Aprovechando que era un cinéfago y bibliófilo empedernido, Juan Gallardo Muñoz se inspiró para la escritura de sus novelas de terror en prácticamente todos los monstruos clásicos de la literatura y el cine. Drácula, Frankenstein, Jack el Destripador, el hombre lobo, la momia, el fantasma de la ópera…..prácticamente cualquier personaje de terror que existiera por aquel entonces servía de pretexto para montar el argumento de una de sus novelas.
Junto a todas estas consagradas leyendas del terror, y con el fin de no resultar repetitivo, Curtis Garland tuvo que buscar la inspiración en otros monstruos menos populares, como es el caso que nos ocupa: la Gorgona.
Inicialmente, en la mitología griega, una gorgona (en griego antiguo la traducción más aproximada sería «terrible») era una mezcla de siniestro monstruo femenino y deidad protectora, procedente de antiguas creencias religiosas. Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado, por lo que su imagen se empleaba a modo de protección en todo tipo de lugares, desde templos a palacios. En esta primera versión la Gorgona era representada como una figura con alas de oro, garras de bronce y colmillos de jabalí, llevando un cinturón de serpientes, entrelazadas y confrontadas entre sí.
Posteriormente Hesíodo ofrece una versión distinta, incrementando el número de gorgonas a tres: Esteno (poderosa), Euríale (que surge lejos) y Medusa (reina) y las hace hijas de las deidades marinas Forcis y Ceto. De las tres, Medusa, era la única mortal, y tenía serpientes venenosas en lugar de cabellos como consecuencia de un castigo impuesto por la diosa Atenea.
En su origen Medusa era una virginal sacerdotisa de gran belleza que fue violada por Poseidón en el templo de Atenea. En un arranque de celos, Atenea convirtió a Medusa en una Gorgona, dándole la terrorífica apariencia con la que la conocemos actualmente, y confinándola en una isla, con el poder de convertir en piedra a todo el que la mire a los ojos, lo que le aseguraba el aislamiento del resto de la humanidad. Es decir, que la violan, y como castigo la convierten en una horrenda Gorgona, condenándola a la soledad por la eternidad. Tela con los dioses de la mitología griega.
Esta imagen es la que finalmente se impuso en el imaginario popular hasta la actualidad, especialmente gracias al mito de Perseo, semidios hijo de Zeus y Danae, que pudo matar a Medusa gracias a la ayuda de los dioses, cortándole la cabeza, brotando en ese momento de su cuello el monstruo Crisaor y el caballo alado Pegaso. Según la leyenda, Perseo empleó posteriormente la cabeza de Medusa para petrificar a Atlas, transformándole en los montes Atlas, que sujetaban el cielo y la tierra; y contra el rey Polidectes, quien le había enviado originalmente a matar a Medusa con la esperanza de librarse de él y casarse con su madre, Dánae. Tras salvar a su madre, Perseo entregó la cabeza a Atenea, quien la puso en su escudo, de modo que cualquiera que lo mirara quedaba inmediatamente petrificado.
Cinematográficamente Medusa se ha limitado a aparecer en películas sobre la mitología griega, aunque a modo de excepción fue empleada en una película de terror de la Hammer de 1964 llamada “La Gorgona” (La maldición de Vandorf).
Esta película de Terence Fisher, con los inevitables Cristopher Lee y Peter Cushing en el reparto, es la que probablemente sirvió de “inspiración” para la novela “Los ojos de la Gorgona”.
La literatura del género de terror tampoco se ha volcado especialmente en la utilización de este mito griego, aunque sí he podido localizar algunos relatos protagonizados por la gorgona, como es el caso de “El lazo de la medusa”, escrito por Zealia Bishop en colaboración con H.P. Lovecraft.
Pues bien, Juan Gallardo Muñoz se inspiró en el mito de la Gorgona para la redacción de al menos cuatro novelas:
- Los ojos de la Gorgona. Selección Terror 201. Editorial Bruguera
- Los cien días de la Gorgona. La Conquista del Espacio nº 280. Editorial Bruguera.
- La noche de la Medusa. Espacio Mundo Futuro nº 467. Editorial Toray.
- Los Cien días de la Medusa. Nova Club nº 2. Editorial Rollán.
Y qué mejor manera de ver estas distintas versiones sobre la Gorgona que con una pequeña reseña de cada libro.
Título: Los ojos de la Gorgona
Autor: Curtis Garland
Colección Selección Terror Nº 201 Editorial Bruguera
Portada: Desilo
1ª edición: Enero 1977
La narración, una vez más de ambientación victoriana, arranca con el joven y díscolo Guy Faversham, un caprichoso aristócrata habitual de la vida nocturna londinense, acudiendo en una de sus correrías nocturas a un nuevo burdel en Greek street llamado el jardín de las Hespérides. Allí encuentran una joven de gran belleza de la que se encaprichan, pero que rechaza sus insistentes insinuaciones.
