer, algo que comprobará cuando la encuentre muerta al finalizar el retrato. Esta idea de transmitir la vida, la energía, el alma, o cómo demonios queráis llamarlo, de una persona a una pintura se recoge en El Retrato de Dorian Gray, obra en la que curiosamente se citan como influencias À Rebours, de Joris-Karl Huysmans; o Mademoiselle de Maupin (1835) de Théophile Gautier, y sin embargo nunca veo que se mencione el relato de Poe.

El caso es que desde la publicación de El Retrato de Dorian Gray, la imagen de cuadros malditos o demoniacos es algo bastante extendido dentro de eso que venimos llamando la cultura popular. Hay cientos y cientos de leyendas urbanas alrededor de diversos cuadros, absurdas todas ellas, por supuesto, pero que han calado en lo más hondo del imaginario popular, debido sencillamente a que en el fondo deseamos creer en lo sobrenatural.

Por poner tan solo algún ejemplo; sobre la Venus de Velázquez (actualmente en la National Gallery de Londres, tras ser robada de España durante la Guerra de Independencia) la leyenda asegura que ningún museo del mundo quería quedársela debido a la inexplicable serie de asesinatos de los propietarios que la tuvieron en sus manos, a lo que habría que sumarle que un hombre intentó destruirla con un cuchillo sin conseguir desgarrarla. Buscad si queréis en internet y enseguida encontraréis mucha información “veraz” al respecto. La realidad: cualquier museo del mundo mataría por colgar en sus paredes esta obra de arte; por supuesto que desde el siglo XVII alguno de los propietarios del cuadro han muerto asesinados, pero bajo ningún concepto se puede extender a todos ellos, ni siquiera a demasiados; y finalmente, es cierto que alguien intentó destruir el cuadro en 1914, pero no fue un empleado del Museo con un cuchillo como dice la leyenda, sino una mujer con un hacha en protesta por la detención de la sufragista Emmeline Pankhurst. De hecho, Mary Richardson (rebautizada como Slasher Mary) le hizo siete grandes cortes que hubo que restaurar cuidadosamente, así que eso de que no pudo rasgarse el cuadro tampoco es cierto.

cuadro niña hotel Driskill

El ¿horrible? cuadro de Driskill

Por mencionar otro ejemplo -y de verdad que son incontables-, en un hotel llamado Driskill, en Austin (EE.UU), se encuentra colgado en uno de sus pasillos un cuadro que a simple vista no resulta en absoluto inquietante, pues recoge el bello retrato de una inocente niña. Sin embargo, la leyenda cuenta que muchos de los huéspedes del hotel se marean al situarse frente al cuadro, sin explicación alguna, y dejan de sentirse mal al alejarse del mismo. En lugar de pensar que alguien borracho se mareó delante del cuadro, o que simplemente está situado en una localización con mala luz, es más fácil pensar que está endemoniado.

Obviamente, todas estas leyendas son tonterías que se basan en argumentos sin sentido o directamente mentiras que se van copiando de una página web a otra, sin que nadie se moleste en comprobar la procedencia, y para mi es precisamente eso lo que hace que sean fascinantes, pues nos da a entender la facilidad que tenemos para creernos cualquier cosa, especialmente cuando partimos con una cierta predisposición a favor: si yo creo que los Iraquíes son muy malos, basta que me enseñen la foto de un misil para que sepa sin lugar a dudas que es de ellos; y si creo en lo sobrenatural, basta que alguien cuente algo, por muy absurdo que sea, para que lo considere cierto. Y al final, en el fondo, a todos nos gusta pensar que puede existir lo sobrenatural para creer que hay algo más allá de la muerte, ya sea a través de la religión, los fantasmas, o incluso, como es el caso que estamos tratando, los cuadros embrujados.

Como siempre, tanto la literatura como el cine recurren en diversas ocasiones a cuadros con vida propia (¿a que se os viene a la cabeza la imagen de algún retrato al que se le mueven los ojos?), o incluso más recientemente, a fotografías que van cambiando solas sin explicación aparente (no perderse la película tailandesa Shutter ni el relato de Stephen King El perro de la Polaroid), o películas en las que los protagonistas cobran vida (La Rosa Púrpura del Cairo, y El Último Gran Héroe).

Aprovecho para recomendar un delicioso relato de terror gótico de Susan Hill llamado El hombre del cuadro sobre un cuadro que muestra una escena del carnaval de Venecia que viene muy al caso del tema del artículo. Ya puestos, os recomiendo prácticamente cualquier cosa de Susan Hill, autora a descubrir al margen de su conocida La Mujer de Negro.

Y llegamos a la literatura popular. ¿Encontraremos cuadros de este tipo en los bolsilibros?. Sabéis la respuesta.

 

El-retrato-de-Marvin-Dors-Joe-Mogar-portadaTITULO: EL RETRATO DE MARVIN DORS

AUTOR: JOE MOGAR

SELECCIÓN TERROR Nº 37. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN NOVIEMBRE 1973

PORTADA: ALBERTO PUJOLAR

Por el título, esta parecía la opción más clara a la hora de encontrar lo que estaba buscando, y el inicio de la novela me lo confirmó. En la historia, Nora Dors es una joven que decide visitar una noche el antiguo y siniestro caserón familiar situado al borde de un acantilado. Nora está a punto de casrse con Lajos Sterling, tras una larga relación con Ed Davis, un hombre al que no ha logrado olvidar.

Sola, en mitad de la noche, a Nora le viene a la mente su antepasado Marvin Dors, un hombre de oscuro pasado que se suicidó dejando para el futuro como recuerdo una macabra leyenda y un realista retrato que aún preside su dormitorio, y que de igual modo está presente a lo largo de todo el relato. Sumida en sus pensamientos se ve sorprendida cuando en  el interior de la casa aparece un hombre que se presenta como el Inspector Merrill, y tras un breve interrogatorio le dice que su hermana Helen ha muerto ahogada, y acto seguido abandona la casa dejando de nuevo a solas a Nora, a punto de enfrentarse al terror.

A partir de aquí la historia, que parte de una base muy interesante, pasa a tener un desarrollo de lo más disparatado, desperdiciando para mi gusto las grandes posibilidades que tenía a su alcance, y que prefiero no desentrañar por respeto a todos aquellos que quieran leer la novela, y que espero encuentren en ella todo lo que yo he echado en falta. Lo que sí puedo decir es que su inclusión en este artículo dedicado al arte infernal está más que justificada.

peter kapra macabra sugestionTITULO: MACABRA SUGESTIÓN

AUTOR: PETER KAPRA

SELECCIÓN TERROR Nº 24. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1973

PORTADA: ALBERTO PUJOLAR

Si no recuerdo mal, esta es la primera obra que reseño de Pedro Guirao Hernández (Cehegín, Murcia, 9 de octubre de 1927 — Barcelona, 29 de septiembre de 1993), escritor que  usó multitud de seudónimos, como Eric Börgens, Abel Colbert, Walt G. Dovan, Clem Fosters, P. Guirao, Pedro Guirao, Susan Joyce, Peter Kapra, Steve Mackenzie, Buck O’Halloran, Jeff Storey y Phil Weaber. Aunque escribió novelas de prácticamente todos los géneros, sin lugar a dudas será recordado principalmente por su aportación a la ciencia ficción. Curiosamente escribió muy pocos títulos de terror, máxime teniendo en cuenta el gran interés que demostró por los temas sobrenaturales, a los que dedicó buena parte de su carrera profesional gracias a su colaboración en diversas revistas especializadas.

Recomiendo a todo aquel que quiera concocer más a fondo a este autor que visite la página de José Carlos Canalda https://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op00845.htm

Ya de lleno en la novela, la portada ya deja entrever que la pintura será un componente importante de una trama que transcurre en Leeds (Inglaterra), y así es.

Joy Magruder es una joven crítica de arte, oficio que ejerce más por hobby que por cualquier otra cosa, pues la fortuna de su acaudalado padre le permite llevar una vida llena de diversión y de excesos sin tener que preocuparse por el dinero.

El caso es que Joy ha recibido el encargo de relaizar un repotaje sobre la obra de un joven pintor llamado Denis Lowry, que se ha empezado a hacer un nombre en el mundillo del arte con su obra conocida como “Visiones ultrasurrealistas”. Al llegar a la sala de exposiciones, Joy queda impresionada con los increíbles cuadros del artista, de un carácter inquietantemente realista, especialmente por uno que deja ver una figura humana retorciéndose en medio de las llamas.

Al conocer a Lowry, la sorpresa es aún mayor cuando éste le confiesa que no sabe pintar, y que en realidad es mecánico. Tras sufrir un grave accidente automovilístico, comenzó a pintar al recibir el alta médica como si estuviera poseído por el espíritu de alguien. Tras hablar con Mike Stuart, el propietario de la sala de exposiciones, éste le explica sin pestañear a Joy de que está convencido de que las obras pertenecen en realidad a Cecil Baker, un demente artista que supuestamente murió en un horrible incendio provocado por él mismo, y que está utilizando desde el más allá a Denis Lowry para continuar su carrera artística.

Sorprenden la aparición en la novela de referencias a filósofos como Sartre o Marcuse; y a pintores como Goya, Degas, o Rosseau, especialmente teniendo en cuenta el tipo de público al que se dirigían este tipo de novelas. Posiblemente la mayor parte de los lectores no supieran quienes eran la mayoría de ellos, pero es de agradecer que Peter Kapra les trate como si lo supieran.

Hay además otras inetresantes citas en la novela, como a Edgard Allan Poe, o al futbolista Bobby Craig, mítico delantero escocés que jugó en varios equipos de la premiere league, lo que pone de manifiesto la cultura futbolística del autor.

 

Ada coretti Lamentarás haber nacidoTITULO: LAMENTARÁS HABER NACIDO

AUTOR: ADA CORETTI

SELECCIÓN TERROR Nº 612. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1985

PORTADA: DESCONOCIDO

En los últimos coletazos de la colección Selección Terror Ada Coretti nos deleita con esta novela que no deja de ser una reflexión sobre los temas que hemos tratado anteriormente: ¿Puede un artista insuflar vida a una obra de arte?.

Raymond Leans es un pintor que vive en una aislada casa en Biddington, y ha estado absolutamente obsesionado con la creación de su último cuadro: el retrato de una bella joven desnuda cuya imagen ha surgido en su mente de la nada, con una fuerza sobrenatural que le ha obligado a no parar de trabajar hasta dar por finalizada la obra.

Maravillado por el resultado final, asume que es de lejos su mejor obra, hasta que un día empieza a tener la extraña sensación de que la mujer del cuadro, a la que ha bautizado como Geraldine, le mira primero con deseo, y según pasan los días, con odio…

Un día, al subir a la buhardilla donde guarda el cuadro, descubre que Geraldine ha desaparecido del cuadro. Aterrado, decide pedir ayuda a su mejor amigo, Alec Cuff, y le envía la siguiente carta:

Querido amigo:

Estoy asustado, aterrorizado. No sé lo que debo hacer, ni cómo debo reaccionar. Se me ha ocurrido recurrir a ti y pedirte que vengas a tenderme una mano. ¿No me dijiste, la última vez que nos vimos, que eras detective privado y que te dedicabas a esclarecer casos confusos, poco claros? Pues te aseguro que de eso se trata.

No me tomes a broma, te aseguro que estoy en una atroz encrucijada, desconociendo, ciertamente, el camino a seguir.

Cuando oigas mi relato, te parecerá una horrenda pesadilla, estoy seguro. Como me lo parece a mí.

Siento mi sangre helada por el pavor, te lo confieso abiertamente. No tanto por lo que ha sucedido sino por lo que temo que vaya a pasar. Porque el hecho alucinante, demencial, que ahora no me atrevo a explicarte, solo es el comienzo de un horror que, a menos que tú me salves, acabará con mi vida. Lo presiento.

Me espera el eterno sueño de la muerte, a no tardar, si no recibo la ayuda que solicito de ti. Créeme, no estoy fantaseando ni tampoco estoy exagerando lo más mínimo.

Ven pronto, por favor.

Ven antes de que sea tarde.

Geraldine está decidida a matarme. ¿Cómo…? ¿De qué forma…? Eso no lo sé. Solo sé que es así.

Como comprenderás, el caso exige que no pierdas el tiempo y que te reúnas conmigo lo más pronto posible. El caso te obliga a dejarlo todo por tu amigo.

Raymond Leans.”

Para saber el resto, me temo que tendréis que leer la novela, en la que por supuesto contaremos con el habitual estilo gore de la autora, y en la que ya os aviso os encontraréis con uno de los finales más terroríficos que recuerdo haber leído en un bolsilibro.

ralph barby macabra inmortalidadTITULO: MACABRA INMORTALIDAD

AUTOR: RALPH BARBY

SELECCIÓN TERROR Nº 468. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1982

PORTADA: DESCONOCIDO

Patrick Lancaster es un arquitecto que trabaja para Joshua Cooper, dueño de una empresa que ha recibido un misterioso encargo: un hombre de aspecto siniestro llamado Lease F. Asael quiere construir un templo de 200 pies de altura (aproximadamente 61 metros) en los terrenos que actualmente ocupa su viejo caserón, pero exige que no se excave más de 1 metro para la cimentación, algo en principio imposible desde un punto de vista técnico, pero Patrick ofrece una solución, muy cara, pero eso no parece representar ningún problema, pues su cliente paga religiosamente con monedas de oro. El motivo que aduce el misterioso Sr. Asael para las extrañas condiciones de la construcción es que bajo el templo hay unas ruinas antiguas que quiere mantener a toda costa. El acuerdo se sella con la mediación de la bella y enigmática abogada del Sr. Asael, Diana  Fireshe.

Sin avanzar más del argumento de esta interesante novela, hay un momento de la trama en la que en el caserón Patrick y su novia descubren un cuadro con una siniestra escena en la que aparece la figura de un perro. Desde ya aviso que el cuadro tiene una gran importancia en la trama, y se ajusta perfectamente a los requisitos de este artículo. Y atención, porque en la novela se dice claramente que el autor del cuadro es ¡Pieter Brueghel!. Lógicamente, lo más obvio es pensar en una versión deformada del cuadro El triunfo de la muerte, una de las obras más célebres de Pieter Brueghel (el viejo), pintada hacia 1562, que presenta una iconográfica representación de la muerte, y en la que aparece –sorpresa- un perro…

Una apasionante novela que recomiendo sin lugar a dudas.

 

Ralph Barby alguien pinto el malTITULO: ALGUIEN PINTÓ EL MAL

AUTOR: RALPH BARBY

SELECCIÓN TERROR Nº 425. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1981

PORTADA: K. MARTIN

El All Saint´s Hospital es un manicomio donde van a parar los enfermos mentales sin solución posible. Allí encontramos al juez Cunning sacando de forma clandestina durante la noche a Dorothy Ambross con la complicidad de la bella enfermera Laura Berner, que cumple  instrucciones del Doctor Lugan, el jefe de psiquiatría. Los tres se dirigen a una pequeña isla, donde son recibidos por Aldo Wassermann, sobrino de Florence Wassermann, en el único caserón que ocupa la isla. El motivo de tan extraña reunión: celebrar una sesión de espiritismo en el caserón, que tiene fama de estar encantado, y el motivo de llevar a Dorothy es que supuestamente es una médium extraordinaria. El plan es celebrar la sesión para contactar con una tal Natalie Norton, para descubrir al hombre que la asesinó dos años atrás.

No contaré nada más, pero os aseguro que la historia te mantiene en vilo a lo largo de sus 96 páginas, y os pondrá los pelos de punta, a pesar de las inevitables carencias propias de este tipo de literatura, incluyendo –cómo no- un final demasiado precipitado, aunque esta vez convincente. Sigo pensando que gran parte de las historias de los bolsilibros podrían convertirse fácilmente en notables novelas a poco que los autores hubieran dispuesto de más tiempo para su elaboración, aunque también es cierto que perderían gran parte de su encanto.

El motivo por el que esta novela forma parte de este artículo se debe a la presencia de un siniestro cuadro que representa a un ser con capa y sombrero de copa, con una mano esquelética que porta un cuchillo del que gotea sangre, de tal realismo, que parece que tuviera vida propia. Un cuadro que parece estar relacionado con una larga lista de crímenes, y que adquiere una importancia capital en la apasionante trama de este libro.

En el libro toma un gran protagonismo el espiritismo, y se referencia a temas muy interesantes,  como  a los supuestos  poderes de Hitler como Medium, o al empleo del espiritismo en la resolución de ciertos crímenes.

Al margen de las novelas reseñadas, por supuesto que hay más obras en las que encontramos la figura del arte infernal, pero en algún momento hay que cortar. Por mencionar alguno más:

El cuadro, de Frank McFair (Easa Terror nº 114) o Retrato Macabro (Nº 168 Easa Terror), de Joseph Lewis, parecen dos claros ejemplos, pero por desgracia aún no he tenido ocasión de leerlos.

La Venus de los Cuernos de Luna (Selección Terror nº 430), una vez más de Ralph Barby, tiene como parte importante de su trama el retrato de una bella mujer que parece cobrar vida, pero no me explayo con su trama ya que la reseñaré con motivo de otro artículo del blog.

No quiero olvidar tampoco La bruja de la colina roja (Nº 88 de Selección Terror), de Clark Carrados, en la que un pintor comienza a obsesionarse con el retrato de una mujer.

Boda de Ultratumba (Nº 15 de colección Thanatos, editorial Forum), del omnipresente Curtis Garland, que a la hora de homenajear a cualquier autor es siempre el primero de la lista,menciona expresamente El Retrato de Dorian Gray, aunque en realidad la novela va por otros derroteros muy distintos que ya comentaremos en otra ocasión.

También en La espantosa muñeca, del mismo autor, hay un pequeño homenaje a la misma obra, pero nuevamente la temática es ajena al objeto de este artículo, y de hecho incluí una reseña de esta novela dentro del artículo dedicado a los Muñecos diabólicos.

Ya sabéis que este blog no es amigo de supersticiones absurdas, pero tal vez sea hora de descolgar algún que otro cuadro…

VIAJANDO CON EL DIABLO, UN PLAGIO MUY ORIGINAL DE RICHARD MATHESON

Personalmente creo que es absurdo hablar de plagios en la novela popular de quiosco, pues la premura con que debían escribir los autores cada nueva obra les obligaba a tomar “prestadas” todo tipo de ideas, vinieran de donde vinieran. La diferencia entre homenaje y plagio se vuelve de esta manera borrosa en este mundillo literario, pues no siempre los autores se acordaban de citar el origen de las premisas de sus obras.

El caso de Viajando con el diablo, una de las muchas obras de Clark Carrados, es un claro ejemplo de novela que toma prestada la idea principal de otra obra, y al leerla me he planteado realizar, a modo de experimento, una comparativa entre la obra original y el bolsilibro, así que sin que sirva de precedente, esta reseña explicará con pelos y señales los finales de ambos. Avisaré en el momento en que empiece a destripar las historias, para que el que lo prefiera, deje de leer la reseña.

CLARK CARRADOS VIAJANDO CON EL DEMONIOTITULO: VIAJANDO CON EL DIABLO

AUTOR: CLARK CARRADOS

SELECCIÓN TERROR Nº 459. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1982

PORTADA: DESCONOCIDO

“Si, apretando este botón, matase usted a una persona a la que no conoce ni ha visto jamás, ni sabe quién es, qué hace ni dónde vive y, además, gozase usted de absoluta impunidad, y por ese sencillo gesto percibiese la suma de veinticinco mil dólares, ¿se atrevería a hacerlo, señor Tilton?”

Este es el inicio de la novela reseñada.

Seguramente a muchos de vosotros os suene el argumento, pues hay una mediocre película de 2009 llamada The Box, dirigida por Richard Kelly (¿en qué estaría pensando el autor de Donnie Darko?) y protagonizada por cameron Díaz, James Marsden y Frank Langella, que parte de la misma premisa; y además ya se había emitido en 1986 un episodio de The Twilight Zone (La dimensión desconocida en España) con la misma idea.

En el film, Norma y Arthur son un matrimonio con problemas económicos con un niño pequeño llamado Walter.

Un día Norma recibe un paquete de un extraño desconocido. Al abrir el paquete, comprueba que contiene una caja de madera elaborada que únicamente tiene en su parte superior un botón pulsador.

Al día siguiente, el misterioso desconocido, que se hace llamar Arlington Steward, se presenta diciendo de que se compromete a entregarle 1.000.000 $ en efectivo si oprime el botón pulsador, aunque debe saber que ello provocará la muerte de otro ser humano en algún lugar del mundo, alguien que no conocen y probablemente nunca conocerán. Por el solo hecho de dejarlo entrar a la casa, Norma gana 100 $.

richard matheson boton botonY algunos estaréis pensando: ¡La leche!, ¿pero es que la película y la serie de TV plagiaron la novela de Clark Carrados, publicada en 1982?. Pues no, porque ambas  se basan a su vez en un relato corto de Richard Matheson llamado “Button, Button” (Botón, botón), publicado en 1970 en la revista Playboy, e igualmente éste es el verdadero germen que inspiró Viajando con el diablo.

A partir de aquí todo lo que vienen son spoilers, palabra que no me gusta nada utilizar. En resumen, que voy a contar el final del relato de Matheson, del episodio de TV, de la película, y de la novela de Clark Carrados, a fin de comparar las distintas versiones. Avisados quedáis aquellos que queráis leerlos, o ver la película, para no seguir con la reseña.

El relato –fascinante y muy corto, pues tiene 2.261 palabras- plantea la misma situación que he explicado para la película, con los mismos personajes (el matrimonio formado por Norma y Arthur y el enigmático Sr. Steward), pero con 50.000 $ de recompensa y sin que el matrimonio tenga hijos.

En este magnífico cuento de Matheson, Norma acaba apretando el botón, y poco después recibe una llamada que le comunica que alguien ha empujado a su marido y ha muerto al caer a las vías del tren, por lo que le corresponde cobrar el seguro de vida: exactamente 50.000 $. Cuando Norma, tras comprobar que en el interior de la caja de madera no hay absolutamente nada, le grita al Sr. Steward “—¡Usted dijo que yo no conocería al que muriera!”, éste le contesta “¿en verdad cree que usted conocía a su esposo?”.

En el mencionado episodio televisivo de The Twilight Zone, también acaba apretando el botón la esposa, pero en este caso no se sabe quien ha fallecido. El Sr. Steward paga (en este caso 200.000 $) al matrimonio, y se lleva el dispositivo, indicando que será recargado y ofrecido a una nueva pareja. El episodio finaliza con Norma y Arthur agobiados pensando si serán los próximos en morir.

The_Box-366626530-largeLa película ya hemos dicho que parte de la misma idea, pero a partir de ahí va por derroteros muy distintos, en una delirante mezcla de terror, ciencia ficción y thriller que desde mi punto de vista no acaba de funcionar, dando lugar a una película muy mediocre.  El problema obvio es que no es posible llenar una película a partir de un relato de dos páginas sin añadir un montón de elementos nuevos, y en el film se opta por centrarse en la identidad de los creadores de la caja, haciendo que se pierda gran parte del misterio.

A diferencia de en el relato y en la versión televisiva, en la película no hay una sola prueba: después de que Norma decida apretar el botón matando así a una persona anónima, su hijo es convertido en ciego y sordo y se les dice que para sacarlo de esa condición, Arthur debe asesinar a su esposa. En mi opinión se pierde una parte importante del conflicto moral que plantea el relato original, decantándose por una lección demasiado simplista: nuestras acciones siempre tienen consecuencias.

Steward explica que el niño se recuperará en cuanto el espíritu de la persona que va a morir  abandone su cuerpo. Cuando Arthur dispara a Norma, se ve que otra pareja está a la vez pulsando el botón de la caja, dando una idea de un círculo infinito que sólo se interrumpirá cuando alguien decline la oferta de apretar el botón.

En la película, en la primera prueba vuelve a ser Norma la que aprieta el botón (curiosamente siempre es la mujer), y los protagonistas, igual que en la serie de TV, se planten si no serán los próximos en morir, aunque también hay un homenaje al relato original, cuando el marido le pregunta a Norma antes de apretar el botón “¿Cuánto crees que me conoces?”, temiendo ser él el que muera.

Y llegamos al bolsilibro. ¿Qué decisión hará tomar Clark Carrados a su protagonista?.¿Qué efectos tendrá su decisión? ¿Quién es en este caso el Sr. Steward?.

En Viajando con el diablo, nada más empezar la novela, el que recibe la propuesta de apretar el botón a cambio de 25.000 $ es Gareth Tilton, un joven envuelto en problemas económicos, con la misma condición de siempre: alguien anónimo morirá en cualquier lugar del mundo en el momento en que se apriete el botón. La enigmática persona que le hace la oferta deja de ser el Sr. Steward, y pasa a ser un tal Paddwohkeeghsie, alias Paddy para los amigos, alguien que deja entrever que es el demonio al decir que “nadie le conoce, pero que todo el mundo ha oído hablar de él”.

El autor, sin mencionar a Matheson, sí hace un guiño al relato original, al decir Gareth, “Paddy, eso me recuerda un cuento que leí hace muchos años”.

El caso es que Gareth, que es una buena persona, no acepta el trato, y Paddy le dice que es la primera vez que se encuentra con alguien que no aprieta el botón.

A partir de este momento, la  vida cambia para Gareth, pues la suerte parece aliarse con él cuando a la mañana siguiente de rechazar la propuesta de Paddy,  una adinerada vecina suya, la señora Wardstei, le propone pagarle 2.500 $ por entregar una carta muy importante a un hombre que vive en Artmore, una población que se encuentra a 400 kilómetros.

A partir de aquí, la cosa empieza a volverse muy loca,  como debe ser en todo buen bolsilibro, y pronto, cuando nuestro protagonista llegue a su destino, una mansión llamada Hyrall Cottage, conoceremos al extravagante doctor Igorov, su ayudante Hutt, y a las inevitables bellezas que nunca pueden faltar en la literatura popular; la bella y misteriosa Shera, y a otras tres mujeres que ayudan a Igorov: Sybill Zyllon, Mona Updike, e Irene Kluge.

Debo reconocer que me he divertido mucho leyendo esta rocambolesca historia, cuyo tono me ha recordado a ratos a Alicia en el País de las Maravillas, pues el viaje que emprende Gareth está plagado de imágenes que parecen sacadas de un sueño, aunque en realidad son fruto de la improvisación de un autor que se nota que tenía prisa por entregar un nuevo título a toda costa.

Pero ahora que lo pienso… ¿y que pasa con la famosa caja del principio que se supone que es el argumento principal de la novela?. Pues que no tiene nada que ver con la historia principal. ¿Genial, verdad?. Clark Carrados tiene las narices de hacernos creer que todo va a girar alrededor de la caja, y en realidad no tiene ninguna relación con la trama real de la novela. Un Mc Guffin en toda regla. Únicamente en las dos últimas páginas vuelve a salir Paddy (el demonio), para decirle a Gareth que por no haber apretado el botón, tendrá una recompensa, que, como no puede ser de otra forma, resulta ser el amor que ha encontrado en medio de su horrible experiencia con el profesor Igorov.