Colérico por la negativa, a la que no está acostumbrado, Faversham secuestra a la joven, trasladándola a un aislado caserón propiedad de su familia con la idea de violarla junto con el resto de sus amigos.
Cuando el cochero que ha trasladado a los cuatro villanos y la joven inconsciente regresa cuatro horas después para recogerles, se encuentra con un aterrador panorama: en la casa encuentra cuatro estatuas con los rostros crispados por un terror inimaginable, que, tras la correspondiente autopsia ordenada por el superintendente Chapman, resultan ser los cadáveres de Faversham y sus amigos, cuya piel se encuentra petrificada de forma sobrenatural.
Un tiempo después, el joven y apuesto doctor Clay Carter llega al Parador del Ciervo, en Sunderland, una pequeña población del nordeste de Inglaterra, donde va a iniciar una nueva vida como médico local, en sustitución del anterior Doctor, el Sr. Laverick, fallecido en extrañas circunstancias.
Aquí irá conociendo a los habitantes de estas inhóspitas tierras, que pronto serán protagonistas de una terrorífica historia: la señora Doolittle, que regenta el parador con la ayuda de su bella sobrina Lorna; el doctor Laszlo Korvac, un brillante científico embarcado en una misteriosa investigación en compañía de su ayudante Sergei Zarov; Lord Galway, un apocado y enfermizo joven de la alta sociedad que convive con su estricta madre; y Pierre Devereux, un supuesto artista que realmente regenta un negocio de prostitución con cuatro bellas jóvenes a su cargo: Doris Foster, Ann waverly, Marsha Gregory, y Vicky Dowling, una belleza pelirroja de la que está enamorado Lord Galway.
Como es habitual en Curtis Garland, una soberbia ambientación destaca a lo largo de todo el relato, con personajes bien definidos, con una particular versión sobre el mito de la medusa, y con algún que otro sorprendente giro argumental tan característico del autor. Una parte del mérito de los libros de Curtis Garland reside en la profusión de detalles que demuestran los amplios conocimientos del autor, como las constantes referencias a la mitología griega: el burdel del principio de llama el Jardín de las Hespérides, en Greek Street; la violación de Medusa….
De esta novela, con una excepcional portada de Desilo, me ha llamado la atención, por lo poco habitual, la presencia de dos personajes homosexuales en la narración (un hombre y una mujer), estando su presencia justificada por el desarrollo de una trama sobre la que prefiero no dar más detalles para no estropear la sorpresa.
Título: Los Cien Días de la Gorgona
Autor: Curtis Garland
Colección La Conquista del Espacio Nº 280. Editorial Bruguera
Portada: Antonio Bernal
1ª edición: 1975.
Lo primero que hay que decir es que aunque las referencias a este mito griego son continuas, “Los cien días de la Gorgona” no es un libro sobre Medusa propiamente dicha.
Todo comienza cuando el protagonista de nuestra novela, Todd Nolan queda temporalmente ciego como consecuencia de un accidente con los ácidos que su amiga Sheila emplea para la elaboración de sus grabados.
Tras ser ingresado en un hospital, ya falta de un día para que le den el alta, una enfermera le cuenta que en el cielo se está produciendo un fenómeno natural increíble, una especie de aurora boreal luminosa que él lógicamente no puede disfrutar.
A la mañana siguiente, Todd encuentra al despertar que nadie atiende a sus llamadas, y aterrorizado empieza a pensar que se encuentra sólo en el hospital, hecho que se ve confirmado cuando sale a la calle y descubre que no se escucha ruido alguno.
En un ataque de pánico, se arranca las vendas de los ojos, y descubre la horrible verdad: todo ser vivo a su alrededor se ha transformado en una especie de estatuas de cera cubiertas de una extraña sustancia cristalina, paralizados en la postura que tuvieran cuando sucedió el increíble incidente.
Este principio, que recuerda mucho a “El día de los trífidos”, el clásico de la ciencia ficción de John Wyndham en el que el protagonista, temporalmente ciego, descubre que casi toda la población ha quedado ciega tras un extraño fenómeno luminoso en el cielo, sirve de punto de partida para que nuestro protagonista, en compañía de otros supervivientes que por diversas circunstancias no vieron el fenómeno luminoso –incluyendo su novia Ewa- comiencen a investigar las causas de este verdadero apocalipsis, sin sospechar que sus problemas no han hecho más que comenzar.
Si en “el día de los trífidos” los supervivientes deben enfrentarse a las terribles plantas móviles que se han adueñado del planeta, nuestros protagonistas tendrán que lidiar con varias amenazas muy diferentes, y mucho más terroríficas.
Me ha encantado, por la ingenuidad propia de la época, un diálogo entre los dos protagonistas, Todd y Ewa, tras una serie de terroríficos sucesos:
“- Ewa, ¿Qué podemos hacer a partir de ahora?.
– Ya ni siquiera podemos casarnos, -murmuró ella con tono ahogado.
– No, ya no. No hay sacerdotes. Ni jueces de paz. Ni siquiera un capitán de barco…
– Pero hay iglesias. Aún existen, Todd. Podemos ponernos de rodillas ante la cruz, y poner a Dios por testigo, como si él nos casara.”
El mundo está desmoronándose, y la preocupación de la chica es que no van a poder casarse….El que piense que la novela popular no es genial, no sabe lo que se pierde.
El libro no da descanso al lector, con un ritmo vertiginoso desde la primera a la última página, condensando tal cantidad de situaciones que nos hace pensar que es imposible que hayan tenido cabida en tan sólo 94 páginas.
Como siempre, la historia está plagada de guiños y referencias de todo tipo, como una sala de cine donde proyectan “La hora final” (on the beach en el original), la película de 1959 de Stanley Kramer sobre un holocausto nuclear, con un capitán de submarino (Gregory Peck) que intenta rescatar a los pocos supervivientes que han quedado en Australia.
Título: La noche de la Medusa
Autor: Johnny Garland
Colección Espacio Mundo Futuro Nº 467. Editorial Toray
Portada: Desconocido
1ª edición: 1969.
Cronológicamente, es la primera novela que el autor escribió inspirándose en el mito de Medusa, y desde mi punto de vista, la más floja de las tres.
Aunque al iniciar la lectura es fácil que el lector piense que la novela hubiera tenido un mejor encaje en alguna colección de espionaje tipo Archivo Secreto de Bruguera, en la que se fusionaban los géneros de espías y ciencia ficción, la realidad es que los elementos fantásticos justifican plenamente la publicación en una colección de ciencia ficción.
Tras una breve introducción en la que el autor explica el mito de la Gorgona, se nos presenta a Milton Mann, más conocido como el super agente SPY-99, un claro precursor del agente M-31que en el futuro protagonizaría un buen número de novelas de Curtis Garland, y al que ya dedicamos una reseña en este blog.
Milton Mann es un hombre cuya descripción de la ficha especial del FBI podría corresponder perfectamente al autor de este blog:
“Superdotado. Mente y físico fuera de lo común. Facultades supersensoriales. Telépata, vidente y memoriógrafo. Inmune a drogas y al envenenamiento. Un superhombre fuera de serie en todo. Prácticamente un arma demoledora, con apariencia humana”
Según palabras de Harry Layland, inspector-instructor jefe del FBI:
“Es un tipo magnífico. Poseedor de extrañas facultades, con una gran fortuna personal, una cultura amplísima; una educación filosófica, política y religiosa de primer orden; refinadas costumbres, gourmet exquisito…no he conocido jamás a un hombre como Milton Mann. Su fuerza física queda disimulada por su esbeltez, su poder muscular por su elegancia, y su estatura por la armonía de todo su cuerpo.”
Y lo más interesante de este auténtico superhombre, “su rostro, mezcla de europeo y asiático, posee la ductilidad de los grandes actores teatrales, pudiendo parecer totalmente europeo para nosotros, y puramente oriental entre los orientales”.
El caso es que Milton Mann es seleccionado para una arriegada misión. Debe dirigirse a la isla de Togara Sur, en Japón, para investigar un extraordinario caso. En esa pequeña isla se celebró recientemente una secretísima reunión de los 6 principales líderes mundiales. Tras la reunión, los seis líderes desaparecieron de la faz de la tierra, y el resto de personas que se encontraban en ese momento en la isla –habitantes y fuerzas de seguridad que vigilaban la cumbre- han aparecido convertidos en estatuas.
Lo que no sabían los secuestradores es que la reunión era realmente el simulacro para la verdadera reunión que se producirá posteriormente en la isla de Akishima, y que las personas que se reunieron eran realmente unos dobles de los líderes.
Ante el riesgo que existe para la verdadera reunión de los líderes mundiales, Milton Mann deberá descubrir a los responsables de lo ocurrido en Togara, y por ese motivo se desplaza allí haciéndose pasar por un escritor, en compañía de la exótica Suzzy Yeng, una representante de las Naciones Unidas que simula ser su secretaria/amante. (¿Un homenaje a la emotiva película “El mundo de Suzie Wong”?).