Me gustaría finalizar este pequeño artículo destacando el hecho de que el argumento tratado en Botón, Botón no es en absoluto una excepción literaria. Agradezco desde aquí la información aportada por lectores del blog, en particular a Sergio Hugo Castro, Rubén Soto, y Armando Boix. Nunca dejarán de asombrarme los conocimientos que demuestran los aficionados actuales a la literatura popular, una prueba más de que hay que dejar de asociar este ipo de literatura con lectores de un determinado nivel cultural .

El mandarín, de Eça de Queirós, es una novela corta de 120 páginas publicada en 1880 en la que se narra la leyenda de un desconocido mandarín más rico que cualquier rey conocido. Para heredar toda su riqueza, basta que toques una campanilla, e inmediatamente morirá, a la vez que a tus pies aparecerá todo el oro que puedas soñar. Mismo planteamiento, mismo dilema moral.

La pata de mono (1902), un relato de W.W. Jacobs, también  jugaba con la idea de conseguir riquezas a cambio de una muerte.

Y finalmente, por mencionar algún ejemplo de la literatura española, La Barca sin pescador (1945) es una obra de teatro de Alejandro Casona en la que el diablo le propone al protagonista dinero y éxito a cambio de que decida la muerte del hombre que él elija. El protagonista acepta, señalando a un pescador de una aldea en donde no ha estado nunca.

Así que tal vez Richard Matheson no resultó tan original, al fin y al cabo. Para que luego digáis que la novela popular es muy previsible.

RUE MORGUE, 13, LA CARTA DE AMOR DE CURTIS GARLAND A EDGARD ALLAN POE

Rue morgue 13Una vez más acaba este blog dedicando un artículo a Juan Gallardo Muñoz, sin lugar a dudas uno de los más grandes escritores de literatura popular que ha dado España (no olvidemos a los demás, por favor), y probablemente el que más fascinación despierta entre el público actual.

En este caso, centraré la atención en su novela Rue Morgue, 13, publicada en la colección Selección Terror nº  192  de Bruguera.

La historia comienza con la narración en primera persona de Peter Munro, un joven inglés que lleva tiempo deambulando por París en busca de la Rue Morgue, una calle que todo el mundo le asegura que no existe,  y que  sin embargo él sabe que es real,  pues hace casi un año pasó en ella la noche más terrorífica de su vida; la noche en que también conoció a Suzzane, una mujer de extraordinaria belleza a la que aún sigue buscando desesperadamente.

edgard allan poe

Imaginando pesadillas

Me van a permitir que el resumen de la novela se quede en estas breves palabras, pero de verdad que considero importante que el lector descubra por sí mismo el resto de esta imprescindible obra, en una de las –para mí- mejores historias que jamás escribiera Juan Gallardo Muñoz, tanto por el desarrollo de la trama –mucho más pulida de lo habitual- como por el final.

La novela es todo un homenaje a Edgard Allan Poe, uno de los escritores más reconocibles en la obra de terror de Curtis Garland, tanto por el tono de gran parte de su narrativa como por el hecho de que le cita expresamente en varias de sus obras (Sangre en un cráneo comienza con una cita de La caja oblonga; Anoche salí de la tumba, con otra cita de El entierro prematuro; y en otras novelas como La madrugada de Dolan, o Criatura en mi sangre, se cita a Poe durante la trama) .

edgard allan poe la-caida-de-la-casa-usher-17Rue Morgue, 13 se encarga de mostrar, en uno de esos maravillosos prefacios tan habituales del autor, el agradecimiento a todo lo que ha representado la obra de Poe, un escritor de vida trágica que nunca pudo imaginarse el alcance que tendría su narrativa en generaciones futuras.

“Edgar Allan Poe la inventó. Jamás ha existido en París su famosa rué Morgue. Es una calle que nunca existió.

Pero ésa es la historia de Poe. Ésta es «otra» historia, que diría Kipling. Y nuestra rué Morgue es ciertamente otra calle…

Pero valga este pequeño recuerdo al creador de la original y primitiva calle del horror. Por eso repito aquí ese nombre imaginario. No existiría otro mejor para una calle semejante…

El autor

edgard allan poe gato negro 2Partiendo del homenaje más obvio, el propio título de la novela hace referencia directa a Los Crímenes de la calle Morgue, el célebre cuento de Poe, considerado como el primer relato policial de la historia; pero además a lo largo de la novela se homenajean de forma indirecta otros cuentos del autor.

Peter, el protagonista de la novela, inicia su terrorífica experiencia siguiendo sin ningún motivo aparente a una bella mujer a través de las calles de París, del mismo modo que en El hombre de la multitud (1840), un hombre decide seguir a otro por pura curiosidad, lo que le traerá  –como en nuestro caso- funestas consecuencias.

Durante la persecución, Peter se encuentra con un gato negro cuya única finalidad parece ser recordarnos el famoso relato de Poe de 1843.

edgard allan poe gato negroMás tarde, cuando Peter se encuentra en la lúgubre pensión de Madame Renaud en la que se aloja en la Rue Morgue, la trama nos trae a la memoria La Caída de la Casa Usher (1839), con un hombre aquejado de una extraña enfermedad; pero además hay una escena que se asemeja mucho a La verdad sobre el caso del señor Valdemar (1845), con ese mismo hombre convaleciente en estado de descomposición emitiendo quejidos de ultratumba.

La realidad es que todos los guiños mencionados -y todos los que encontrará cada lector-, son un homenaje menor, pues son la ambientación  y estilo general de la novela los que hacen que Rue Morgue 13 pudiera ser incluída sin problemas en una recopilación de cuentos de Edgard Allan Poe sin que desentonara lo más mínimo del resto de la obra.

Al margen de las referencias a Poe, la mujer objeto del deseo de nuestro protagonista, y detonante de su terrorífica aventura, se llama Suzanne Du Maurier, supongo que en homenaje a la escritora Daphne Du Maurier, célebre por ser la autora –entre otras muchas joyas- de Rebecca, o Los Pájaros.

Siguiendo la tradición de este disperso blog, me gustaría contar una anécdota sobre Poe que creo que bien podría haber servido de argumento de partida para una de las novelas de Curtis Garland.

Edgar allan poe tumba original en westminster

Emplazamiento de la tumba original de Edgar Allan Poe

Poe fue enterrado el 8 de octubre de 1849, a las cuatro de la tarde en el cementerio de la iglesia presbiteriana de Westminster, en Baltimore, en una tumba sin lápida, ante la presencia de apenas 10 personas. Durante veintiséis años, la tumba de Edgar Allan Poe estuvo marcada por un bloque de piedra en el que solo se leía «N˚80», hasta que en 1875 sus restos fueron traladados a otro emplazamiento del mismo cementerio mucho más digno, con una escultura pagada con las aportaciones realizadas por admiradores de su obra, que empezaba a tener, después de su muerte, cierto prestigio, a pesar de la funesta actuación de su albacea literario, Rufus Wilmot Griswold, el Salieri de Poe, un hombre del que ya encontraré una excusa para hablar de él. Ese es el motivo por el que en la actualidad hay dos tumbas del escritor, pues en la original se realizó posteriormente (en 1885) una lápida conmemorativa presidida por la figura de un cuervo (animal tan representativo de la ciudad de Baltimore gracias a Poe que ha logrado que el equipo de fútbol americano de la ciudad se llame “The Ravens”).

edgard allan poe rosas y coñac

Rosas y Coñac para Poe

El caso es que hay una anécdota muy curiosa relacionada con la tumba del escritor. Al menos desde mediados de los años 60 (y hay fuentes que aseguraban que desde los años 30) cada 19 de enero (fecha de nacimiento de Poe), entre la medianoche y las cinco de la mañana, un hombre con abrigo largo y un bastón de empuñadura dorada se colaba en el cementerio, que estaba cerrado al público, y dejaba tres rosas y una botella de coñac a la mitad junto a la tumba de Edgar Allan Poe, mientras tocaba de un modo muy característico la tumba. Los testigos que decían haber visto a este extraño visitante afirmaban que se tapaba la cara con un sombrero y una bufanda blanca. En los años 60, Alexander Rose, profesor de Literatura y presidente de la Poe Society, se empezó a interesar por este enigma, y en 1983, el ex director de la casa Museo de Poe en Baltimore, Jeff Jerome, comenzó a organizar discretas visitas nocturnas en grupo para espiar de lejos al visitante misterioso. Su grupo cada año le observaba desde lejos, pero sin que se notara su presencia, para evitar que el admirador huyera. Por estas visitas se sabe cómo se colaba en el cementerio, la peculiar forma en que tocaba la tumba, y que de vez en cuando dejaba alguna nota escrita encima de la tumba (alguna de ellas bastante polémicas, por cierto). Sus observadores nunca hicieron pública la forma en que entraba el visitante en el cementerio ni el ritual que realizaba para depositar las rosas y la botella, para poder distinguir a posibles imitadores.

Cada año, la misma visita y el mismo ritual, hasta que en 2009 (cuando se cumplían 200 años del nacimiento del escritor), dejó de aparecer sin explicación alguna, lo que hizo que se desatara un encendido debate sobre la identidad del constante admirador de Poe, un misterio que a día de hoy (y ojalá por siempre), sigue pendiente de resolución. Lo único que se sabe es que no se trataba de una sola persona, pues en 1993 el visitante dejó una nota en la tumba en la que indicaba que “voy a pasar la antorcha a un hijo”, y en 1999 una nueva nota afirmaba que el visitante original había muerto, y que el encargado actual era su hijo.

Desde este humilde blog mi pequeño homenaje a estos dos monstruos de la literatura (cuya obra literaria tiene en común la gran admiración que Julio Cortázar sentía por ambos); pero muy especialmente para todas aquellas personas que –al igual que el misterioso visitante de la tumba de Poe- aportan su granito de arena por perpetuar la memoria de los demás, sean grandes escritores, o anónimos ciudadanos.

Ojalá Juan Gallardo Muñoz tenga algún día el reconocimiento tardío que en su momento logró Edgard Allan Poe, y tal vez llegue el día en que algún anónimo admirador deposite cada 28 de Octubre sobre su tumba dos rosas: una por él, y otra por su gran musa, su querida esposa Teresa.

PENSIÓN DE PARÍS, O LA INCONVENIENCIA DE HACER RESEÑAS

Tras el extraño título de esta reseña tan sólo pretendo hacer una pequeña reflexión sobre la realización de reseñas de bolsilibros, que espero se entienda según avancéis en el artículo. Permitidme que inicie esta entrada, precisamente con la reseña de una obra de Ralph Barby, y después me explico.

ralph barby pension de parisTITULO: PENSIÓN DE PARÍS

AUTOR: RALPH BARBY

SELECCIÓN TERROR Nº 189. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1976

PORTADA: Salvador Fabá

Creo que no es necesario mencionar que esta novela engrosa la lista de títulos que se desarrollan en Francia, escenario muy habitual de la literatura popular, probablemente el más recurrente después de los Estados Unidos. En este caso, el autor da muestras de conocer bien la ciudad en primera persona, o al menos, de haberse documentado adecuadamente.

La historia comienza con Jéróme Sebolix, un hombre que ha sido marino, proxeneta, y que en la actualidad (en los años 60´) apenas gana lo suficiente para malvivir en la pensión Lachaise, una modesta casa de huéspedes cercana al cementerio Pére Lachaise regentada por las hermanas Marguerite y Hortense Magenta, dos ancianas aficionadas al espiritismo.

Una buena mañana, mientras hojea el diario desayunando, Jéróme comprueba asombrado que aparece una esquela rodeada con un círculo rojo con su nombre, en la que se indica que ese mismo día será incinerado. Convencido de que se trata de una broma pesada, acude al entierro, encontrándose que el cadáver que está a punto de ser incinerado tiene su misma cara.

Tras ser expulsado de la capilla de incineración tomado por un loco, y tras ver en un espejo que no reconoce su propio rostro,  es apuñalado por un atracador cuando regresa a la pensión. Ante los ojos aterrorizados de dos testigos que presencian el apuñalamiento, el cuerpo del supuesto Jéróme Sebolix se descompone en cuestión de segundos.

Cambiamos de escenario, y cuatro jóvenes estudiantes –dos chicos y dos chicas- buscan habitaciones en la pensión Lachaise. Los dos chicos –Gilbert y Jean- comparten una habitación,  y las dos chicas –Marie y Silvy-, la otra.

Los cuatro resultan ser los testigos de la increíble descomposición del cuerpo de Jéróme, que han decidido investigar por su cuenta tan misterioso suceso. Han acudido allí, porque antes de desaparecer, Jéróme no paró de gritar su nombre  y de decir que vivía en la pensión Lachaise, pero lo que no sospechan es el horror en el que se verán envueltos.

Y hasta aquí, para no destripar la historia de esta novela en la que París es una protagonista más.

Y ahora entramos en la reflexión propuesta al inicio de la reseña, y el motivo por el que he reseñado justo Pensión de París.

El propio Ralph Barby, respondiendo en un blog acerca del tema de las reseñas, escribió lo siguiente:

“A lo largo de mi vida profesional he escrito cientos y cientos de sinopsis: Las aborrezco. No me gustan, y cuando te las hacen otros en “Reseñas”, destripan la obra aunque sea sin mala intención. En el caso de “PENSIÓN DE PARÍS”, se trata de una novela corta que puede leerse en poco más de una hora. Sumergirse en la historia es fácil, basta leer la primera página, seguro que sigues adelante. Las historias de TERROR, máxime las “made in Ralph Barby”, es mejor comenzar a leerla sin saber de qué va. No son historias en las que han matado a alguien y se dedican a buscar pistas. Y tíos o tías muy listos, al estilo de los thrillers tradicionales, descubren el asesino al final. Nada de eso, mis historias suelen ser mágicas, oscuras y góticas, cada lector que las interprete como prefiera.”

Es decir, que el autor reniega de las reseñas, por considerar que estas pequeñas sinopsis son spoilers a lo bestia, y probablemente no le falte razón, y lo mejor sea acercarse a este tipo de libros sin la más mínima guía, lo que me hace plantearme si  las reseñas son útiles, o en realidad provocan el efecto contrario del pretendido, que no es otro –al menos en mi caso- que fomentar la lectura de este tipo de literatura.

En mi opinión, al igual que ocurre con los trailers cinematográficos, todo depende de cómo esté escrita la reseña, ya que una cosa es despertar el interés del lector, sin destripar la historia,  y otra es contar prácticamente todo, lo que desincentiva claramente la lectura. Yo personalmente soy plenamente consciente de que en ocasiones me excedo claramente, pero procuro que sólo sea cuando considero que es necesario para enlazar el resumen del libro con el tema que esté tratando en la correspondiente reseña.

En resumen, que soy partidario de las reseñas, pues creo que son un instrumento magnífico para difundir la literatura popular, y es tan fácil como que el que no quiera tener la más mínima idea de qué va una novela, que no vea la reseña hasta haberla leído. No sé qué pensaréis al respecto los que leais esto (si es que lo lee alguien).

EL GATO QUE RIE, LITERATURA DENTRO DE LA LITERATURA

abrazo_a_poesiaAl igual que hay “cine dentro del cine”, en la literatura encontramos algo similar en diversos autores que emplean la propia literatura como parte protagonista de su historia, jugando con la complicidad de un lector que se siente cómodo ante aquello que conoce.

Todos  recordamos libros como El nombre de la Rosa, de Umberto Eco; o  El club Dumas, de Arturo Pérez Reverte, cuyas tramas giran alrededor de un libro ficticio; o el subgénero de “libros malditos”, con el Necronomicón a la cabeza, entre otros muchos que ahora no vienen a cuento, pero de los que espero hablar en alguna ocasión más propicia. Ya encontraré una excusa.

No es el caso de El gato que ríe, pues toda la trama gira alrededor de una obra real, que sirve de cobertura para cometer una serie de horrendos crímenes que siguen el esquema narrativo de Alicia en el País de las Maravillas.

La primera obra similar que me viene a la cabeza sería El club Dante (2004), deedwin Drood_serial_cover Matthew Pearl, una historia que se desarrolla en 1865, y en la que se producen una serie de crímenes inspirados en los tormentos del infierno de Dante. Interesante y entretenida novela, con muchos elementos en común con la obra de Garland.

Otras novelas que pueden encuadrarse en este tipo de tramas son las relacionadas con la inacabada obra póstuma de Dickens: “El misterio de Edwin Drood”, que ha servido de hilo conductor para “El último Dickens”, otra fascinante novela de Matthew Pearl, y “La soledad de Charles Dickens”, una interesante pero, en mi opinión, fallida obra de Dan Simmons.

aliciapaismaravillasPues bien, El gato que ríe, una novelita de 96 páginas publicada como una de tantas obras de novela popular de quiosco, es un fascinante y terrorífico homenaje a Alicia en el país de las maravillas, la universal obra de Lewis Carroll que a mi en particular siempre me ha resultado inquietante, que sirve de excusa a Juan Gallardo Muñoz para escribir otra gran novela con el seudónimo de Curtis Garland, demostrando una vez más que su obra merece todos los elogios que habitualmente recibe.

Curtis Garland el gato que ríeTITULO: EL GATO QUE RÍE

AUTOR: CURTIS GARLAND

SELECCIÓN TERROR Nº 341. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1980

PORTADA: JORGE SAMPERE

La novela se sitúa en Londres, en la habitual época victoriana tan del gusto del autor.

Alicia Kendall, la protagonista de la historia, es una bella y soñadora joven perteneciente a una familia acaudalada. A pesar de su juventud, Alicia es consciente de la injusticia que representa que familias como la suya disfruten de todo tipo de comodidades mientras medio Londres vive en la más absoluta miseria. Tal vez por ello, busca en la lectura una forma de evadirse de estos sentimientos, siendo Alicia en el País de las Maravillas su obra favorita, pues le permite soñar con grandes aventuras. Tengamos en cuenta que la primera edición de Alicia en el país de las Maravillas se publicó en Londres en 1865, y los hechos narrados en la novela transcurren pocos años después (exactamente en 1890, pues en un momento de la novela se hace referencia a que han pasado 25 años desde la publicación de la obra).

Justo por esas fechas ha anunciado su regreso a Londres su querido tío Gart, un hombre que ha estado destinado en la India como capitán de los Khyber Riffles (unas unidades formadas por voluntarios pakistaníes que sirvieron como ejércitos auxiliares para vigilar la frontera) durante 10 años, en la feroz guerra contra los rebeldes independentistas, y que vuelve a su patria tras haber sido herido en combate. A pesar de que Alicia tenía tan sólo 10 años cuando su tío marchó de Inglaterra, conserva  un maravilloso recuerdo de él, y espera ansiosa su regreso, sin sospechar que muy pronto se verá envuelta en el mayor de los horrores.

Cuando finalmente vuelve a encontrase con su tío Gart, se encuentra con un atractivo hombre de 40 años con un carácter rebelde muy distinto de lo que ella está acostumbrada.

Si quieres ser feliz, trata de ser rebelde y anárquica. La sociedad de nuestro tiempo te señalará acusadora, pero tú gozarás de la vida, sin importarte los demás lo más mínimo.”

Pronto conoceremos al resto de personajes de la trama: Katherine y Selway, padres de Alicia; Harvey Kendall, un superficial primo; lord Archibald Bersford y su esposa Lady Anne Bersford, una aristocrática pareja que coincidió en la India con Gart, con el que que mantienen una manifiesta enemistad; el  misterioso Nathan Kendal, pariente lejano de Gart que se suponía debería haber regresado también de la India; Edward Wilkinson, el heróico Coronel Hawthorne y el periodista sir Gregory Forresham, tres hombres que fueron testigos de un incidente en la India que resultará clave para el desarrollo de la historia.

Un asesino disfrazado con una máscara de un gato sonriente (como el gato de Cheshire) comienza a asesinar a los personajes de la novela con curiosos métodos relacionados  con capítulos de la novela de Alicia en el País de las Maravillas. ¿Quién y por qué? Deberéis leer la novela y acompañar al joven inspector de Scotland Yard Ian Laine para descubrirlo.

En la novela hay múltiples referencias literarias, en su mayor parte lógicamente sobre Lewis Carroll y en particular Alicia en el País de las Maravillas, protagonista absoluto de la historia; pero también a otras obras, como la referencia al tigre Shere Khan, de El libro de la Selva, de Rudyard Kipling, publicado en 1894.aliciapaismaravillas2

Lo que queda claro es el profundo conocimiento de Curtis Garland de la obra de Carroll, pues a lo largo de la novela aporta infinidad de detalles sobre diversas escenas de la misma.

La prueba de que debía ser uno de los libros favoritos del autor es que la cita en alguna obra más, como por ejemplo en Embajada de lo Imposible (Héroes del Espacio nº 125): “Lo cierto es que me quedé dormido. Y tuve un sueño, como Alicia al dormirse al borde del río y ver al conejo blanco de ojos rosados, lamentándose de que iba a llegar tarde a alguna parte.

También se presenta Alicia en Crónicas Galácticas (La Conquista del Espacio nº 283) en una maravillosa cita: “Presioné algo. Un resorte. La prodigiosa sucesión de formas, colores y dimensiones pareció frenarse, distenderse, crear una espejeante imagen falsa y deforme. Y, como un vidrio que se hace añicos, me sentí golpeado contra una superficie que no existía. Como Alicia, al capricho de Lewis Carroll, su inefable biógrafo y narrador, me sentí inmerso al otro lado de una pared rota por mi propio yo.”

En esa misma novela: “Era «el otro lado del espejo», que hubiera dicho Alicia Liddell, de labios de Lewis Carroll. El No Cumpleaños de los personajes del País de las Maravillas. El Conejo Retrasado. El absurdo. El disparate. Lo que en el lado positivo de la imagen era y existía, allí no era, no fue nunca, no existía, no había existido jamás. No sería ni existiría nunca. Quizá sólo un matemático podía entender ese juego diabólico de conceptos.

Mejor aún, en Yo vendí el planeta (La Conquista del espacio nº 268), tras citar un fragmento de la obra de Lewis Carroll, Curtis Garland nos regala una de sus maravillosas notas a pie de página que nos permite conocer de primera mano la opinión del autor sobre esta inmortal obra: “Parte final del capítulo XII de la novela onírica y satírica de Lewis Carroll —seudónimo del reverendo Charles Lutwidge Dodgson—, que el escritor Victoriano dedicó a la niña Alicia Lidtleil, y que posteriormente alcanzara fama mundial como cuento para niños, aunque en su fondo y significado, Alicia en el País de las Maravillas diste mucho de serlo realmente. (N. del A.)”

Ya de regreso a El Gato que ríe, la trama, con algunas escenas terroríficas, desprende un tono sombrío en muchos pasajes, con una visión muy negativa del mundo, que sólo permite un leve atisbo de esperanza gracias a la inocencia del personaje de Alicia:

El mundo es una basura, Alicia querida. Mientras puedas, refúgiate en los bellos cuentos que tanto te gustan. Allí, al menos, la maldad es ficticia, imaginaria. En la vida, esa maldad existe, es tangible. Y se ensaña con los débiles

Con el tiempo espero encontrar más bolsilibros en los que la literatura tenga un protagonismo destacable. De ser así, ampliaré este artículo con la correspondiente reseña.

De cualquier modo, esta novela me ha servido para entender la influencia de Alicia en el País de las Maravillas en la obra de Juan Gallardo Muñoz, un autor por el que, con cada nueva lectura, siento un mayor respeto y admiración.

OFELIA. ¿SHAKESPEARE EN LOS BOLSILIBROS?

ofelia-1TITULO: OFELIA

AUTOR: RALPH BARBY

SELECCIÓN TERROR Nº 167. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1976

PORTADA: DESILO

Ofelia Taylor es una joven que despierta víctima de una pesadilla en mitad de la noche en su pequeño apartamento del Bronx. Tras creer oir unas horribles carcajadas procedentes del cercano Old Hospital, intenta huir de su propio piso, pero se encuentra inexplicablemente encerrada, e incomunicada del mundo exterior, pues el teléfono tampoco funciona.

ofelia-2Al despertar a la mañana siguiente, se encuentra a la Agente Cunninghame de la policía dentro de su apartamento, esperando para interrogarla junto con el sargento Woodson. Incapaz de recordar nada, le explican que fue atendida por el Doctor Mulberry, del Old Hospital, que, atraído por la cantidad de agua que salía de su apartamento abierto, la encontró dentro de la bañera a punto de ahogarse.

La policía está convencida de que intentó suicidarse, y de que padece algún tipo de trastorno psiquiátrico que le impide recordar nada, por lo que le solicitan que acuda a un psiquiatra para que le realice un informe de valoración. Esta situación le lleva al desagradable Old Hospital, a la consulta del doctor Mulberry.

Al llegar al hospital, encuentra una mujer muy alta que amablemente se ofrece a  acompañarla hasta el despacho del doctor, pero en realidad la lleva a un desván, dejándola encerrada en compañía de un aterrador enano y de unas jaulas con barrotes que cuelgan del techo, con restos humanos en su interior. Tras conseguir huir aterrada de la siniestra estancia a través de una ventana, con el enano pisándole los talones por la cornisa de la fachada, regresa al interior del Old Hospital, y mientras huye a la carrera choca frontalmente con el apuesto y joven Doctor Joseph Mulberry.

Ya en su consulta, y tras narrarle todo lo sucedido, el doctor por supuesto piensa que está loca, y se ofrece a tratarla con regularidad en su consulta. Dentro de la consulta, Ofelia se fija aterrada en un cuadro en el que aparece un grupo de personas, entre las cuales se encuentra el siniestro enano del desván. El problema es que el cuadro es una réplica de uno de gran tamaño que preside el despacho de Noel Goodyear, el director del hospital; un cuadro pintado en 1830. Según el director, el enano del cuadro era un tal William Van Reims, un engendro físico y mental fruto de años de enlaces cosanguineos de los Van Reims, familia benefactora que fundó el Old Hospital. Además en el cuadro también se ve la figura de un monje tapado cuya silueta recuerda a Ofelia a la mujer que le acompañó hasta el siniestro desván de las jaulas, y que resulta ser la hermana de William, una mujer con fama de ser una bruja.

Joseph se compromete a acompañar a Ofelia al desván para que compruebe con sus propios ojos que no hay allí nada similar a lo que ella asegura haber visto, y a cambio le hace prometerle que si no encuentran nada extraño, seguirá un tratamiento con él. Efectivamente todo apunta a que Ofelia está loca.

Magnífica obra, para mi gusto de lo mejor que he leído de Ralph Barby, que por lo general mantiene una calidad media más que aceptable. Una lástima que la habitual precipitación en el final de la novela rebaje la puntuación final de la misma. He de reconocer que las historias que hacen dudar al lector de la salud mental de los protagonistas (y en esto Silver kane es el maestro) me resultan muy interesantes, siempre y cuando el autor consiga una historia coherente, claro está. Por si alguien encuentra llamativo el título de la novela, diré que no es casualidad que la protagonista se llame igual que la enamorada de Hamlet, obra que se cita textualmente:

  • “Sí, Ofelia, las dos somos Ofelias. Esto no se le hubiera ocurrido a Shakespeare; él sólo puso una Ofelia en su Hamlet, lo malo es que la volvió loca.”