Sin que se mencione expresamente en el libro,la historia transcurre en los años 60-70 (se menciona en la narración a Hoover como director del FBI, cargo que ocupó hasta 1972, año de su muerte), y no deja de ser una aventura al más puro estilo James Bond, aunque con elementos de ciencia ficción mucho mayores de los que se podrían pensar en un primer momento, y sin que puedan faltar el villano de turno, el inmoral millonario Luther Maddox -un émulo de Lex Luthor- o su fiel esbirro, el eficaz asesino Lester Kimball, dos estereotipos de personajes malvados.
Nuevamente, a pesar de las múltiples referencias a Medusa, no encontraremos a este personaje por ninguna parte, excepto en los efectos de una letal arma que amenaza la seguridad mundial. Eso sí, la diversión está asegurada.
Título: Los Cien días de la Medusa
Autor: Addison Starr
Colección Nova Club Nº 2. Editorial Rollán
Portada: Prieto Murana
1ª edición: Noviembre 1969.
No debemos confundir esta novela con la ya reseñada “Los cien días de la gogona”, publicada por Bruguera. Ambas nno tienen nada en común salvo la leyenda de Madusa, empleada en esta novela de un modo completamente tangencial.
Sobre la colección Nova club no me extiendo, porque espero dedicarle una reseña en algún momento. Tan sólo comentar que fue un intento de la editorial por adentrarse en la ciencia ficción, género al que hasta el momento no había dedicado ninguna atención, recurriendo para ello a los mejores escritores de los que disponía en aquel momento: Juan Gallardo Muñoz, Antonio Vera Ramírez, José Miguel Téllez, o Enrique jarnés Bergua entre otros.
“Hay más cosas en el cielo y en la Tierra, Horacio, de las que tu razón o la mía puedan sospechar”
Con esta cita de Hamlet comienza esta novela, protagonizada por Martin Walsh, un periodista que se verá envuelto de forma involuntaria en unos increíbles hechos que el lector puede leer gracias a unas extrañas crónicas escritas por un tal Addison Starr.
La historia comienza con una extraña sucesión de revoluciones en diferentes puntos de la Tierra, sin aparente conexión entre sí.
En todos los casos, que incluyen a países altamente estables a nivel económico, político o social, una súbita locura afecta a gran parte de la población, que se rebelan de forma violenta contra sus dirigentes, incapaces de contener la ola de destrucción que se cierne sobre sus naciones.
Irán, Egipto, Brasil, Australia, y finalmente el mismísimo Reino Unido sucumben a esta imparable ola de locura que sume al Mundo en una completa incertidumbre.
A partir de este momento nuestro protagonista se verá involuntariamente envuelto en una operación para descubrir el origen de estas revoluciones, de las que se culpa inicialmente a la Unión Soviética.
Hay que señalar que la relación de la novela con el mito de Medusa –que sí se menciona de forma expresa- es muy limitada.
Lamentablemente debo decir que es probablemente el peor libro que he leído del gran Curtis Garland (esta vez bajo el seudónimo de Addison Starr), pues da una sensación de absoluta improvisación en el desarrollo de una trama en la que aparecen personajes aparentemente destinados a ser importantes y que sin embargo no vuelven a ser mencionados, y otros personajes que son introducidos en la historia de forma bastante artificial.
No obstante, el libro recoge situaciones sorprendentemente proféticas. Desde el inicio de la novela, con una revolución en la que se derroca al Sha de Persia (la novela se escribe 10 años antes de que esto ocurriera realmente), pasando por una revolución árabe en Egipto, el levantamiento de los negros en Sudáfrica contra los dirigentes blancos (esto no ocurriría en la realidad hasta mediados los 80), hasta una ecena del Empire State Building cayendo en pleno Nueva York, en una imagen que recuerda tristemente a la caída de las torres gemelas, se nos presentan una serie de sucesos que se han reproducido posteriormente en la historia real.
Por otro lado, me ha resultado muy curioso ver diversas menciones a España en la novela, algo poco habitual, especialmente una referencia deportiva cargada de humor por parte de un madridista declarado como era Juan Gallardo Muñoz:
“Los Gigantes habían ganado la liga de béisbol esta temporada, Brasil se clasificaba para el campeonato mundial de fútbol, a celebrar uno de aquellos años en la Unión Soviética; el Real Madrid ganaba la copa de Europa, y un negro, Blackie Rocker, alcanzaba la diadema de todas las categorías en un reciente combate en el Madison Square Garden. Lo de siempre en deporte, creo yo.”
Por cierto que la Unión soviética jamás llegó a celebrar unos mundiales de fútbol, aunque en 2018 Rusia sí los acogerá por vez primera en su historia.