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Ofelia, de John Everett Millais

Al igual que en la obra de Shakespeare, la protagonista de esta novela de terror está ligada a la locura, y del mismo modo que en la obra original Ofelia acaba ahogada al caer en un río, en la novela de Ralph Barby está a punto de morir en la bañera.

ofelia hamletPor cierto no es la primera vez que veo menciones a Shakespeare en un bolsilibro, aunque sí es la obra en la que adquiere un mayor protagonismo un personaje del inmortal autor.

En Made in Marte, de mí admirado Adam Surray, nos encontramos con el siguiente diálogo:

“—El hombre de Marte llegó un Jueves, Miss Venus 2000, La Luna para los lunáticos… Esto es vergonzoso. Conoces a Shakespeare, Robert?

— ¿Es un nuevo autor de ciencia ficción?”

Enrique Sánchez Pascual, con el seudónimo de H. S. Thels, menciona a Hamlet en Materia Negativa (Espacio Mundo Fututro nº 57):

“Ser o no ser, había dicho Hamlet. En realidad, fue aquello lo que ocurrió: apenas había oprimido el disparador, la ciudad de los escarabajos se esfumó, como si jamás hubiese existido, como si no hubiera sido más que el producto de una disparatada pesadilla.”

En Largo viaje hacia la nada (La Conquista del Esapcio nº 201), de Curtis Garland, se cita expresamente la última frase de Hamlet, “…Luego, el resto será silencio”, en una de las habituales notas a pie de página del autor. (Frase que también se menciona en Centuria XXV (La Conquista del Espacio nº 225), del mismo autor)

Nuevamente gracias a Garland, encontramos otra cita de Hamlet en Hombre Omega (La Conquista del Espacio nº 384):

«Yo, moribundo, le doy mi voto. Díselo tú, e infórmale de cuanto acaba de ocurrir. ¡Oh! Para mí, sólo queda ya… el silencio eterno.»

Y del mismo autor, otra cita de Hamlet en Evasión del mundo del terror (La Conquista del Espacio nº 147):

“Existen más cosas en la Tierra y en el cielo, Horacio, que todas aquellas que pueda explicar la filosofía.”

Esa misma cita se mencióna por cierto en Yo, Lázaro (La Conquista del Espacio nº 22), y en …Y las estrellas gritaron (La Conquista del Espacio nº 287), otras dos obras de ciencia ficción del mismo Curtis Garland, que como podemos observar, tenía una cierta fijación con Hamlet; y en Rescate en Medon (Héroes del espacio nº 164), de Eric Sorenssen (seudónimo de Juan Manuel González Cremona).

Silver Kane demuestra una cultura superior a la media con la siguiente referencia de Un solo ataúd (Punto Rojo nº 1) a la supuesta autoría de las obras de Shakespeare:

“En los interminables pasillos todo era silencio. Los profesores debían estar repartidos entre el comedor y la biblioteca, fumando cigarrillos baratos y enfrascándose en charlas interminables sobre la política de Kennedy y sobre si eran o no auténticas todas las obras de Shakespeare.”

En Muy alto, muy rubio, muy muerto (Punto Rojo nº 71), de Keith Luger, se citan diversos párrafos de Hamlet.

Pero una de mis citas favoritas se encuentra en Eran cinco diablos (Ases del Oeste nº 272),  una novela del Oeste de Mikky Roberts, autor del que ya he hablado en el blog:

—“No hay en el infierno furia tan airada como la de mujer que fue burlada”, —recitó Gert—. Eso pertenece a una obra de un famoso poeta y dramaturgo inglés, Shakespeare. Pero usted probablemente no habrá oído hablar jamás de él. Son muy instructivas sus obras…

—Seguro que leyendo a ese Shakespeare usted habrá aprendido a manejar una banda como los Cinco.

—No está muy equivocada. Los personajes de sus obras sabían asesinar de mil maneras diferentes, y desde luego no tenía el menor escrúpulo para obtener lo que deseaban.”

Por supuesto estos son tan sólo algunos ejemplos de citas Shakespearianas, pero habrá infinidad más, aunque creo que puede servir de demostración de que la literatura popular no está exenta de cultismos.

Al margen del sorprendente homenaje del bolsilibro objeto de la reseña a Shakespeare, es interesante una mención que realiza el doctor Mulberry a Ofelia para convencerla de las leyendas urbanas que acompañan a los hospitales acerca de la enfermera de la muerte del Guy’s Hospital de Londres.

El hospital existe en la realidad, y fue fundado en 1721 por el editor Thomas Guy, para tratar a los los pacientes incurables del St Thomas Hospital, del cual era patrono.

Este hospital alcanzó una gran popularidad cuando en 1818 James Blundell llevó a cabo la primera transfusión de sangre humana.​ Entre 1818 y 1825, Blundell realizó diez transfusiones, cinco de las cuales lograron la curación de los pacientes.

En la novela de Ralph Barby,  se menciona la presencia de una extraña enfermera fantasma, que sólo se aparece cuando un paciente va a morir. Según la leyenda, ella es la encargada de acompañarles en sus primeros pasos por el Más Allá. He investigado al respecto, y he encontrado que efcetivamente en Inglaterra resulta muy habitual la figura victoriana  de una enfermera fantasma que ha quedado ligada de un modo u otro a un hospital. En concreto, he localizado algunas interesantes referencias al respecto en el libro “The secret lives of ghosts”, de Paul Gater. Por lo visto, es cierto que existe una leyenda sobre una enfermera fantasma que posa su mano en el hombro de los pacientes a punto de morir en el Guy´s hospital, algo que repito no es excepcional, pues en el St. Thomas Hospital también corría el rumor sobre la presencia del fantasma de Florence Nightingale; y en el University College Hospital de Londres, se comentaba que el fantasma de una enfermera que mató de forma accidental a un paciente vigilaba que no se volviera a cometer un error similar. Como se ve, todas estas enfermeras victorianas fantasmas tienen un carácter bondadoso, rasgo que no comparte nuestro siniestro enano de Ofelia.

LOS LADRONES DE GUANTE BLANCO EN LA NOVELA POPULAR

Rocambole2La imagen que tenemos del personaje del ladrón de guante blanco es la de un hombre muy atractivo, de vida aparentemente intachable, por lo general perteneciente a la nobleza, que lleva una doble vida secreta, pues dedica sus ratos libres a robar las joyas de los más ricos con la intención de destinar las ganacias a causas altruistas, o simplemente como un desafío personal. En sus robos jamás emplea la violencia, y siempre consigue eludir la acción de la justicia gracias a una astucia y habilidad fuera de lo normal.

Tal vez el origen de esta figura debamos buscarlo en Rocambole, un personaje literario mitad aventurero, mitad ladrón, creado por el prolífico escritor francés del siglo XIX Pierre Alexis Ponson du Terrail. Este olvidado personaje, cuyas primeras aventuras se publicaron entre 1857 y 1858 en el diario “La Patrie” bajo el título de “Los Dramas de París”, forma parte de los inicios del folletín literario.

Rocambole

Edición española de Rocambole

Rocambole inicialmente se presenta a los lectores como un personaje con connotaciones claramente negativas, pues es el aliado del malvado Sir Williams, al que finalmente asesina al darse cuenta de su maldad, motivo por el que acaba en prisión. Sin embargo, es a partir de la cuarta novela de la serie, cuando el personaje sufre un cambio radical, al escapar de prisión arrepentido de sus actos anteriores, convirtiéndose en un ladrón ingenioso y caballeresco que roba a los ricos para dárselo a los pobres, y que a modo de firma personal deja en el lugar de sus robos una sota de corazones.

Raffles_25A partir de ahí E. W .Hornung, cuñado de Arthur Conan Doyle, crearía en 1898 a Arthur J. Raffles, como contrapartida de Sherlock Holmes,  estableciendo de forma definitiva los principios que definen la figura del ladrón de guante blanco; es decir, la de un hombre que aparentemente lo tiene todo y que por diversos motivos, siempre nobles, se dedica a cometer robos esquivando eternamente a la policía gracias a su habilidad e inteligencia. No es difícil ver la influencia de Sherlock Holmes en Raffles, con el que comparte muchos puntos en común: tiene a su propio Watson (Harry “Bunny” Sanders); habla varios idiomas de forma fluida y puede imitar multitud de acentos; es un maestro del disfraz; su ego es enorme, lo que le lleva a cometer robos imposibles por el único motivo de demostrar que es capaz de realizarlos; e incluso tiene su propia muerte y posterior resurrección literaria.

raffles 1929Un Raffles que como todo el mundo sabrá dio lugar en España a una serie de novelitas  “inspiradas” en este personaje. Recomiendo al que quiera más información sobre este folletín hispano que se de un paseo por el que es sin lugar a dudas uno de los grandes blogs de la literatura popular, que no es otro que el Desván del Abuelito, pinchando en el siguiente enlace: https://eldesvandelabuelito.wordpress.com/2012/12/16/5479/.

Tras la aparición de Raffles surgirían personajes similares, pero que no alcanzaron un éxito que les permitiera sobrevivir al paso del tiempo.  Entre éstos destacaría Les 21 jours d’un neurasthénique (1901) de Octave Mirbeau; libro por cierto publicado en España en 2017 en el que Georges Vasseur, el neurasténico del título, narra diversos encuentros con personajes de todo tipo, uno de los cuales es Arthur Lebeau, un ladrón de guante blanco. El autor, Octave Mirbeau (1848–1917), fue un periodista y crítico de arte que además escribía obras de ficción; un anarquista al que me gustaría destacar por alguna de sus frases, que creo que están a día de hoy más vigentes que nunca:

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Octave Mirbeau, el anarquista que creó a un ladrón de guante blanco

 “Los corderos van al matadero. No se dicen nada ni esperan nada. Pero al menos no votan por el matarife que los sacrificará ni por el burgués que se los comerá. Más bestia que las bestias, más cordero que los corderos, el elector designa a su matarife y elige a su burgués. Ha hecho revoluciones para conquistar ese derecho”.

Una cosa que me asombra prodigiosamente, es que, en el momento científico en que estoy escribiendo, tras las innumerables experiencias y los escándalos políticos, pueda todavía existir en nuestra querida Francia un elector, un solo elector, ese animal irracional, inorgánico, alucinante, que consienta abandonar sus negocios, sus ilusiones o sus placeres, para votar a favor de alguien o de algo”.

arsenio lupinNo obstante, la figura del ladrón de guante blanco no alcanza la inmortalidad hasta que Maurice Leblanc da a luz en 1905 al que es probablemente el más popular de los ladrones de guante blanco: Arsenio Lupin. Este personaje consiguió en Francia una inmensa popularidad, similar a la de Sherlock Holmes en el Reino Unido, alcanzando un total de 20 títulos publicados, a los que debemos añadir cuatro secuelas más (autorizadas) escritas por Boileau-Narcejac. La mención al famoso de los detectives no es casual, pues Lupin llegaría a enfrentarse a él en uno de sus relatos, aunque bajo el nombre de Herlock-Sholmes, para evitar problemas legales. Difícilmente alguien podría relacionar a ambos personajes.

La figura de Arsène Lupin (nombre original de Arsenio) engrandece las características del ladrón de guante blanco: un hombre elegante y seductor; de gran cultura; experto en boxeo y todo tipo de artes marciales; y que sin embargo se dedica a robar, eso sí, siempre a los más ricos y sin emplear la violencia, ejerciendo de auténtico Robin Hood para los más desfavorecidos.

Fantomas1911Tras el enorme éxito de Arsène Lupin se produjo una auténtica invasión de ladrones de guante blanco literarios, entre los que cabe destacar a Fantomas, el personaje creado en 1911 por por Marcel Allain (1885-1970) y Pierre Souvestre (1874-1914), que llegaría a protagonizar 32 novelas y múltiples adaptaciones  al cine y televisión. He de señalar que la inclusión de Fantomas en esta reseña puede no ser acertada, pues este personaje tiene ciertas características que le alejan del concepto de ladrón de guante blanco, pues mientras que en éste último la no violencia es una de sus señas de identidad, Fantomas no duda en ser implacable cuando lo considera necesario, y de hecho en ocasiones se muestra como un sádico sin compasión. No obstante, su origen aristocrático, y el hecho de ser un protagonista que se dedica al crimen, me ha convencido para incluirlo aquí.

Otros ladrones de guante blanco a mencionar son Simon Templar, alias El Santo, el personaje creado por Leslie Charteris en 1928 que alcanzó gran fama gracias a la serie de Tv protagonizada por Roger Moore; y más adelante Henrý Prince, personaje de Cecil Freeman Gregg que apareció en los años 30 en tres novelas.

sir fantasm 24Lógicamente en la novela popular española la aparición del ladrón de guante blanco es un recurso muy habitual, pues permite a los autores mezclar de forma sencilla acción y misterio con un toque de romanticismo que sólo pueden aportar estas figuras literarias, envueltas de un halo de misterio muy característico, pues los ladrones de guante blanco son hombres intrépidos que cometen delitos, sí, pero siempre movidos por causas nobles.

Ya a pricipios del siglo XX, con el auge del folletín, nos encontramos con Sir Fantasm, un misterioso ladrón de guante blanco que se ocultaba tras una calavera cuyas aventuras se narraron en una serie de 24 episodios. Una de esas joyas completamente olvidadas que merecerían una segunda oportunidad.

Audax 02aaResulta inevitable no destacar entre los ejemplos de este tipo de personajes en la literatura popular a Audax, el personaje creado por Pedro Victor Debrigode que inició su andadura en 1946 protagonizando un total de 6 títulos, y  que bien merecería una reseña independiente. En esta serie de historias, Lord King es un distinguido coleccionista de antiguedades, un joven aparentemente apocado que vive en Nueva York  junto a su ama de llaves –Grumpy- y la sobrina de ésta –Baby- , su bella y eficiente secretaria, y que oculta tras esa fachada a un intrépido ladrón de guante blanco.

marido a medianocheEl romanticismo que envuelve a los ladrones de guante blanco permite que sean personajes con cabida en prácticamente cualquier género literario, y como muestra nos encontramos con “Marido a medianoche”, de María Adela Durango, una novela romántica publicada en 1968 en el nº 975 de la colección Rosaura de Bruguera. En la novela un ladrón de guante blanco se cuela en el apartamento de la protagonista, Nicol Veguer, una estudiante de derecho que denuncia el suceso a la policía, que no logra descubrir la identidad del ladrón. Por azares de la vida Nicol descubre que el ladrón no es otro que un compañero de facultad llamado Carlos Sort, un enigmático joven al que intentará reconducir por el buen camino, llevándose de paso alguna que otra sorpresa. Obviamente el tema del ladrón de guante blanco tan sólo sirve de fachada para organizar la habitual historia romántica, pero resulta interesante su presencia en un género tan aparentemente ajeno como es la mal llamada novela rosa.

Curtis Garland volvería a emplear la figura del ladron de guante blanco en “Halcón de plumas de oro”, nº 1.590 de la colección Servicio Secreto de Bruguera. En esta ocasión el protagonista del libro es un ladrón al que llaman “El halcón”, un hombre que roba a los ricos para dárselo a los pobres, y que recibe el encargo de recuperar el desaparecido Halcón de las Plumas de Oro, una estatua que forma parte de la milenaria ceremonia de coronación al trono de un exótico país árabe. El destino de un país está en sus manos, en una compleja  trama de política internacional en la que hay muchos intereses en juego.

Aparte del obvio homenaje al Halcón Maltés representado por la estatua, la novela es una nueva revisitación a la tradicional figura del ladrón de guante blanco en la que destaca su vertiente de intrépido y noble aventurero.

Y por último, me gustaría añadir la reseña de una curiosa novela de Terror de Curtis Garland en la que el protagonista es un ladrón de guante blanco clásico.

curtis garland Gabinte doctor sangreTÍTULO: EL GABINETE DEL DOCTOR SANGRE

AUTOR: CURTIS GARLAND

COLECCIÓN SELECCIÓN TERROR Nº 211 . EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1977

PORTADA: Desilo

Hay que reconocer que la portada de Desilo, la autoría de Garland, y un título tan llamativo hacen que resulte imposible comenzar a devorar esta terrorífica novela.

Con tan sugerente título, homenaje al mítico film de Robert Wiene, “El Gabinete del doctor Caligari” (1920), nos adentra Juan Gallardo Muñoz en una historia que mezcla todo tipo de ingredientes, empezando por médicos que recuerdan a Jack el Destripador (al que se menciona en el libro), hasta ladrones de guante blanco al más puro estilo de Raffles, el famoso personaje creado en 1890 por E. W. Hornung, cuñado de Arthur Conan Doyle. La comparación con Raffles no es gratuita, pues en más de una ocasión el autor se refiere a este personaje –y a Arsenio Lupin-  de forma expresa.

En la novela, ambientada en el Londres de 1975, James S. Quayle es un doctor especializado en cirugía que tiene su consulta en Francis Street, una calle cercana a la Catedral de Westminster. Nada más comenzar la historia se nos muestra un feroz asesinato a cargo del buen doctor, que con la complicidad de su rubia y exhuberante enfermera Gladys acaban con la vida de Sally Kane, una camarera que ha tenido la desgracia de acudir a la consulta médica equivocada.

Nos encontramos por tanto con uno de esos libros en los que el misterio no gira alrededor de quién es el asesino –que queda identificado en las primeras páginas-, sino de los motivos por los que se cometen los crímenes, lo que no quita para que haya alguna que otra sorpresa en lo relativo al asesino.

Tras este primer capítulo en el que se nos da una primera pincelada del asesino, descubrimos que Sally Kane (¿algún parentesco con Silver Kane?) no es la única víctima de un asesino que tiene en jaque a Scotland Yard. Por si no fuera suficiente la aparición de un nuevo asesino en serie de mujeres, la brutalidad de los crímenes devuelve al público la memoria del más tristemente famoso asesino de todos los tiempos, un Jack el Destripador que aparentemente ha regresado del Infierno, pues todas las víctimas aparecen con el corazón, hígado y riñones extirpados, con una precisión que apunta a que se enfrentan con alguien con grandes conocimientos médicos.

Justo en este momento conocemos a un ladrón de guante blanco al que llaman “El Enigma”, un virtuoso especializado en robar joyas en hoteles de lujo, que tiene la desgracia de ser sorprendido por la policía en plena faena dentro de una habitación en la que nuestro protagonista se encuentra de forma fortuita con el cadáver de la señora Kimball horriblemente abierta en canal con precisión quirúrgica.

Tras conseguir escapar a duras penas descolgándose por la ventana mientras la policía derriba la puerta, recala en la habitación de Hazel Marsh, una doctora que sorprendentemente decide creer la versión del ladrón, y en lugar de entregarle,  le ayuda a escapar del cerco policial que rodea el hotel haciéndole pasar por su marido. Posteriormente la doctora Marsh le explicará el motivo de tan extraña conducta, al confesar que ella misma perdió de la misma manera a una de sus mejores amigas 10 años atrás, en 1965, a manos del doctor Sangre, nombre con el que Hazel se refiere al siniestro asesino que está convencida ha vuelto desde el pasado. Hazel le pide a Enigma que en pago por no haberle entregado a la policía, le ayude a descubrir la verdadera identidad del Dr. Sangre.

Uno de los ejes de la novela es sin lugar a dudas la figura de Enigma, todo un prototipo de la figura del clásico ladrón de guante blanco:

Imaginaba que eso de los ladrones de guante blanco estaba ya en desuso…

—Las viejas modas siempre vuelven —rió el ladrón—. Como el charlestón, los pulp o las películas mudas… ¿Por qué no había de volver un Arsenio Lupin o un Raffles?”

Enigma resulta ser -¡Oh, sorpresa!- un aristócrata llamado Sir Ronald Duncan, que se dedica a robar las joyas de ricos sin escrúpulos para entregar el dinero a todo tipo de causas altruistas, sin que la policía haya sido capaz de detenerle hasta el momento. En resumen, un clon de Lord Lister, alter ego de Raffles.

La investigación de los crímenes se complica para Scotland Yard, que busca un asesino con conocimientos médicos, pues justo la noche de la muerte de la Sra. Kimball se estaba celebrando en el hotel una convención de cirujanos, lo que aumenta el número de sospechosos. Una policía que por cierto no ha relacionado las muertes que se están produciendo con el asesinato de otras cinco personas cometidos 10 años atrás a los que se refiere la doctora Marsh.

¿Por qué se están cometiendo los crímenes? ¿Por qué han vuelto a producirse pasados 10 años? ¿Habrá romance entre Enigma y la doctora Marsh?. Y lo más importante de todo, ¿Aparte de mi suegra lee alguien este blog?.

Como es habitual en Garland, la novela está plagada de todo tipo de referencias literarias y cinematográficas que son siempre un deleite para el aficionado. A lo largo del libro se mencionan a Jack el Destripador, Sherlock Holmes, Arsenio Lupin, Raquel Welch, Jekyll y Hyde, Houdini…

Resultaría muy tentador pensar que el nombre de James S. Quayle pudiera ser un homenaje del autor al actor John Anthony Quayle, que participó en “Asesinato por decreto”, la película en la que Sherlock Holmes investiga los crímenes de Jack el Destripador. En dicho film el actor interpreta a Charles Warren, principal responsable de la policía en el momento en que se cometieron los crímenes del destripador; y curiosamente en la novela de Garland el principal responsable policial de la investigación del Dr. Sangre es el Superintendente Warren… Todo encajaría si no fuera porque Asesinato por decreto se estrenó en 1979, es decir, dos años después de la publicación de la novela de Garland.

Gabinete doctor CaligariYa que ha salido el tema, me gustaría recomendar a todo el que no la haya disfrutado, que no deje de ver “El Gabinete del Doctor Caligari”, la revolucionaria y fascinante película de 1920 de Robert Wiene, toda una lección de cine y el máximo exponente del expresionismo alemán. Para los que les dé mucha pereza ver una película de 1920, en el año 2005 se estrenó un remake de la misma a cargo de David Lee Fisher, que a mi personalmente me ha parecido un buen homenaje al original.

Por otro lado, la novela de Curtis Garland no guarda relación alguna con la película en lo que se refiere al argumento.

En la vida real encontramos a otro Dr. Sangre que nada tiene que ver con el siniestro personaje de la novela, sobrenombre con el que se conocía a Norman Bethune, un médico canadiense que formó parte de los 1.700 canadienses que se ofrecieron como voluntarios dentro de las brigadas internacionales para luchar en la guerra civil española (1936-1939) a favor del bando republicano, y de los cuales fallecieron 721. A este médico se atribuye la introducción de una innovación médica extraordinaria que se ha incorporado a todos los servicios médicos militares del mundo: la primera unidad móvil de transfusión sanguínea  en combate.  “Que la sangre busque a los heridos” era su lema; una pemisa que ha salvado miles de vidas desde entonces, pues una de las principales causas de muerte en combate era precisamente la pérdida de sangre durante los traslados de heridos a los centros médicos.

El Servicio Canadiense de Transfusión de Sangre se instaló en una mansión de 15 habitaciones en el número 36 de la calle Príncipe de Vergara de Madrid, a sabiendas de que los bombardeos de Franco respetaban los barrios residenciales de los más ricos. Allí organizó un servicio de captación de donantes de sangre que tuvo una respuesta masiva por parte de la población civil, lo que permitió el éxito de su iniciativa, aunque el servicio apenas funcionó durante seis meses, pues harto de lo que él consideraba una jerarquía absurda del ejército republicano, Bethune se marchó a China en 1938, donde acabaría muriendo de una septicemia.

MUÑECOS Y JUGUETES DIABÓLICOS

muñeco diabolico movilLa literatura y el cine de terror están llenos de clichés cuya presencia es prácticamente obligatoria: la escena en un cuarto de baño en el que al cerrar una puerta con espejo aparece alguien de repente en el reflejo; un gato que sale de golpe maullando asustando a un personaje; o la desaparición en la cocina de un cuchillo que había aparecido claramente en pantalla tan sólo unos segundos antes, son tan sólo tres ejemplos del tipo de escenas a las que me refiero.

Pues bien, otro elemento muy característico en el género del terror es la presencia de algún muñeco o juguete que produzca escalofríos al lector o al espectador, en ocasiones de forma secundaria dentro de una trama  principal (Poltergeist o Saw, por ejemplo), o tomando el protagonismo absoluto de la historia.

silencio malCabe preguntarse porqué un muñeco, que no deja de ser un inocente elemento decorativo asociado a la infancia, se ha podido convertir en algo tan amenazante   –más cuanto más realista sea su aspecto-, pues la realidad es que cuando vemos aparecer en una película un muñeco, sabemos de forma inmediata que se avecinan problemas. Este temor o miedo hacia los muñecos, llevado al extremo, se conoce como pediofobia, y tiene sus correspondientes estudios y tratamientos médicos.

Al margen de algunas teorías que hablan del uso que se ha dado a los muñecos a lo largo de la historia como objetos mágicos, en mi opinión el origen hay que buscarlo en la infancia, en la que, como parte de nuestra educación, y en muchos casos sin ningún ánimo de asustar, se nos cuentan todo tipo de historias en las que aparecen objetos inanimados –muñecos incluídos- que cobran vida, lo que si se piensa bien no deja de ser algo terrorífico, por muy bondadosos que parezcan, pues representan una alteración del orden natural que difícilmente puede digerir un niño, como cualquier hecho para el que no encuentre una explicación racional. Para una inocente criatura en fase de aprendizaje, la idea de que algo que antes manejaba a su antojo cobre de repente vida supone que empiece a plantearse si querrá vengarse de todas las perrerías que sin lugar a dudas le habrá hecho mientras jugaba con él.

Y lo que nos ocurre durante la infancia, nos marca para toda la vida. Tus fobias de adulto son tus miedos de niño.

Un buen ejemplo de este tipo de recuerdos infantiles es Pinocho, la película de Disney, que ha provocado pesadillas a unas cuantas generaciones, cosa que no creo que fuera la intención del bueno de Walt. Cuando le descongelen tal vez pueda explicarnos qué demonios pretendía con esa película.

arde bruja ardeEse terror a que los objetos inanimados cobren vida, inoculado durante la infancia a través de los cuentos, permanece grabado en lo más profundo de nuestra memoria adulta, de modo que para un escritor o un cineasta es fácil explotarlo, especialmente si se le añaden ciertos elementos adicionales, tanto en la apariencia física de los muñecos –que no suele ser muy tranquilizadora-  como en el hecho de que adquieren vida siempre con un siniestro objetivo.

El título de esta reseña –los muñecos diabólicos- hace referencia a muñecos o juguetes infantiles que cobran vida de manera sobrenatural, y con la premisa de que tienen malignas intenciones. Por tanto no caben en esta definición muñecos sin vida propia, por muy siniestros que puedan resultar.

En el cine son múltiples los ejemplos que podemos encontrar de este subgénero del terror, y aunque no se trata de realizar una relación exhaustiva de las películas con muñecos de estas características, sí me gustaría comentar algunas de las más representativas, principalmente porque la novela popular se nutre en más ocasiones del cine que de la literatura.

chucky1Tal vez la película más conocida por el gran público sea Child´ s Play (1988), de Tom Holland, estrenada en España como Muñeco diabólico, que dio origen a una saga cinematográfica que hasta la fecha cuenta con 7 entregas protagonizadas por el siniestro y carismático Chucky. Por las fechas de estreno de la primera entrega, no pudo lógicamente servir de inspiración a la novela popular.

A raíz de Muñeco Diabólico se produjo un auténtico boom del terror protagonizado por muñecos, pero no considero importante ahondar en el tema por ser en todos los casos posteriores a la época de la novela popular, aunque destacaría Puppett Master y sus múltiples secuelas, o Silencio desde el mal, un muy interesante –aunque fallido- intento de revitalizar el género de los muñecos.

El mismo caso nos encontramos con la muñeca Annabelle, la terrorífica muñeca supuestamente basada en hechos reales que ha devuelto a la primera división del terror el tema de los muñecos diabólicos. En este caso Annabelle ha protagonizado ya dos películas más desde que apareciera de forma secundaria en Expediente Warren (The conjuring, 2013).

the boyMe gustaría recomendar a modo de curiosidad desde aquí la poco conocida The boy (2016), una película que parte de una intrigante premisa: un matrimonio de edad avanzada contrata a una joven como institutriz de su hijo de 8 años, encontrándose cuando llega a la casa que el hijo es en realidad un muñeco de porcelana de aspecto muy realista para el que debe procurarle una serie de cuidados siguiendo las estrictas instrucciones de sus “padres”. Una muy interesante película de terror e intriga a partes iguales que por desgracia acaba cayendo en ciertos tópicos que le hacen bajar el nivel.

Respecto al cine o televisión que por fechas pudo influir en los escritores de novela popular española, se me ocurren los siguientes ejemplos:

El gran Gabbo (The great Gabbo, 1929). Probablemente la primera aparición de un muñeco demoniaco en el cine, de la mano de Otto, el muñeco que comienza a dominar la personalidad del famoso Gran Gabbo, un ventrílocuo que se ha enamorado de una bailarina casada con otro hombre, y que empieza a recibir consejos de su asesor infernal. Sin lugar a dudas, como veremos a continuación, dentro del subgénero muñecos los de ventrílocuos son los que de forma recurrente adquieren un mayor protagonismo.

Muñecos infernales (The devil doll, 1936). Tod Browning, el brillante director de cine, juega en esta película con el tema de los muñecos humanos. Gracias a una pócima mágica, un preso condenado de forma injusta se venga de las personas que le enviaron a prisión transformándoles en muñecos. Muy inquietante, como es habitual en la obra de Browning.

dead of nightAl morir la noche (Dead of night, 1945) Original e inquietante película, que se cuenta entre las favoritas de Martin Scorsese, en la que un hombre llega a una velada en la que no conoce a ninguno de los invitados, y comienza a dar detalles de lo que va a suceder, pues asegura que lleva meses soñando con esa misma situación. La reunión sirve de excusa para que cada uno de los seis invitados confiese a los demás una experiencia sobrenatural de las que han sido protagonistas. Una de estas historias es una de las más terroríficas historias de muñecos que he tenido ocasión de ver en el cine, en este caso protagonizada por un ventrílocuo dominado por su herramienta de trabajo, un muñeco llamado Hugo.

El ojo de cristal (1957). Episodio de Tv de la 3ª temporada de la serie Alfred Hitchcock presenta). Nuevamente se nos presenta la historia de un inquietante muñeco de ventrílocuo a partir de un peculiar ojo de cristal.

Frank mcfair los muñecosAtaque diabólico (1958). En realidad en esta película de Bert I. Gordon, de nuevo no son los muñecos los que cobran vida, sino que hay humanos que son convertidos en muñecos vivientes por un loco constructor de marionetas, tema que se repetiría en Dolls (1987), todo un clásico moderno de serie Z dirigida por Stuart Gordon.

La serie de TV La dimensión desconocida nos aporta hasta tres episodios (El Muñeco, 1962; La muñeca viviente, 1963; y César y yo, 1964). El muñeco y César y yo están protagonizados por Willy, un muñeco de ventrílocuo que hace la vida imposible a su propietario; y en La muñeca viviente, Tina Parlanchina es una muñeca de voz dulce pero siniestras y asesinas intenciones, todo un compendio de lo que se puede esperar de un muñeco diabólico.

El muñeco diabólico (1964). “Camina, habla, ve y asesina” Así se presentaba al temible Hugo (un claro homenaje a Dead Night), el espantoso muñeco de El gran Vorelli, un ventrílocuo que tras cada espectáculo debía encerrar a su inanimado compañero de trabajo en una caja con barrotes.

El Muñeco (1966). Episodio de la serie española de Tv Historias para no dormir, de Narciso Ibáñez Serrador. En este mítico episodio, una niña es visitada por el espíritu de su primera institutriz.

House of evil (1968). En una de las últimas películas de Boris Karloff, un anciano convoca a sus familiares a su lóbrega mansión para la lectura de su propio testamento. Al morir éste, los juguetes de su colección particular comienzan a asesinar a los invitados.

Amelia (1975). Uno de los tres cortometrajes que compusieron la película Trilogía del Terror, dirigida por Dan Curtis con guiones de Richard Matheson basados en algunos de sus propios cuentos de terror. En este relato (basado en el cuento corto Prey del autor), una mujer es acosada por un espantoso muñeco africano Zuni de poderosa dentadura y armado con una lanza que ha comprado para regalar a su padre.  Este perverso muñeco volvería a aparecer en “El es quien mata” una de las tres historias de Trilogía del Terror 2.

magic 1978.jpgMagic (Richard Attemborough, 1978). Otra de muñeco de ventrílocuo, en una nueva vuelta de tuerca al tema, que ha llegado a convertirse en una de las más famosas películas de muñecos de la historia.

El triángulo diabólico de las Bermudas (1978). Una película menor sobre el tema de las desapariciones de navíos en el triángulo de las Bermudas, en la que curiosamente una muñeca tiene un papel muy destacado. En su momento la vi de estreno a la tierna edad de 11 años, y me impactó muchísimo, ocasionando sin duda que nunca más volviera a ver los muñecos con los mismos ojos. Probablemente no resistiría ni de lejos un segundo visionado.

Si hablamos de literatura, el tema se complica a la hora de listar las obras relacionadas con este tema. Por citar sólo algunas:

  • El muñeco (2010). Daphne Du Maurier. Un cuento de la famosa escritora de Rebeca que en ningún caso pudo servir de inspiración a la novela de quiosco española, pues se encontró junto con otros relatos inéditos de la autora en 2010.
  • ¡Arde, bruja, arde! (1932). Abraham Merritt. En una de las primeras novelas en la que los muñecos adquieren la condición de diabólicos, una mujer llamada Madame Mandilip fabrica unos siniestros muñecos animados gracias a la magia negra. El doctor Lowell, en medio de una investigación detectivesca, tendrá que enfrentarse a este horror. Hay una película del mismo título de 1962 pero no está basada en este libro, y no hay muñecos.
  • La casa de muñecas embrujada (1923). M.R. James. Cualquiera que conozca la obra de este genial escritor, se puede hacer a la idea de la calidad de esta historia acerca de una casa de muñecas en cuyo interior se repiten por la eternidad una serie de horribles sucesos. Si alguien que lea esta reseña no conoce a este escritor, de verdad que está tardando en ir a comprar sus 13 cuentos de fantasmas, una joya de la literatura universal. Y no exagero.
  • Los autómatas (1814). E.T.A. Hoffmann. Un relato de uno de los maestros del horror que gira alrededor del turco parlante, uno de los más célebres autómatas que tan de moda se pusieron entre el público del siglo XVIII, y cuya historia real bien merecería una película.
  • La Muñeca (1900). Vernon Lee (seudónimo de Violet Page, una célebre autora británica de ensayos de arte y de viajes recordada sin embargo hoy en día por sus cuentos de fantasmas) nos narra de forma muy breve la inquietante historia de una coleccionista que consigue hacerse con un maniquí de dimensiones humanas que perteneció a un conde cuya mujer falleció tan sólo dos años después del matrimonio, hecho que enloqueció al conde, que ordenó construir la muñeca con los rasgos de su difunta esposa, con la que compartió alcoba hasta que contrajo nuevas nupcias.
  • El osito de peluche del profesor (1948). Theodore Sturgeon. Realmente es una historia de vampiros, pero en la que el juguete del título juega un papel crucial.
  • El mono (1980). Stephen King. Como no podía ser de otra forma, el maestro del terror moderno no podía dejar pasar el tema de los juguetes sobrenaturales, y para ello recurre a uno de esos inocentes monos que tocan los platillos cuando le das cuerda para estructurar una de sus mejores novelas cortas.
  • Magic (1975). William Goldman. Parece mentira que el autor de La Princesa Prometida fuera capaz de escribir una obra tan terrorífica como Magic, la historia de Corky, un fracasado mago alcohólico cuya suerte comienza a cambiar a raíz de la incorporación a su show de un muñeco llamado Fats. La novela fue adaptada al cine por Richard Attemborough, en una película de mismo título, y que en la época causó verdadero terror.

Aprovechando la reseña, me gustaría recomendar desde aquí la lectura de un cuento de Joyce Carol Oates titulado “El señor de las muñecas”, cuya temática no se corresponde exactamente con la de la reseña, pero no por ello es menos inquietante.

¿Y cual es la visión que nos ofrece la novela popular sobre el tema de los muñecos diabólicos? La verdad es que no he podido encontrar tantas novelas como pensaba, probablemente debido a dos motivos fundamentales:

  • El terror no tuvo apenas presencia en la novela popular hasta principios de los años 70 (1972 para ser exacto, con el lanzamiento de la colección de Terror de la editorial Rollán), y puede considerarse por número de títulos como un género minoritario. Antes de esas fechas, el terror en la literatura popular y en cine en España era algo residual, tanto por los gustos de la sociedad como por los impedimentos que hubiera puesto la censura.
  • El auténtico boom de este subgénero se produjo a raíz del estreno de la mencionada Muñeco diabólico en 1988, cuando la literatura popular se encontraba en vías de extinción.

Aún así, he podido localizar unos cuantos títulos, lógicamente siempre dentro del género del terror, pues el tema difícilmente podría tener encaje en cualquier otro género literario.

Esta es la relación de novelas que al menos yo he podido encontrar (agradeceré cualquier información adicional):

TITULO

AUTOR

COLECCIÓN

27 Muñecos diabólicos Joe Mogar Selección Terror
448 La espantosa muñeca Curtis Garland Selección Terror
411 Juguetes, horror y muerte Joseph Berna Selección Terror
125 Los muñecos Frank McFair Easa Terror
267 Los muñecos macabros Mortimer Cody Easa Terror
73 La muerte de juguete y otros relatos Frank Martin Easa Terror

Como es habitual en este tipo de artículos, añado reseña de algunos de estos títulos, y procuraré añadir poco a poco el resto.

Joe-Mogar-Muñecos-diabólicosTítulo: Muñecos diabólicos

Autor: Joe Mogar

Colección Selección Terror nº 27. Editorial Bruguera

Portada: Alberto Pujolar

1ª edición: Septiembre 1973

Tras una magnífica portada de Alberto Pujolar inspirada en “Los pájaros”, de Alfred Hitchcock, encontramos la que es posiblemente la primera novela de quiosco centrada en el tema de los muñecos diabólicos.

Del autor, Joe Mogar (José María Moreno García), ya escribí una reseña, así que a ella me remito para el que quiera conocer un poco más a este escritor. https://bolsilibrosmemoriablog.wordpress.com/2016/04/20/joe-mogar-y-la-legion-de-secundarios/

En la novela, un hombre llamado Richard Donovan atropella con su coche a un espantoso muñeco negro que aparece súbitamente en la carretera con un estilete en la mano y manchado de sangre, sin que haya aparente explicación al modo en que puede haber llegado hasta allí. De hecho, Jessica, que iba en el coche con Richard, asegura que vio al muñeco cruzar corriendo la carretera en el momento del atropello.

Al día siguiente, Richard lee en los periódicos que una mujer llamada Sandra Tichey ha sido asesinada en un piso que se encuentra justo en el lugar donde se produjo el atropello, con el agravante de que al parecer el crimen se cometió con un arma muy parecida a la que portaba el muñeco.

Tras un horrendo incidente sufrido por Jessica Randall, que está a punto de ser asesinada por otro muñeco en su piso, Richard comienza a investigar, y todos los indicios le llevan hasta la tienda de Alma Marlowe, una peculiar mujer propietaria de una extraña tienda de muñecos situada en pleno Chinatown.

Un buen planteamiento al que sin embargo le falta la fuerza narrativa precisa para hacer frente a una buena historia de terror, con un desarrollo muy poco elaborado, muy lejos de la maestría de otros autores de bolsilibros, como pueden ser Curtis Garland, Adam Surray o Ada Coretti, verdaderos especialistas en el género gracias a su capacidad para describir escenas que causen verdadero miedo.

 

Curtis-Garland-La-espantosa-muñecaTítulo: La espantosa muñeca

Autor: Curtis Garland

Colección Selección Terror nº 448. Editorial Bruguera

Portada: García

1ª edición: Septiembre 1981

Si alguien pensaba que por fin iba a encontrar un tema que no hubiese sido tratado por Curtis Garland, estaba muy equivocado. Era inevitable que Juan Gallardo Muñoz, un gran aficionado al cine, recurriera a los muñecos malvados para la elaboración de una de sus historias de terror, y como no podía ser de otra forma, encuentra su inspiración en una de las películas que mencioné al inicio de esta reseña, aunque no voy a desvelar cual para no estropear la sorpresa al lector.

Aún así, el autor ya había empleado el miedo hacia los muñecos en su notable “Muñecas siniestras” (1961), nº 552 de la colección Servicio Secreto de Bruguera, jugando con la presencia de tres muñecas supuestamente malditas que resultan clave para la trama, aunque como podéis imaginar, no se trata en ningún caso de muñeco diabólicos tal y como han sido definidos en esta reseña, y la historia deriva hacia el típico misterio policiaco.  La censura no hubiera permitido la aparición de algo tan impactante para la época como la figura del muñeco demoniaco.

“La espantosa muñeca” entra sin embargo de lleno en el género del terror, con un joven estudiante de arte en París llamado Peter McCoy, que tiene la desgracia de alquilar un estudio en el lugar menos indicado. Nuestro protagonista despierta una noche sobresaltado por un espantoso grito que parece proceder del edificio. Al salir al pasillo para ver qué ocurre, encuentra la puerta del vecino abierta, y una siniestra muñeca tirada justo a la entrada del piso, que desaparece misteriosamente tan sólo unos minutos después.

Al día siguiente, al preguntar al casero por los gritos nocturnos, éste dice no haber oído nada, y tampoco sabe nada acerca de ninguna muñeca, pero la realidad es que comienzan a producirse una sucesión de extrañas muertes en los habitantes del edificio. Entre los vecinos de Peter se encuentran Monsieur Pholien, un ventrílocuo retirado; una bella joven llamada Pascale Barray, que tiene unas inquietantes visiones premonitorias; y la no menos bella ni joven Mireille Descamp, el inevitable contrapunto romántico de la historia.

Como es habitual en Juan Gallardo Muñoz, la ambientación es magnífica, y su estilo narrativo resulta perfecto para una historia de terror.

ada coretti la muerte anda solaTITULO: LA MUERTE ANDA SOLA

AUTOR: ADA CORETTI

SELECCIÓN TERROR Nº 523. EDITORIAL BRUGUERA

1ª EDICIÓN 1983

PORTADA: PORREDÓN

El ventrílocuo Lionel Waggett  y Nelson, un muñeco vestido con un smoking rojo que imita a un niño de 11 años, forman un exitoso número que ha alcanzado unas cotas de popularidad nunca vistas. En el espectáculo, ventrílocuo y muñeco mantienen todo tipo de conversaciones, e incluso discuten discuten acaloradamente, hasta el punto de parecer dos seres totalmente independientes. En los últimos tiempos Lionel está empezando a tener la delirante sensación de haber perdido el control sobre Nelson, lo que le lleva a abandonar el negocio durante un tiempo, y decide visitar a Basil y Bárbara Basslencey, sus padres políticos que viven en Atssong, para descansar y disipar esos ridículos pensamientos.

Ya de camino en el coche, con la única compañía de Nelson, se ve obligado a hacer una parada por debido a la espesa niebla en una posada cercana a su destino. Lionel se aloja en una habitación, y deja a Nelson en el asiento delantero del coche.

Cuando está tomando una copa en el interior de la posada, un hombre que entra borracho les dice que un niño de 11 años vestido con un smoking rojo le ha amenazado con matarle…

Cuando finalmente llega a la mansión de los Basslencey, es recibido por Basil y Bárbara –sus padres políticos-; su cuñada Betty, que siempre ha estado enamorada de él; una despampanante amiga de Betty llamada Verónica; y por Annabell, la hermana pequeña de Lionel que desde niña ha vivido con los Basslencey. (En la novela se explica esta rocambolesca relación familiar).

Y no contaré nada más, porque de verdad que merece la pena leer esta novela, con personajes fascinantes, y una trama terrorífica llena de misterio. Una curiosidad que me ha llamado la atención el hecho de que la hermana de Lionel se llame Annabell, igual que la famosa muñeca diabólica cinematográfica. Aunque la novela de ada Coretti en muy anterior a las películas en las que aparece Annabelle, la historia “real” en la que se basan sí es de los años 70, lo que me ha hecho plantearme si sería posible que Ada Coretti conociera los supuestos hechos originales a la hora de escribir La muerte anda sola. Probablemente se trate tan sólo de una casualidad.

Sin lugar a dudas una de las mejores versiones de muñeco diabólico que he leído en un bolsilibro, a cargo de mi admirada Ada Coretti, de la que podéis encontrar un extenso artículo en este mismo blog.

Respecto a la novela Los muñecos macrabos, de Mortimer Cody, publicada en el nº 267 de la colección Easa Terror, no es realmente una historia de muñecos diabólicos de los que trata este artículo, sino una interesantísima trama de vudú  que desde mi punto de vista se encuentra entre las mejores novelas que he leído del autor, al que también dediqué un artículo en el blog.

Como hemos podido ver a lo largo de esta reseña, una parte importante de los relatos de muñecos diabólicos están protagonizados por muñecos de ventrilocuos, cosa lógica, pues resulta sencillo imaginarlos dotados de vida propia. Probablemente el hecho de que los muñecos de ventrílocuo den tanto miedo se debe a que no dejan de ser una versión de su dueño sin ningún tipo de filtro moral.

Voy a contar dos llamativas historias de ventrílocuos –una real y otra falsa- que creo que son muy representativas del temor que infunden estos personajes.

En primer lugar,  comentaré la historia de un olvidado artista español, alguien que está considerado por los especialistas como el mejor ventrílocuo de la historia.

francisco-sanz-baldovi_02-3Francisco Sanz Baldoví (1871 Anna, Valencia – 1939) fue un excepcional ventrílocuo valenciano; y el calificativo de excepcional creo que está más que justificado, pues no hablamos de un ventrílocuo al uso, de los que se limita a hablar con un muñeco sentado en una silla, sino de un artista que contaba con un increíble conjunto de autómatas de tamaño natural, dotados de un mecanismo interno de una complejidad digna del mejor ingeniero, a los que Francisco Sanz manejaba con gran soltura por el escenario.

Francisco sanz actores_mecanicos

La increíble Familia de Francisco Sanz

Me imagino que estaréis pensando cómo puedo opinar con tanta alegría sobre la calidad de un ventrilócuo fallecido en 1939 sin haber visto su trabajo. La respuesta es porque lo he visto, igual que vosotros tendréis la oportunidad de verlo con vuestros propios ojos, debido a que en 1918 se rodó una película documental sobre este artista, dirigida por Maximiliano Thous, en la que se nos muestran con todo lujo de detalles sus increíbles métodos de trabajo, y en la que podréis ver las inquietantes imágenes de sus distintos muñecos en acción, cada uno de ellos una auténtica obra maestra. Dicha película, titulada “Sanz y el secreto de su arte”, fue restaurada en 1997 por la Filmoteca de la Generalidad Valenciana, aunque por desgracia es muda, lo que impide comprobar la calidad de las voces de cada muñeco. Se puede ver íntegra –de verdad que lo recomiendo- en https://youtu.be/5sMNKJdFURI

Francisco Sanz Captura_pelicula_1918_Filmoteca_ValencianaAunque comenzó muy joven una tímida carrera artística, tocando la guitarra y con diversos números cómicos, su vida cambió radicalmente cuando asistió al espectáculo de un ventrílocuo, que le dejó completamente impactado y convencido de que ese debía ser su camino. Desde su primera actuación como ventrílocuo en 1902 (en Alcoy) y hasta 1936, Sanz actuó sin descanso por toda España y Portugal y realizó cuatro giras por Latinoamérica, triunfando en Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Perú, Cuba y México. Sus espectáculos duraban cerca de dos horas e incluían números cómicos, canciones, recitales de guitarra y monólogos. En un mundo en el que no existía la televisión, las actuaciones de este titiritero valenciano debían ser lo más parecido a un programa de variedades. Su gran éxito le llevó a actuar en Madrid ante la familia real y a que incluso se grabaran unos cuantos discos con las distintas voces de sus personajes.

Francisco Sanz Sanz-y-el-secreto-de-su-arte-1918El hecho que diferenciaba a Sanz del resto de ventrílocuos del mundo es que cada muñeco contaba con un ingenioso armazón interno que era controlado por Sanz con sus pies. Ese mecanismo lograba que los muñecos estuvieran articulados, de manera que podían mover los brazos, girar la cabeza e incluso realizar ciertos gestos, incluyendo complejos movimientos de párpados, ojos y boca; y lo mejor de todo es que cada muñeco tenía movimientos completamente diferentes, lo que parecía dotarles de personalidad propia. En algunos casos, como por ejemplo el personaje de Don Liborio, aparte del control ejercido por los pies de Sanz, también podía realizar algunos movimientos de forma autónoma; y había otro personaje que podía fumar.

En 1939 fallece Francisco Sanz en su localidad natal de Anna, en Valencia. El que fuera uno de los más populares personajes de su época cayó de inmediato en el olvido, aunque por suerte sus criaturas pueden visitarse en la actualidad en el Museu Internacional de Titelles d’Albaida, y afortunadamente podemos verlas en movimiento gracias a la mencionada película documental.

Para que os hagáis una ideade la forma en que se veían los espectáculos de Sanz en su época, os dejo esta crítica publicada el 2 de marzo de 1912 en un semanario argentino llamado Caras y caretas a raíz de una de las giras latinoamericanas del artista:

Sanz es un poderoso ventrílocuo. Posee una admirable facilidad para cambiar el metal de voz y dar a cada una de sus marionetas una vida física real, auténtica, palpitante, sugestiva, espiritual. Puede afirmarse que los 25 o 30 autómatas que constituyen su compañía, son seres con un alma propia y con un organismo anatómico semejante al nuestro. Es preciso observar de cerca la complicadísima maquinaria de cada muñeco. (…) No se crea que son figuras con movimientos espasmódicos y de ademanes rígidos. Caminan, bailan, ríen, lloran, fuman y cantan. Hacen lo que hacemos nosotros…

La mayor parte de la información acerca de Francisco Sanz la he sacado de http://alpoma.net/tecob/?p=12046

En este caso los muñecos de Sanz, aunque de aspecto poco tranquilizador en algún caso, son cualquier cosa menos diabólicos, pero me ha parecido tan interesante su historia que no he podido resistirme a incluirla en la reseña.

La segunda historia que quería comentar –ésta sí que entra de lleno en la temática de la reseña- es la del ventrílocuo McCarthy y su muñeco Edgar.

edgard y mccarthy

La horrible leyenda de McCarthy y Edgard

A principios de los años 20 triunfaban en los Estados Unidos los espectáculos de ventriloquia llenando las salas de los principales teatros. Entre estos artistas se encontraba un ventrílocuo llamado McCarthy, que alcanzó gran popularidad gracias a su show con Edgar, un peculiar muñeco que representaba a un niño de entre 9 y 10 años con rasgos muy extraños y muy realistas que despertaban en el público rechazo y fascinación a partes iguales. La inquietante apariencia de Edgar y el exceso de celo de McCarthy, que jamás dejaba que nadie se acercara a su muñeco, provocó que empezara a circular la leyenda de que Edgar hablaba gracias a la magia negra, creándose así una fama de influencia demoníaca que hizo que muchos padres prohibieran a sus hijos ir a ver su espectáculo.

Una noche, de gira en Nueva York, antes del show, los trabajadores se acercaron al camerino para avisar a McCarthy de que el teatro estaba lleno esperando a que comenzara el espectáculo,  y se encontraron al artista muerto en el suelo y con el cuello roto. Cuando llegó la policía, buscando pruebas del crimen, sacaron al muñeco de su caja y quedaron aterrorizados.

Las manos de Edgar tenían huellas dactilares, y observaron que su rostro estaba cubierto con una máscara de látex que servía para ocultar la descomposición del cadáver de un niño. Jamás se supo qué había hecho McCarthy para conservar tan bien el cadáver, y aunque nunca se pudo probar la identidad del niño, se llegó a la conclusión que pudo ser su hijo, convertido en muñeco por un enloquecido padre que no pudo soportar su pérdida. Sobre quien mató a McCarthy, la policía cerró el caso con el sello de “No resuelto”, y sobre el destino de Edgar, nunca más se supo nada, aunque yo tengo la teoría –sin confirmar- que 70 años después lo compró un ventrílocuo llamado José Luis Moreno, lo que explicaría el componente demoniaco de muchos de sus espectáculos.

Como ya os habréis imaginado, la realidad es que nunca existió ningún ventrílocuo llamado McCarthy y mucho menos un muñeco llamado Edgar; es tan sólo otra de esas leyendas de origen desconocido que circulan por internet de forma indiscriminada. Por el contrario, quien existió realmente fue Edgar Bergen, ventrilocuo dueño de un muñeco llamado Charlie McCarthy, una marioneta de aspecto completamente convencional que alcanzó cierta fama en la televisión americana y cuya principal característica física era que llevaba un monóculo. Actualmente se conserva en el Smithsonian Museum.

La famosa y terrorífica foto que ilustra esta anécdota  corresponde realmente a Fedor Wittkowski, un ventrílocuo alemán más conocido como “Henry Rox” que fue famoso en Europa por su escalofriante muñeco Max, pero que nunca pisó los Estados Unidos.

Así que niños y no tan niños, que la historia de Edgar os sirva de aviso para no creeros nada de lo que leáis por internet –tampoco la Wikipedia-, pues es una fuente de inexactitudes, medias verdades, y mentiras a secas. ¿Y por qué nos creemos y difundimos de inmediato leyendas como la de Edgar? Pues porque en el fondo nos encantaría que fuera cierto.

De cualquier forma, debéis reconocer que cualquiera de estas dos historias (verdadera la primera y falsa la segunda) son un extraordinario punto de partida para una buena historia de muñecos diabólicos.